Han pasado dos meses desde que se estrenara The Walking Dead: Dead City, la quinta serie de la franquicia zombie de AMC, y por fin hemos aprovechado para ver los 6 episodios del tirón. Después de poner el broche final a la serie madre, necesitábamos cierto tiempo para coger aire. Las aventuras de Maggie y Negan continúan en New York y lo harán durante un tiempo, ya que la miniserie no lo es tanto, y ya tiene segunda temporada confirmada.
Hablar de si los spin-off de The Walking Dead son necesarios o no es complicado. Podemos defender que necesitamos saber qué ha pasado con Rick y Michonne, o que nos quieran explicar qué ocurre en Europa a través de Daryl, pero digamos que este primero con Maggie y Negan era uno que nos podíamos ahorrar.
El principal hándicap de esta nueva aventura es su falta de originalidad. No solo no nos muestran nada nuevo, sino que reciclan dinámicas que ya hemos visto antes, e incluso reutilizan una trama que hemos visto en la temporada 11 de The Walking Dead. Además, desentierran del archivo flashbacks de la muerte de Glenn y no paran de referenciar al Santuario una década más tarde. No avanzan.
El catalizador de la serie es un nuevo secuestro de Hershel Jr. Es la tercera vez que vemos a Maggie buscando a su hijo, un hijo que, con la edad del pavo, se ha vuelto insoportable. Vimos en la última temporada de la serie original como The Commonwealth le utilizaba como rehén y cómo Negan ayudaba a Maggie a encontrarle. Esta vez ocurre exactamente lo mismo.
Además, los primeros 8 episodios de la temporada 11 de The Walking Dead consistieron en Maggie y Negan liderando un grupo de supervivientes a través del metro de DC para poder llegar a Meridian. Aquí, vemos exactamente lo mismo, cambiando DC por Nueva York, visitando el metro y las alcantarillas.
El nuevo villano de la serie es un viejo conocido de Negan. Es un exsalvador al que Negan exilió por pasarse de sádico. Estamos hablando del Negan que le quemó media cara a Dwight por intentar huir con su mujer. Cogido un poco con pinzas.
Pero no todo es viejo, también presentan algunas novedades que pueden dar juego. Por un lado, tenemos New Babylon, un asentamiento bastante avanzado. Lo hacemos a través de Perlie Armstrong (Gaius Charles, Friday Night Lights), un marshal cuya misión es arrestar a un Negan en busca y captura por asesinato. De esta ciudad conocemos poco todavía, pero parece que cogerá fuerza en la segunda temporada por su necesidad energética.
El otro foco nuevo es la ciudad de Nueva York. De momento, Manhattan. Una isla bajo el dominio de un grupo muy peligroso cuya fuente de poder es energética. Una sociedad aislada y borracha de sí misma que quiere expandirse pronto.
La serie da poco de sí. El presupuesto no es el más elevado, los cromas vuelven a hacernos llorar y la historia pide a gritos que Negan acabe muriendo de una vez. ¿Hasta cuándo nos van a hacer seguir con esto?
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