El episodio de esta semana de Fear The Walking Dead nos permite dar voz a personajes que normalmente callan o son excluidos de la pantalla. La pequeña Charlie, Sarah o incluso Dwight nos ofrecen un punto de vista renovado al permitir que surjan nuevas interacciones. Si tienes un elenco amplio, juega con él, permite que todos puedan funcionar en pantalla.
El reparto de trama esta temporada parece estar diseñado para que los actores puedan hacer el Instagram Takeover. Charlie protagoniza el episodio de esta semana y Alexa Nisenson ha estado subiendo fotos todo el domingo. La verdad es que un cambio de foco se agradece en la historia, sobre todo si vemos a un personaje, supuestamente regular, que ha estado desaparecido en pantalla. La fórmula falla una vez más.
Las intervenciones de Charlie en la serie siguen el mismo patrón desde que la conocemos. Se limita a desaparecer y aparecer con algún momento intenso de mayor o menor calado. En ese sentido, se parece un poco a Enid pero mucho más recurrente. La primera vez que desapareció tuvo un momento con Nick y Luciana (y El Principito); después, la tormenta la arrastró hasta Alicia; el fallo en la avioneta la empujó a encontrar a Daniel y a subirse en el globo aerostático con Strand. Esta semana desaparece una vez más para presentarnos al rabino Jacob Kessner, el motivo del título del episodio.
La pequeña Charlie busca un refugio permanente y se encuentra de lleno con una sinagoga. Dentro, Jacob vive completamente solo. La historia de este personaje tiene enormes paralelismos con los del Padre Gabriel, esperemos impulsados por mostrar la misma realidad y no por un guion vago. Ambas historias nos muestran a hombres de fe que han perdido la confianza en Dios, y con ella a su gente y a ellos mismos. Ese planteamiento es interesante desde el punto de vista de ambos religioso, cuando el mundo se acaba, la nueva realidad les empuja a cuestionar todo en lo que creían y es bastante comprensible que abandonen su fe.
June y John acuden al rescate de Charlie. Y nos justifican el motivo de estos 40 minutos. El pasado en común que tienen ambas mujeres nos sirve para mostrar cómo se siente Charlie. Su pasado como buitre fue duro. Y en el camino, casi se pierde a sí misma. Prueba de ello, asesinó a Nick. El miedo a volver a ser nómada y la vida que eso puede traer la ha obligado a aventurarse ella sola. Lo único que aprende es que no es la manera.
Desde el punto de vista narrativo, no es necesario incluir sin parar a personajes casi episódicos para dar profundidad a los personajes. El elenco es suficientemente extenso como para que se ayuden entre ellos a avanzar y a descubrir nuevos matices. El hombre de las estrellas de Karen, el rabino e incluso el artista de los árboles son personajes auxiliares que podrían haberse ahorrado.
El otro foco del episodio ha estado puesto en el convoy, y en especial en Sarah y Dwight. Un claro ejemplo de lo que comentábamos antes. Dos personajes habituales pueden sacarse información y generar interés al espectador desde la tranquilidad del techo de una caravana mientras beben cerveza mala. Hemos conocido que ambos se han sentido solos en la carretera, ella incluso antes del apocalipsis, porque era camionera con Wendell. Volvemos a hablar de Sherry. Y sobre todo vemos nacer entre ellos una amistad de las verdaderas, de las que seguramente den buenos momentos. Si Sarah no se convierte en regular en la sexta, sería un delito.
La acción se dispara cuando los hombres de Logan localizan el convoy. Hace dos semanas Dwight mostraba misericordia y esta semana se arrepiente cuando es el hombre al que perdonó la vida el que les da caza. El señuelo funciona y Logan consigue alcanzar la reserva de combustible. ¿Qué pretende con ella?
Aprovechamos las últimas líneas para pedir que alguien nos explique dónde están los niños a los que tantos y tantos minutos nos costó encontrar; y, de paso, que nos digan por qué Sarah tiene tiempo en pantalla y a Wendell no le vemos desde antes del parón. Continuidad, solo pedimos continuidad.
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