Y mira que no hay año que me pregunte: a estas alturas de la película, ¿de verdad ha habido diez producciones que se me hayan aparecido cual presencia mariana porque sí, por mi cara bonita, a revelárseme después de 800 series vistas? Pues las ha habido, fíjate tú. Y hasta me ha costado dejar fuera varias honorables menciones.
Podría optar por un top 3 del Calamar, WandaVision y Rocío Carrasco, pero voy a ser una persona consciente del clic que has hecho y voy a proponer 10 títulos no tan debatidos que quizás se te hayan pasado, quizás te han dado pereza o directamente no te haya sido capaz de abarcar en esta maravillosa burbuja inmobiliaria televisiva que a saber cuándo terminamos de reventar.
10. Brand New Cherry Flavor (Netflix)
Vamos a empezar por el veranito, que lo echamos de menos. Nick Antosca, el creador de Channel Zero, se muda a Netflix en agosto con este thriller entre el terror corporal y el psicológico. Ese glossy Los Angeles de los años 90 es testigo de una historia de ambiciones, abusos sexuales, venganza y brujería de pantano profundo que expone toda la ponzoña a la que estamos ya más que acostumbrados, Me Too y too también.
La factura visual de esta sucesión de regurgitaciones felinas y otras guarradas más o menos viscerales se entremezcla con una trama tan surrealista como negro es su humor. El bote salvavidas que hay que lanzar a la marabunta semanal de estrenos de Netflix es sin duda para rescatar esta joyita.
9. It's a Sin (Channel 4)
Y seguimos con el terror, porque esta es la mayor historia para no dormir del año. Al amigo Russell T. Davies ya le tenemos el pulso pillado. A día de hoy sigue su proceso legal por la demanda colectiva que impusimos por la patera de Years and Years en 2019. Pese a esos daños y perjuicios pendientes, el bueno de Russell se las ha ingeniado para hablar de la otra pandemia que hemos vivido y que a veces se nos olvida.
El retrato del impacto del SIDA en este grupo de alegres homosexuales británicos durante los años 80 es tan salvaje, tan desgarrador y tan despiadado que es la única serie en muchos años por la que he tenido que apartar la mirada de la televisión. Pensamos que lo hemos visto todo, pero parece que se nos han olvidado muchos horrores.
No ha podido ser un año más espectacular para la comedia y ya lo iréis viendo según avance la lista. Sobre todo para la comedia femenina. Y pensar que los despachos de las cadenas se pasaron décadas llenos de señoros diciendo que las mujeres no tienen gracia. La madre que los parió a todos.
En el catálogo de Peacock tenemos este año a una discípula de Santa Tina Fey presentándonos a un grupo de pop noventero que no tiene mejor plan que intentar reunirse 30 años después para resucitar una carrera de la que nadie se acuerda, a nadie importa y sólo les va a traer bochornos. ¿Qué más se le puede pedir? Un guion tan brillante como su reparto. Porque quién iba a pensar a estas alturas del apocalipsis que Sara Bareilles te valía tanto para cortarte las venas con su música como para partirte el ojete con tus dotes actorales.
7. Schmigadoon! (Apple TV+)
Más comedia, más musical, pero esta va mucho más al mindfuck. Hemos tenido musicales country con Nashville, R&B con Empire, Broadway en Smash y lo que sea a lo que podamos referirnos cuando nos acordamos de Glee. Pero nos faltaba el cine musical de los años 40.
Con un reparto más All Stars que las chicas de RuPaul (cuántos iPhones habrán muerto prematuramente para financiar esta maravilla), este título tan fácilmente googleable es la comedia más meta que os vais a echar a la cara desde que cayó Community. Una pareja en crisis entra en una dimensión alternativa donde todo se canta, todo se baila, todo tiene unas normas de época dorada de un Hollywood arcaico y su propio cinismo frente al romanticismo ultraedulcorado de antaño será su única arma y a la par obstáculo para sobrevivir en este glorioso cruce entre The Walking Dead y Cantando bajo la lluvia.
6. Yellowjackets (Showtime)
“American Horror Story: lo que Ryan se perdió” o algo así podríamos titular la sorpresa rezagada del año. Showtime se ha sacado un as de la manga a última hora con este thriller de supervivencia con elementos de lo más macabros y nos va a faltar año para resolver este cuadro. El avión en el que viajaba un equipo de fútbol femenino de instituto se estrella en mitad de los bosques entre EE.UU. y Canadá y durante 19 meses las chicas ¿sobreviven? ¿Qué hacen para sobrevivir? ¿Quiénes de todas realmente consiguen salir de la isla del bosque? ¿Cómo lo hacen? Y, lo más importante de todo: ¿qué cojones hay ahí?
Muy lo que nos pasó con Lost y su narrativa de flashback/flashforward hace (no voy a decir hace cuántos porque el dato nos va a hacer sentir seniles) años, pero sin caer en el error de llamarla "la nueva Perdidos" con la que nos cargamos numerosas series en su momento. Una muy grata adición al género del gore y el pellizco con el estómago.
5. Mare of Easttown (HBO)
Llevamos innumerables detectives atormentados en busca de un caso que sacude un pueblecito en mitad de la nada de Estados Unidos. Si en 2021 hay una premisa que está tirando a raída es esa, por mucho gran nombre de la gran pantalla que te financies. Aún más escepticismo levanta cuando hace dos años HBO probablemente hubo tocado techo con ese tipo de dramas vía Amy Adams y Sharp Objects (dientes dientes, que es lo que les jode). Y pese a todo esto, va la Mare y lo revienta.
Excediendo toda expectativa, Kate Winslet, Evan Peters y Jean Smart navegan un whodunnit de fórmula clásica pero intensísimo ritmo. Mare of Easttown se luce con un guion a prueba de balas que, según despega al final de su episodio de presentación, te sentencia a cancelar tu vida para devorar el resto de la miniserie. Easttown se ha convertido en el Cluedo del año y necesitáis jugarlo, si la densidad emocional de todas las subtramas del pueblo de la Winslet os deja.
Qué buena escuela derivó de Get Out y Us y qué gran tránsito al formato seriado ha tenido. Them ahonda aún más en la herida del racismo sistémico y de los terrores que hay en sus raíces. Terrores sociales y terrores de todo menos alegóricos que rozan lo inenarrable. No porque Them vaya falta de dinamita desde el minuto uno, pero no es hasta el quinto episodio en el que somos testigos de un giro tan salvaje y tan brutal que la catapulta al must masoquista del año.
Más allá del momento del "cat in a bag", Them no falla ni una oportunidad para recordarnos que hasta el horror más inhumano se puede plasmar a través de unos visuales tan exquisitos como incómodos.
3. Sort Of (CBC)
Agárrense a sus asientos, la montaña rusa de la diversidad se prepara para llevarles por un triple tirabuzón mortal hacia atrás con caída libre y agüita incorporada. Sort Of, ¿qué nos trae? Queer millennial primera generación pakistaní-canadiense de género fluido que pone copas en un bar de ambiente compaginándolo con ser la niñera de una familia interracial suburbana torontense. O toronteña. Lo que sea, es el menor de los detalles de esta sinopsis.
Sabi, en su descojonante bloqueo emocional y existencial, tiene una misión este año: soterrar la mala costumbre de poner personajes queer en un socorrido segundo plano, ligerito y divertido, para ponerse la medalla arcoíris. No se ha indagado tanto en las identidades no binarias como hasta ahora, desde el absoluto protagónico, y nutriendo a la comedia de dimensiones mucho más allá de un potencial discurso pancartero LGBTQ+. Probablemente, uno de los retratos más interesantes del año, y en cómodas porciones de media hora.
2. Hacks (HBO Max)
Qué buen año ha tenido HBO Max. Entre las apuestas con el presupuesto Warner y todos los fichajes que se trajeron del grupo, se han cubierto de oro. Eso sí, la joya de la corona que doblega a toda crítica y no crítica es Hacks. El antecedente de series sobre monologuistas (¿alguien se acuerda de I’m Dying Up Here?) no era particularmente halagüeño, pero madre mía, Deborah Vance, cómo te sobras.
Deborah Vance es una humorista de la vieja guardia que, ante el ocaso de su carrera, tiene que dejarse alimentar por savia nueva en forma de comedianta postmillennial desterrada por la cultura de la cancelación tuitera. El choque generacional entre la diva venida a menos y la voz de su generación wannabe no puede ser mejor premisa. Firman la serie tres guionistas que vienen de Broad City. ¿Qué más añadir?
1. We Are Lady Parts (Channel 4)
Cuántas producciones de gloria nos hemos perdido por culpa de no perderle el miedo a la diversidad a tiempo. We Are Lady Parts aúna en sí todo lo que no estamos acostumbrados a ver: una religión infrarrepresentada en los medios generalistas, el feminismo y el colapso oficial del prejuicio. Esta comedia de Channel 4 va más allá de mostrarnos la vida de la comunidad musulmana. Es una master class de cuánto tiempo nos llevan privando de tesoritos así gracias al estereotipo de ese único musulmán que de vez en cuando dejaban caer en reparto por motivos de cuota.
Y todo esto mientras montan un grupo de punk. Dile tú a un directivo en 2005 que te apruebe esto, que te va a reventar la cabeza. Y nos la reventaron las Lady Parts por suerte. Nos lo tomaremos por el positivo: qué bonito es que todavía queden palos por tocar que puedan sorprendernos de esta manera.
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