Seguramente llegue tarde a sumarme al fenómeno Six Feet Under, puede que hasta una década después. No obstante, la simple mención de la serie en cualquier red social parece provocar una reacción similar a la que podría recibir cualquier serie de éxito de la actualidad, como si no hubiera acabado hace años y fuera todavía un producto de obligado seguimiento semanal. Es lo que ocurre cuando lo que tenemos entre manos es una serie de culto, término profundamente sobrevalorado pero que demuestra aquí su propia realidad al perseverar sus principales características: su recuerdo y su recomendación; y no hay duda de que la mayoría de los que fueron sus espectadores la recomiendan fervientemente. La casualidad ha hecho que termine de ver su primera temporada pocos días después del décimo aniversario del inicio de su emisión.
La realidad es, no voy a negarlo, que como ocurre con todas las series de culto lo que he visto hasta el momento no me ha parecido para tanto. Obviamente, apreciar una serie y ponerla en la vitrina de los miembros de honor es un proceso que necesita más fermentación que la que se produce en una única temporada (ojo, para algunos es suficiente), pero hasta el momento lo único que he visto es la exhibición de un grupo de fantásticos personajes que tienen la capacidad potencial de conquistarme como espectador. Que Six Feet Under es una obra maestra es innegable, sobre todo si observas las repercusiones que ha tenido en muchas series posteriores y en el público en general, pero no ha conseguido engancharme ni provocar en mí ninguna necesidad. Al menos de momento, claro.
La realidad es, no voy a negarlo, que como ocurre con todas las series de culto lo que he visto hasta el momento no me ha parecido para tanto. Obviamente, apreciar una serie y ponerla en la vitrina de los miembros de honor es un proceso que necesita más fermentación que la que se produce en una única temporada (ojo, para algunos es suficiente), pero hasta el momento lo único que he visto es la exhibición de un grupo de fantásticos personajes que tienen la capacidad potencial de conquistarme como espectador. Que Six Feet Under es una obra maestra es innegable, sobre todo si observas las repercusiones que ha tenido en muchas series posteriores y en el público en general, pero no ha conseguido engancharme ni provocar en mí ninguna necesidad. Al menos de momento, claro.
La serie comienza con la muerte de Nathaniel Fisher (Richard Jenkins), propietario de la funeraria Fisher & Sons, tras tener un accidente en el que es arrollado por un autobús. Su familia se ve en la necesidad de afrontarlo: su mujer, Ruth (Frances Conroy, Happy Town), que oculta un secreto algo oscuro; su hijo David (Michael C. Hall, Dexter), que también tiene otro que ocultar; su hija pequeña Claire (Lauren Ambrose, Torchwood) que se entera de la noticia colocada de metanfetamina; y su hijo recién llegado a la ciudad Nate (Peter Krause, Parenthood), que había estado alejado de la familia y que en aeropuerto tiene una sesión de sexo casual con Brenda Chenowith (Rachel Griffiths, Brothers & Sisters), comenzando una extraña relación que veremos en los siguientes capítulos.
A partir de aquí, afrontando la pérdida de su padre, vemos a los Fishers reestructurar sus respectivas vidas tras la muerte del patriarca: el renacer romántico de Ruth, la exploración de la sexualidad de David, el sendero adolescente de Claire; la relación entre Nate y Brenda, que va más allá de lo esperado, y entre Nate y David, completamente antagonistas. También vemos cómo se relacionan los Fisher con otros personajes secundarios: Rico (Freddy Rodriguez, CHAOS), el embalsamador; Gabe (Eric Balfour, Haven), compañero de Claire; Keith (Matthew St. Patrick, Reunion), novio de David; Hiram (Ed Begley, Garry Unmarried) y Nikolai (Ed O'Ross), amigos de Ruth; Billy (Jeremy Sisto, Law & Order), el perturbado hermano de Brenda; o Gilardi (Gary Hershberger, Grey's Anatomy), representante de la funeraria Koehner, interesada en absorber a los Fisher. Un cúmulo de personajes y relaciones interesante, profundo y que regala momentos brillantes, dramáticos e incluso hilarantes en ciertas ocasiones.
A partir de aquí, afrontando la pérdida de su padre, vemos a los Fishers reestructurar sus respectivas vidas tras la muerte del patriarca: el renacer romántico de Ruth, la exploración de la sexualidad de David, el sendero adolescente de Claire; la relación entre Nate y Brenda, que va más allá de lo esperado, y entre Nate y David, completamente antagonistas. También vemos cómo se relacionan los Fisher con otros personajes secundarios: Rico (Freddy Rodriguez, CHAOS), el embalsamador; Gabe (Eric Balfour, Haven), compañero de Claire; Keith (Matthew St. Patrick, Reunion), novio de David; Hiram (Ed Begley, Garry Unmarried) y Nikolai (Ed O'Ross), amigos de Ruth; Billy (Jeremy Sisto, Law & Order), el perturbado hermano de Brenda; o Gilardi (Gary Hershberger, Grey's Anatomy), representante de la funeraria Koehner, interesada en absorber a los Fisher. Un cúmulo de personajes y relaciones interesante, profundo y que regala momentos brillantes, dramáticos e incluso hilarantes en ciertas ocasiones.
Por otro lado, la idea de estructurar los episodios alrededor de un funeral y de un fallecido aunque los personajes no se involucraran mucho en él me ha parecido estupenda, otorgándole el sutil toque procedimental que en mi opinión muchísimas series necesitan, marcando un principio y un final a cada capítulo. No obstante, he de admitir que la mayoría de las tramas que rodean a los Fisher en esta primera temporada no tendrían mayor interés si no fuera porque eran los Fisher, de hecho, los que las protagonizaban. Porque que una serie se enfoque en los aspectos más oscuros de la humanidad y de la espiritualidad humana está muy bien, pero sin los grandes actores que pusieron cara a personajes aún más grandes, poco más se podría decir de esta creación de Alan Ball (padre de True Blood, relación que todavía no entiendo).
Tramas como las de Billy prácticamente en su conjunto, la de Claire y Gabe y la relación al principio de la temporada entre Dave y Keith me resultaron francamente pesadas, pero en general el resto de historias y sobre todo la forma de narrarlas me parecieron muy interesantes, y los personajes que las desarrollan están tan bien dibujados y definidos que es imposible que no notes cierta atracción hacia el producto. Las relaciones con los difuntos en forma de espíritus simbólicos de moralidad y conciencia, así como los momentos más sórdidos del apartado cómico de la serie son estupendos. Y con lo fan que soy de los opening, el de esta serie es una maravilla.
Pronto empezaré la segunda temporada, la cual cogeré con gusto pues Six Feet Under lleva un ritmo interesante y estoy seguro que me acabará atrapando.
Tramas como las de Billy prácticamente en su conjunto, la de Claire y Gabe y la relación al principio de la temporada entre Dave y Keith me resultaron francamente pesadas, pero en general el resto de historias y sobre todo la forma de narrarlas me parecieron muy interesantes, y los personajes que las desarrollan están tan bien dibujados y definidos que es imposible que no notes cierta atracción hacia el producto. Las relaciones con los difuntos en forma de espíritus simbólicos de moralidad y conciencia, así como los momentos más sórdidos del apartado cómico de la serie son estupendos. Y con lo fan que soy de los opening, el de esta serie es una maravilla.
Pronto empezaré la segunda temporada, la cual cogeré con gusto pues Six Feet Under lleva un ritmo interesante y estoy seguro que me acabará atrapando.
Pues, en mi caso es una obra maestra y si que engancha, tanto que la tengo entera en DVD y tengo hasta una camiseta... Me parece fascinante su reflexión sobre la muerte, y tiene unos personajes con los que es muy facil identificarse.
ResponderEliminarPasate por nuetro blog para leer lo que escribi sobre ellas si te apetece
Un saludo