London. 1874.
Keep your wits about you. This city is vast and intricate and you do not know your way around.
You imagine from other stories you’ve read that you know it well. But those stories flattered you. You are an alien from another time and place altogether. You don’t even know what hour it is, do you? Nor do most, where you’re going. Here, people go to sleep as soon as the gin takes effect. You’ve allowed yourself to be led astray, and there’s no hope of finding your way back…
Keep your wits about you. This city is vast and intricate and you do not know your way around.
You imagine from other stories you’ve read that you know it well. But those stories flattered you. You are an alien from another time and place altogether. You don’t even know what hour it is, do you? Nor do most, where you’re going. Here, people go to sleep as soon as the gin takes effect. You’ve allowed yourself to be led astray, and there’s no hope of finding your way back…
Puede que las entendáis o no, pero con estas palabras comienza The Crimson Petal and The White, magnífica adaptación de la novela posmoderna de la era victoriana de Michel Faber (2002), que la BBC Two ha emitido durante las últimas semanas. La adaptación, a cargo de la escritora Lucinda Coxon (The Heart of Me) y bajo la dirección de Marc Munden (The Devil's Whore), cuenta con un increíble reparto, por lo inesperado y por lo efectivo: Romola Garai (Atonement), Chris O'Dowd (The IT Crowd), Amanda Hale (Murderland), Shirley Henderson (Trainspotting), Richard E. Grant (Dracula), Mark Gatiss (The League of Gentlemen) y sobre todo la gran Gillian Anderson (The X Files).
Las palabras que abren este texto pertenecen a Sugar (Romola Garai), una joven de diecinueve años que vive y conoce un mundo de oscuridad y sombras. Ejerce la prostitución desde la infancia, empujada por su propia madre, una oscura y perversa Mrs. Castaway (Gillian Anderson). Siguiendo un folleto informativo, William Rackman (Chris O'Dowd), caballero de treinta y tantos y heredero de un gran negocio familiar que apenas le interesa, acude al lupanar de la Castaway guiado por la reputación de la pelirroja Sugar. Atrapado en un matrimonio sin sentido con Agnes (Amanda Hale), hermosa aunque enfermiza mujer que aborrece tanto el sexo como la maternidad (de hecho, tienen una hija a la que nunca ven), William no solo encuentra placer carnal en la hermosa Sugar, sino una conexión que nunca había experimentado, con la que comparten el placer por la cultura y la literatura. La joven cautiva inmediatamente al joven señor, hasta el punto de que éste decidirá no tener que compartirla con nadie y comprar enteramente sus servicios. No obstante, las atenciones que exigen su padre, para que William continúe con su deber empresarial, así como Agnes, atrapada en un mundo de locura, terror y anorexia, harán que el joven Rackman tenga que decidirse entre ambas mujeres a las que ama por igual: el pétalo carmesí, y el blanco.
La historia, tórrida y explícita, tras la cual ando desesperadamente (Pétalo Carmesí, Flor Blanca de Anagrama), necesitaba una visión lo suficientemente realista como para poder retratar convenientemente lo que es una visión nada convencional de una época para lo que estamos acostumbrados. Sin duda, la fotografía, a cargo de Lol Crawley (Four Lions), y la música de Cristobal Tapia de Veer, han ayudado a la construcción de una atmósfera agobiante, oscura, sensual y misteriosa. The Crimson Petal and The White consigue en tan solo cuatro capítulos dar la vuelta a toda una época cuyos clichés son sobradamente conocidos, y mantiene una tensión incesante desde su increíble introducción hasta el caótico y confuso final: el juego gráfico de colores, luces, recortes y desenfoques se mantiene constante sobrepasando ciertas incoherencias y agujeros en la trama, recreándose para la vista del espectador y para la propia historia.
El pétalo carmesi y el blanco, y sus paralelismos
Tras el orgásmico repertorio audiovisual, que merece un sobresaliente como poco (el campo de violetas, las paredes rojas, las calles del putiferio...), el reparto se postula como el segundo punto fuerte de esta producción. La sorprendente Romola Garai le otorga a Sugar, el pétalo carmesí, el toque misterioso y sensual necesario para dar forma a un personaje cautivador, duro, inteligente, curioso y anómalo, que padece soriasis y no se depila las axilas (un puntazo, para qué negarlo): una prostituta que comienza odiando al mundo, a los hombres y a todo lo que la rodea, que se da cuenta con el paso del tiempo de que sus ambiciones no son tan distintas de las de cualquier mujer. Por otro lado, el pétalo blanco, Agnes (interpretado por la algo menos capaz Amanda Hale), es una mujer que nunca terminó de crecer y cuya excentricidad no deja a nadie indiferente; fantasmagórica, religiosa, obsesionada con su aspecto físico y cuya enfermedad no es precisamente mental. Los dos pétalos son el epicentro de esta historia, y de la obsesión de William Rackman, tras el cual Chris O'Dowd se impone con esfuerzo aunque suficientemente a un personaje que en mi opinión tal vez le queda demasiado grande.
No obstante, uno de sus errores y principales deficiencias viene causado por sus propias destrezas: The Crimson Petal and The White, una novela extensa y explícita, necesita de cierto dramatismo y crudeza visual, pero el excesivo despliegue visual deja atrás a la propia historia, abandonada a la suerte y, sobre todo, a la imaginación de un espectador que se puede llegar a perder en ciertas cuestiones que no se quieren explicar en la trama. Las historias inacabadas y los vínculos poco específicos (qué decir de la extraña inclusión de una relación como la de Mrs. Fox y Henry Rackman Jr., a todas luces innecesaria después de su nulo desarrollo), confunden y abren unas dudas que nunca se llegan a resolver. Sin duda, con cuatro horas no se cubren una historia que necesita un desarrollo mucho más específico.
Aún así, las cuatro horas de producción son un lujo visual que merece la pena. Recomiendo el visionado, pues su desarrollo es sorprendente y entretenido. Merece la pena, os lo aseguro.
No obstante, uno de sus errores y principales deficiencias viene causado por sus propias destrezas: The Crimson Petal and The White, una novela extensa y explícita, necesita de cierto dramatismo y crudeza visual, pero el excesivo despliegue visual deja atrás a la propia historia, abandonada a la suerte y, sobre todo, a la imaginación de un espectador que se puede llegar a perder en ciertas cuestiones que no se quieren explicar en la trama. Las historias inacabadas y los vínculos poco específicos (qué decir de la extraña inclusión de una relación como la de Mrs. Fox y Henry Rackman Jr., a todas luces innecesaria después de su nulo desarrollo), confunden y abren unas dudas que nunca se llegan a resolver. Sin duda, con cuatro horas no se cubren una historia que necesita un desarrollo mucho más específico.
Aún así, las cuatro horas de producción son un lujo visual que merece la pena. Recomiendo el visionado, pues su desarrollo es sorprendente y entretenido. Merece la pena, os lo aseguro.
Opening
Preview
Genial post :)
ResponderEliminarA mi O' Dowd me gustó, quizá porque lo tengo tan asociado a la comedia que fue refrescante verlo en un papel tan distinto. Garai es una actriz increible, yo que la vi en Emma, pero no me la imaginaba que pudiera dar en el clavo con un personaje tan complejo. Tengo una curiosidad insana por leer la novela tb. Estoy de acuerdo en que la trama de Miss Fox queda colgando, pero no afecta demasiado al conjunto, o al menos no la echo de menos.
PD: No había caído en que las manchas pudieran ser soriasis, yo lo asocio más a la porquería en la que vivía Sugar... Y el detalle de las axilas, grande!
La vi hace ya un tiempo y me pareció un cuento perverso con un ambiente onirico muy particular.
ResponderEliminarInteresante.