El primer parón de la última temporada de The Walking Dead ha llegado. La serie madre descansará hasta el 20 de febrero y lo hace sin haber cerrado lo que creíamos que iba a ser el primer arco narrativo. Todavía queda algo de combustible en el tanque de los Reapers aunque no entendamos por qué. ¿Qué necesidad de estirar el chicle?
La estrategia de Maggie y Negan de acercarse como susurradores a Meridian surte efecto. El grupo de Pope no entiende el extraño comportamiento de los zombies, pero su líder no tiene dudas: Maggie está detrás de todo. Me parece que han sido un poco chapuzas al no haber recurrido en ningún momento a los flashbacks para ponernos en contexto. El odio de Maggie hacia Pope lo entendimos porque les quitó su hogar; pero para que el líder de los Reapers guarde tan mal recuerdo de “la Mujer” han tenido que pasar cosas que hubiese merecido la pena ver.
La misión de incógnito de Daryl se termina en este episodio cuando decide sabotear a sus nuevos amiguitos y dejar que su familia entre en el pueblo. Sin embargo, el mayor riesgo lo toma al decidir ser sincero con la mujer que fue una vez su amada. Daryl le cuenta a Leah todo, y decide así dejar su futuro en sus manos. Las palabras de Nixon son el catalizador que necesita ella para matar a Pope, pero no para dejar de ser una Reaper. Se hace con el control de la organización y deja vendido a Daryl, que se reúne con Maggie y los demás a la espera de un nuevo ataque de los hombres de Leah.
En Alexandría las cosas se complican por culpa de una fuerte tormenta que arranca parte de los muros. También se incendia el molino, Cosas que pasan. Y el grupo entra en modo reparación. No es la primera vez que la lluvia se convierte en enemigo del grupo, así que ha sido gratamente sorprendente que consigan mostrarlo desde una perspectiva que no esperábamos.
Cuando Aaron, Magna, Kelly, Carol y Connie salen a la intemperie a arreglar los desperfectos, dábamos por hecho que una vez más iban a dejar a Rosita sentada en el banquillo, sin tiempo en pantalla y cuidando de los niños y los débiles. Curioso que sea el grupo que se queda en casa el que más acción tiene. Ya era hora. Rosita, como una de las líderes de Alexandria, entra en modo badass para ganar tiempo cargándose sola a un buen puñado de zombies. La propia Angela Kang asegura que Christian Serratos es una de las mejores del reparto en las escenas de acción, y que intentan que se luzca de vez en cuando. ¿Recordáis su pelea con Beta la temporada pasada? Pues eso.
Los niños también empiezan a tener más tiempo para desarrollarse. Sobre todo, Gracie, la hija de Aaron, que admirando la valentía de Judith y Rosita quiere ser más como ellas. Sin duda es una manera interesante de mostrar como incluso en el apocalipsis se pueden educar de manera diferente a los niños. Mientras Judith ha estado desde siempre en medio de todo, Aaron ha sido muy protector con su hija, y esas diferencias empiezan a ser determinantes una vez los niños ganan conciencia. Esta generación nacida en el Apocalipsis son una clase distinta de humanos. No conocen nada que no sea muerte y supervivencia, y aun así, se pueden establecer límites para evitarles el sufrimiento.
El episodio termina dejando a las dos niñas atrapadas en un sótano que se inunda y cuya única salida es una débil puerta que las separa de los zombies que han conseguido entrar en la casa. ¿Corren realmente peligro o se salvará en el último momento cuando Aaron, Magna y las demás regresen de la nada?
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