La capacidad de reinventarse. Si algo define a The Good Place, además de su instinto de supervivencia en la complicada parrilla americana, es su habilidad para ofrecer con cada temporada un enfoque novedoso y fresco que le permite jugar con el espectador, con los diferentes universos y con la línea temporal Jeremy Bearimy.
Después de haber vivido en un ficticio Good Place durante la primera temporada y de haberse aliado con su torturador para intentar conseguir una segunda oportunidad para escapar del Bad Place, Michael les conseguía un nuevo comienzo en la Tierra para intentar salvar sus almas en vida. Michael, convertido en el ángel de la guarda de Eleanor, Chidi, Tahani y Jason, les rescata en el último momento de sus ridículas muertes y comienza el reloj de la vida para tratar de conseguir los puntos suficientes para entrar por la puerta grande al más allá. Sólo un problema: no tienen recuerdos de su estancia en el más allá y no son muy hábiles evitando sus tóxicos comportamientos.
La impotencia de Michael y Janet al ver cómo su plan y su paciencia están fallando se ven obligados a escabullirse una y otra vez a la Tierra para "interpretar" diferentes personajes para tratar que los caminos de los cuatro se crucen, porque si algo ha quedado claro es que juntos trabajan mejor que por separado. Ese vaivén entre mundos y la nueva tesis doctoral de Chidi sobre cómo las experiencias cercanas a la muerte pueden cambiar la vida de las personas dan forma a la estructura narrativa de la tercera temporada.
Las tramas de esta tanda están mucho más encorsetadas y es que localizar la trama en el rígido y limitado mundo real hace que las situaciones inverosímiles, graciosas y sin sentido que nos habían enamorado del Good Place-Bad Place se echen de menos. Michael y Janet se ven obligados a poner el mayor tono humorístico con su adaptación a un mundo que les va pequeño, y las gracietas con el portero del más allá sólo pudieron mantenerse un par de episodios porque ya eran demasiadas.
El gran punto de giro de esta temporada ha llegado antes de lo normal, y si no habéis llegado al cuarto episodio de la temporada, leed bajo vuestra responsabilidad.
El grupo termina pillando a Michael y Janet en uno de sus viajes entre los dos mundos y terminan averiguando absolutamente todo lo que les ha pasado. Incluidas sus muertes, sus décadas en el Bad Place y su resurrección. Descubrimientos que serán determinante para que ellos mismos tomen la decisión de cambiar y de tratar de mejorar el mundo. Un argumento que huele demasiado a final de serie y eso es preocupante. Porque con sus limitaciones, The Good Place ha sido desde sus inicios uno de esos happy place que tan bien construye Michael Schur. Crucemos los dedos para que la cabeza de Schur tenga una brillante idea para seguir avanzando con la serie y esperemos que el viernes y su alianza con Netflix la ayude a continuar.
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