Hace una semana que The Good Place, la última joya de Michael Schur, nos ha dicho adiós y su despedida todavía se nos atraganta. No tener una píldora de la vida en el más allá cada viernes va a ser duro pero nos quedamos con lo grande que se ha vuelto esta pequeña serie. Con sus altos y sus bajos, se une a otras enormes comedias americanas como The Office, Parks and Recreation o Brooklyn Nine-Nine, no es casualidad que todas tengan el mismo sello.
La serie protagonizada por Eleanor, Michael, Tahani y compañía nos ha tenido "engañados" durante estos cuatro años. No hemos sido conscientes, yo creo, de que durante estos cincuenta episodios toda nuestra pandilla estaba muerta. Esta ilusión de la vida después de la muerte, la dicotomía Good Place-Bad Place, las torturas, la "resurrección" o la revelación contra el sistema han sido ingredientes de una receta deconstruida de lo que la muerte significa. Al verles directamente en su after life, no hemos sentido el duelo, y ahora que son ellos mismos los que deciden dejarnos, dejarse, nos duele un poco más.
La gran revelación de esta cuarta temporada ha sido que aunque The Bad Place es un desastre y el sistema de puntos es una condena para toda la humanidad, la gente que se ha hecho un hueco en The Good Place no es mucho más feliz. Es otro tipo de tortura, la de la falta de motivación, la de la rutina que te absorbe, la de la falta de metas. Ese buen lugar diseñado para que puedas cumplir todos y cada uno de tus sueños, incluido el oír todas las cosas bonitas que la gente decía cuando tú no estabas, absorbe poco a poco la energía de la gente. ¿Cuánto tiempo puedes aguantar haciendo una y otra vez algo por mucho que te guste?, ¿cuántas cosas te apetece probar como para necesitar toda una eternidad para hacerlas?
La solución parece sencilla. Crear una puerta que puedas cruzar a tu voluntad cuando creas que ya has vivido suficiente after life. "Vivir" sabiendo que puedes terminar, te permitirá disfrutar de la experiencia más y mejor. Curioso que la respuesta para disfrutar de la vida en el más allá sea el acceso a una segunda muerte. Así comienzan los últimos cincuenta minutos de The Good Place, mostrándonos como casi todos los personajes que hemos aprendido a querer deciden acabar su existencia con el paso de los Jeremy Bearimy.
Ver a Jason ser el primero en cansarse de vivir puede parecer irónico pero también lógico, es el que menos inquietudes tenía, aunque acaba retrasando su viaje buscando un regalo en el bosque que tenía en el bolsillo. Tahani se ha sabido reinventar, y después de lograr todas las metas de su To-Do list, decide convertirse en arquitecta. Pero para lo que no estábamos preparados era para que Eleanor y Chidi se cansasen de su eternidad juntos. Cierto es que han estado muchos Jeremy Bearimy juntos pero ver a Chidi cruzar la puerta nos arranca un poco el corazón. Además, Michael consigue vivir una vida humana y una vez Eleanor cruza la puerta, nos despedimos para siempre de The Good Place. ¿Y ahora qué?
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