La segunda temporada de Future Man crea una dinámica mucho más hermética que la vivida durante la primera entrega de la serie. Mientras que en los primeros 13 episodios se sucedían los viajes en el tiempo y los intentos por destruir a Kronish para salvar el mundo, en esta entrega el año elegido para las desventuras del trío protagonista es el mismo: 2162. Curioso que sean sus infinitas interferencias temporales las que podrían justificar una tercera temporada.
Tiger se pasa buena parte de la temporada en los dominios del Dr. Stu, al que vimos de manera recurrente en la pasada entrega y que se convierte en el gran villano de la serie. Su aventura en el pasado ha marcado de por vida al holograma en el que se ha convertido. Gracias al ADN de Tiger pudo elaborar la cura que ha condenado a la humanidad y tiene una hija que es un clon de la pelo violeta. La locura del científico, cuya existencia corpórea es su cerebro en una urna de cristal, no tiene fin y busca que la gente se le una en una dimensión producto de su imaginación o que mueran intentando evitarlo.
Josh retoma su papel de teórico "salvador" que acaba siendo víctima de secuestros y persecuciones para evitar que salve a la humanidad. Futturman viaja a un futuro que es extraño hasta para Tiger y Wolf y que es dominado por Stu. En esta ocasión le vemos sufrir las altas temperaturas de un futuro al que el cambio climático está matando, vuelve a sufrir reacciones alérgicas a las nueces y su mayor aportación a la serie es como perro del nuevo Wolf y su familia.
Su rivalidad con Stu será el centro de la trama de la que parecen olvidarse hasta bien pasado el ecuador de la temporada. No es hasta que el líder de la sociedad del futuro encuentra a Josh siendo la mascota de Wolf cuando los tres protagonistas deciden reencontrarse y trabajar juntos, lo que deja buena parte de los episodios como meras presentaciones.
Wolf se convierte en una nueva versión de si mismo. Y una vez vuelve a demostrar que dentro de su agresividad y sus ganas de matar, es el personaje que más necesita una estabilidad. En la primera temporada demostró que era el miembro del equipo que mejor se adaptaba a los distintos escenarios y el más propenso a conformarse con lo que le había tocado. Y en esta temporada es igual.
Esta temporada, vuelven a tratar de mostrar el lado más vulnerable y dulce de Wolf. Nos demuestran que es capaz de asentar la cabeza con sus tres esposas y sus dos maridos, que puede querer a su hija ficticia como el que más y que puede aprender a hacer ruedas de la misma forma que aprendió a cocinar en la primera tanda, eso sí, con la mitad de originalidad.
La serie gana enteros cuando Josh, Tiger y Wolf comparten tiempo en pantalla. Incluso cuando no participan en la trama los tres, sus interacciones suben el ritmo de la serie y las bromas ganan intención y capacidad de hacer reír. Lo "salvajes" que siguen siendo Tiger y Wolf o la mala baba con la que tratan a Futturman son marcas de la serie que durante esta segunda temporada de diluyen al separar al trío para poder presentar y explicar la dinámica de una realidad creada por sus saltos en el tiempo y las modificaciones que han terminado provocando.
Saltos y modificaciones que han creado múltiples realidades paralelas. Un universo a lo Rick & Morty en el que Wolfs, Tigers y Joshes han terminado por destruir intentando salvarlas. La temporada acaba con la aparición especial de Seth Rogen y con la puerta abierta a una nueva temporada en la que podamos descubrir qué pueden hacer los tres protagonistas para solucionar todos los problemas que han creado.
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