The Act es esa serie que tenía que hacerse.
Tras ocho capítulos crudos e intensos y un final que en general hace justicia a una historia compleja y difícil de contar, la creación de Hulu (que aún no ha sido ni cancelada ni renovada, aunque ya se presentó como antología) ha demostrado haber conseguido su objetivo principal: contar un caso real y escalofriante mezclando dramatismo y fidelidad.
Controlando los momentos de más tensión dramática poco a poco y con cuentagotas, haciendo uso de escenas con más diálogo y menos acción como trampolín que preparan al espectador para lo que está por venir e incorporando flashbacks a lo largo de la serie que se mantienen hasta el final, The Act llega a su clímax en el desenlace con una escena cargada de una sutileza poderosa y un ambiente turbio que perdona los pequeños errores que presentaba a mitades de temporada. Algunos de ellos son un guion demasiado dramatizado, cosa completamente innecesaria contando un relato que es aterrador ya de por sí, y escenas morbosas que no aportaban nada lógico a la trama. ¿Hasta qué punto teníamos que saber sobre los fetiches sexuales de Gypsy y Nick? Sin embargo, tras intentar rellenar tiempo de pantalla a veces excesivo —se podría haber reducido la serie a siete episodios—, The Act tiene muchos más pros que contras.
Joey King no podía haber elegido un papel mejor para ganarse el respeto de la industria, siendo una indiscutible candidata para las nominaciones de los próximos premios Emmy. Junto a una exquisita Patricia Arquette que aporta una humanización muy difícil de conseguir a un personaje tan vil, la pareja de actrices saca adelante con éxito una serie que demuestra estar hecha con cuidado. Calum Worthy, quien interpreta a Nick Godejohn, es capaz de representar a un personaje retorcido, enfermo y ciegamente enamorado tan solo con su mirada. Además, los personajes secundarios, que al fin y al cabo sirven como reflejo directo del público, no se quedan atrás. Chloë Sevigny y su mirada apagada y fría pero acogedora acaba siendo el elemento más auténtico de toda la historia.
Por otro lado, la fidelidad y el respeto a la historia real en la que se basa es uno de los puntos fuertes de la serie. Aunque hay ciertos cambios que exageran lo sucedido, las escenas de los interrogatorios con la policía, el juicio en el episodio final, o las apariciones públicas de madre e hija que se muestran a lo largo de la serie son casi exactas a la realidad, perfeccionando los detalles y demostrando un respeto muy necesario tanto al espectador como a los verdaderos protagonistas del caso. Sin embargo, familiares cercanos a la historia han manifestado no estar del todo de acuerdo con como se ha encarnado a los personajes, aunque esto es parte del riesgo que se corre al elaborar una serie de ficción basada en hechos verídicos.
Algo muy interesante del final de la serie es que deja abierta la controversia que sigue presente y es la raíz de mucha polémica que ha rodeado a esta historia desde el principio: ¿Es Gypsy culpable o es una víctima? Es complicado entender y juzgar imparcialmente una situación tan surrealista, y eso es un elemento que se consigue transmitir con éxito, haciendo partícipe al público de un debate que tal vez nunca tenga un final.
Es así, con unas interpretaciones que están a la altura de los personajes que representan, una banda sonora vigorosa y una fotografía pulcra, como The Act se ha convertido, probablemente, en una de las mejores series true crime de los últimos años. Cuando en el último capítulo Nick le da la bienvenida a Gypsy a lo que será “el resto de su vida” después de mantener relaciones sexuales frías y poco empáticas tras matar a Dee Dee, se sentencia a la protagonista a una nueva condena, y cuando se nos recuerda mediante el texto en pantalla que esto no es solo ficción, no podemos evitar estremecernos.
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