Vuelven los diálogos rápidos de Amy Sherman-Palladino, el perfecto caos adornado con escenas coreografiadas al milímetro, la ambientación de una Nueva York sesentera y una Rachel Brosnahan viva, natural y enérgica. Vuelve The Marvelous Mrs. Maisel.
En esta nueva entrega, Miriam se prepara para ser la telonera de Shy Baldwin, un encantador cantante ficticio que le abrirá muchas puertas. Es justo esa preparación la que juega en contra de esta temporada, arrancando lentamente y consiguiendo volver a su ritmo normal a regañadientes hacia el tercer capítulo. A pesar de que la serie sigue en su línea habitual, con una ambientación muy bien conseguida y una fotografía tan cuidada y exquisita que hace perdonar un ritmo claramente más lento en estos ocho nuevos episodios, es innegable la serie de problemas que presenta y que le es difícil disimular. Pequeñas incoherencias, escenas vacías y capítulos que parecen más largos de lo que nos solían parecer, aun durando lo mismo.
Sin embargo, los fallos de la tercera temporada de The Marvelous Mrs. Maisel son menores que sus aciertos. Cabe destacar que el objetivo de esta serie —ya renovada por una cuarta temporada y siendo esta tercera entrega la serie más vista de Amazon Video en su primer fin de semana en emisión— que pretende deslumbrar, lucir su inversión monetaria y deleitar al espectador con una historia original y amigable que en ocasiones es eclipsada por cómo se presenta. Es consciente de ello, y pone por delante lo sensorial a lo tangible.
Por otro lado, la historia de una mujer fuerte, entusiasta (y claramente privilegiada) que lucha contra su propia época y sus propios problemas nos sigue gustando. Mezclando la realidad y la ficción, con guiños constantes que homenajean la cultura que representa y con una personalidad única y espontánea, The Marvelous Mrs Maisel se mantiene como ese diamante en bruto de las series de confort que nos hace felices y nos fascina al verla. Destacando por supuesto la escena del quinto capítulo con "Loco Amor", esos planos pastel de Las Vegas y Miami y la delicadeza con la que trata cada barrio de Nueva York, sea cual sea su estatus social.
Con sus obvios defectos y sus ganas de contar más de lo que necesita contar, Mrs. Maisel nos sigue entusiasmando como el primer día, nos atrae, nos sorprende, y nos deja con un final amargo y bien construido que demuestra que nunca puedes acomodarte demasiado, y esperamos que la misma serie lo entienda y lo practique. Tits Up!
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