La última temporada de The Walking Dead cierra su primer arco narrativo con el arranque de la segunda de las tres partes con las que cuenta y lo hace con algo que podría haber pasado perfectamente en octubre, antes del parón. Porque, siendo sinceros, la primera tanda no ha sido todo lo reveladora y relevante que podría haber sido. ¿Relleno? Yo no digo nada.
A nivel narrativo, este arco estaba diseñado para mostrarnos el desarrollo de Maggie después de haber estado ausente temporada y media. La exlíder de Hilltop ha tenido que enfrentarse a una realidad que la ha descolocado: después de tantos años, ella y Negan no son tan distintos. Ambos parecen estar dispuestos a lo que sea para proteger sus ideales. Hemos visto a Maggie tomar decisiones complicadas a lo largo de esta temporada y tener que enfrentarse a ellas, como cuando dejó morir a Gage. O estás con Maggie o contra ella. Y esa es la razón por la que vemos que Negan decide continuar su aventura apocalíptica en solitario.
La batalla contra los Reapers entra en el tiempo de descuento gracias a la trama de Leah y a la cuestionable decisión de alargar la vida de una trama que tendría que estar ya enterrada. Maggie tiene ante sí la posibilidad de perdonar la vida de los tres últimos Reapers (Leah incluida) y decide acribillarles por la espalda a balazos. No os preocupéis. Leah sale con vida, imaginamos que para que Daryl tenga algo que contarnos en su futuro spin-off con Carol.
El viaje "oscuro" de Maggie es algo que llevamos tiempo viendo venir. De hecho, la guerra con Negan y su enfrentamiento con Gregory ya fueron muestras de lo que está dispuesta a hacer por su idea de justicia. La decisión de colgar a Gregory o de enviar a un salvador muerto como advertencia al Santuario fueron indicativos de que no se juega con Maggie. Aunque seguimos viéndola afectada por sus acciones.
No es el único impacto emocional que recibe Maggie en este episodio, pues es la encargada de poner punto final a la aventura de Alden en la serie. El personaje al que ha interpretado Callan McAuliffe ha estado en la serie tanto tiempo como algunos favoritos de los fans (Enid o Beth), y nunca ha tenido la oportunidad de brillar. Lo único que deja su muerte es un bebé huérfano que, intuimos, acabará convertido en hijo de Aaron.
Otro que arrastra conflictos internos desde hace demasiado tiempo es Gabriel. Su falta de conexión con Dios y su falta de fe siguen consumiendo minutos y minutos que esperemos terminen con su colapso. Todo este martirio debe tener una recompensa para los espectadores que le hemos visto matar ya a tres hombres sin miramientos. ¿Qué más nos puede dar el personaje? Parece que no mucho.
El conflicto zombie de Alexandria se resuelve sin mayor problema. Las niñas se salvan porque, como predijimos, papá Aaron llega a tiempo de salvarlas. Y Lydia llega a tiempo de salvarle a él. El resto corretea por el fondo sin mayor problema. Todos los problemas se terminan justo a tiempo de reunirse con los pocos supervivientes de la aventura de Maggie y de recibir una visita sorpresa: Eugene llega con las gentes de la Commonwealth para darles a elegir entre unirse a ellos o quedarse allí con la ayuda necesaria para reconstruir sus vidas. Qué habrá decidido cada uno será una de las cosas a descubrir la semana que viene.
De momento, hemos visto que, tras un salto temporal de seis meses, Maggie, que vuelve a liderar Hilltop, está en pleno conflicto con la Commonwealth y tiene una visita un tanto agresiva de uno de sus guardas: Daryl.
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