Podríamos hablar del episodio de la semana pasada, comentar de refilón la absurdez de esa amistad entre Teddy y Meredith y venderlo como que encontrar a Teddy en un parque es como encontrar un cofre del tesoro relleno de mazapanes del año pasado. Podríamos también comentar las mediciones de picha entre Alex y Link o por qué todas las tramas de Webber tienen que ir sobre pasarle el testigo a alguien cuando tampoco se muere ni queriendo. Pero no, vamos a hablar de los auténticos difuntos, los cromas y el recorte con Paint.
Qué curioso el Halloween latino. Después de 15 temporadas, repetir un episodio sobre zombies y pseudodinámicas de terror quizás sea algo ya muy desgastado, así que la idea de latinizarlo dos años después de mandar a paseo a la latina de la serie está en un punto quizás hasta aceptable. ¿Da miedo? No. ¿Vive del legado cultural de Coco? A muy duras penas. Pero oye, se ha dejado ver.
Pero volvamos al asunto que nos concierne. A Meredith se le acumulan los muertos y vienen más. Después de acabarse Scandal, Jeff Perry está en el paro y necesita volver a Grey para pillar un par de miles de euretes para pasar la jubilación, así que hay que matar a Thatcher Grey. No se pasa por la serie desde la séptima temporada. Estaba hasta Lexie viva. Qué tiempos. Qué jóvenes éramos. Pero asomará la moribunda cabeza antes de Navidades, ya veréis.
La cuestión no tiene nada que ver con esa amenaza/cebo de momento remember en ciernes. El problema de este episodio es ese cierre. Ese Chasing Cars versión México Distrito Federal mientras se van sucediendo planos muy cutremente falseados de archivo de Derek, Lexie, George y Mark es de denuncia judicial. Cuando lo del helicóptero no puede ser más fatídico van y hacen esto. Menos mal que al menos se han molestado en comprar un perro nuevo para hacer de Doc, porque si tienen que recortar pelo a pelo el original, íbamos apañados.
Mientras tanto, en otros lugares del hospital, Bailey sigue gestando su divorcio con Ben el Bombero en lo que resucita hígados. Muy bien por ella, sacando la basura al mismo tiempo que recicla. Amelia sigue a lo suyo con su hija y Teddy pretende mover ficha con Hunt. ¿Lo ha conseguido? Ni idea, es la parte del episodio en la que todos desconectamos. Y, para rematar la última gran emoción de la noche de los difuntos, Jackson le lleva café a Maggie. Jackson volvió como el que vuelve de comprar el pan y con el mismo espíritu anticlimático sigue de tranquis. El salseo bueno lo trae Gafas.
No sabemos cuántos añitos tiene Gafas ni cómo de reciente tiene la clase de lengua castellana y literatura para estar tan verde y a la vez marcarse esos símiles entre la traumatología y la homosexualidad, pero es de matrícula de honor. Solamente por la aleatoriedad de su relación con el nuevo, por lanzarse a la piscina (sin agua) y por resucitar los morreos en el ascensor se merece todos nuestros dieces.
In Gafas we trust. Gafas es el futuro de la serie, no el departamento de postproducción entero, eso está claro. Porque valiente panda de mancos.
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