Es curioso cómo funciona el humor en el ser humano. Sin tratar de explicar cómo y por qué nos reímos, de lo cual no podría decir mucho debido a mi ignorancia sobre temas biológicos y psicológicos, es necesario, significativo y sinceramente curioso enfocar una reflexión sobre el por qué determinados productos televisivos nos producen alegría y ganas de reir debido, en la mayor parte de las ocasiones, a que ciertos chistes, gags y bromas nos inspiran estos sentimientos. Hasta ahí todo es razonable: dependiendo del sujeto, ciertas cuestiones más o menos sutiles producen reacciones hilarantes por motivos fundados. Es la pura lógica de la acción-reacción humorística que no necesita mayor explicación.
No obstante, la verdadera reflexión que surge de todo esto es: ¿por qué en ocasiones nos reímos cuando en el fondo no tenemos razones para hacerlo? No me refiero a la risa producida por el empuje de mecanismos como las risas enlatadas o porque el personaje de turno ha hecho una mueca cómica (aquí todavía sigue siendo razonable), sino que en determinadas ocasiones nos reímos cuando no hay razón aparente para ello salvo el empuje cómico del que abre la boca. Es decir: a veces, nos reímos cuando no hemos pillado el chiste. No somos menos inteligentes ni tenemos un sentido del humor menos afilado; simplemente, el chiste no estaba hecho para nosotros. Obviamente, me refiero a esas referencias a la cultura popular o a sucesos tanto históricos como de actualidad (estadounidense en la mayor parte de los casos) que no estamos destinados a entender pero de los que nuestro humor parece ser plenamente versado.
Aunque tales referencias aparecen tanto en series de corte dramático como cómico, aunque con una clara diferencia a favor de las últimas, quizá el ejemplo más obvio y comprensible sea el de The Simpsons. La exitosa serie de animación de Matt Groening que lleva 22 años de recorrido en la Fox y una larga historia de repeticiones en Antena 3 desde tiempos inmemoriables es probablemente el paradigma de esta reflexión. Desde críos (y no tanto) nos hemos reído con las aventuras y desventuras de Homer, Marge, Bart, Lisa y el bebé y hemos disfrutado sus capítulos una y mil, dos mil y tres mil veces. El color amarillo es mucho más significativo ahora que antes, hemos desarrollado un talento especial para reconocer diferencias en los doblajes, hemos aprendido canciones pegadizas y coletillas desternillantes y hasta hemos adaptado el universo Simpson a nuestra propia cultura, usándolo como base y referencia de nuestras propias expresiones humorísticas. El problema está en que aunque es comprensible el éxito que esta peculiar y disfuncional familia ha tenido en nuestras vidas, obviando que no es una serie para niños (otra típica coletilla de entendidillo que mira mal al niño con los ojos puestos en la pantalla amarilla), tampoco es una serie con un humor destinado a nosotros, residentes en un país que por muy socialmente americanizado que esté sigue estando al otro lado del charco.
Supongo que todos recordaréis, si es que habéis visto The Simpsons en alguna ocasión (oye, hay gente a la que no le dejaban), alguna escena o momento en el que no entendíais muy bien a qué se referían estos animados personajes, aunque no dudábais en reir o al menos soltar una risa tímida. El ejemplo que personalmente tengo en mente y que provocó en su día que razonara sobre el tema aparece en I'm Spelling as Fast as I Can (S14E12), en el que parte de la trama se centra en Homer volviéndose adicto una hamburguesa grasienta pero sabrosísima llamada Costiburguer que rápidamente retiran del mercado por insalubridad pero que se sigue vendiendo en ciertos Krusty Burguers siguiendo un extraño tour de grasa al que Homer no duda en sumarse. La divertida trama de Homer es graciosa simplemente por la percepción del personaje como un hombre que siempre está comiendo comida basura pero lo cierto es que, como tantas tramas, situaciones y chistes de The Simpsons, la Costiburguer está basada en una hamburguesa real, el McRib de McDonalds, por el que también se hacen tours con tal de volver a probar su sabor. Mirad la Wikipedia si no me creéis.
Reir nos reimos igual, claramente. Del mismo modo, nos hacen gracia las burradas que se hacen en Family Guy, American Dad y The Cleveland Show, implicando en muchas ocasiones a personajes, situaciones e historias conocidas por el público, así como otros elementos de la cultura popular, siempre rodeados por el aura de humor bruto de MacFarlane. Nos reímos indudablemente con la verborrea de Sheldon Cooper y su extraña panda en The Big Bang Theory a pesar de no tener, la mayoría de nosotros, ni idea de lo que están hablando. Nos encantan lo brutos que son los críos de South Park aunque sus historias tengan una base cultural detrás desconocida para muchos. Incluso nos hace gracia Liz Lemon y 30 Rock con el lenguaje metatelevisivo y político de muchas de sus parodias. Y así una larga lista de series cuyo humor y hasta cuyo fundamento se basa en la capitalización de referencias y símbolos de la cultura de masas, de las que seguro tenéis alguna en mente.
Obviamente, nada de todo esto tiene pretensión alguna de crítica sociotelevisiva, pues un servidor es tan humano y tan espectador como la mayoría. La cuestión, en el fondo, es señalar que reir es un placer altamente agradable, pero como tal debería plantearse con algo de cabeza. Del mismo modo que, si se diera el caso de que mañana la Fox comprara la española Aída, nadie esperaría que el público estadounidense pillara la ironía de que Belén Esteban apareciera en un episodio, ciertamente tampoco tiene mucho sentido que nos riamos de todas estas cuestiones que en muchos casos no alcanzan a nuestro entendimiento.
Aunque, como diría mi abuela, al menos tenemos algo por lo que reir. Eso es lo importante.
Pues todo tiene que ver con las culturas. Aveces yo tampoco entiendo sus chistes, pero igual me hacen gracia. Nada más las situaciones de la vida real, o las situaciones más absurdas me hacen reír.
ResponderEliminarOye te ha quedado un artículo muy majo y con toda la razón del mundo.
ResponderEliminarEn Friends, por ejemplo, también había muchas gracias y referencias a la cultura americana que, por lo menos en el doblaje español supieron adaptarlo de modo que los españoles pilláramos la gracia. No siempre, pero en su mayoría está bien adaptado.
En otras, en cambio, se dedican a traducirlo y no tiene sentido ninguno para nosotros. Sin embargo, como bien dices, la gente se ríe por inercia.
Y ya si hablamos de versiones originales sin más, estamos en el mismo caso que este último... Pero bueno, reir es sano.
Mr.Nobody: No solo en The Simpsons u otras comedias de animación del mismo corte (vale, en Futurama es exagerado), la realidad es que hay muchas series en las que no solo los diálogos sino también las actitudes, las imágenes, las secuencias están pensadas para recordar a referencias culturales y la mayor parte de las veces las pasamos por alto. Saludos y gracias por pasarte!
ResponderEliminarAnónimo: Yo también me río aunque no haya pillado el chiste. La cuestión es que, pensándolo bien, no tengo ninguna razón para ello. Si no he pillado la gracia, ¿por qué me hace gracia? Es la cuestión. Saludos y gracias por pasarte.
Inmakia: Friends es un caso suave. Recuerdo que en Sabrina o en Will & Grace (que vi un capi el otro día), por poner solo unos ejemplos de la comedia de aquellos años, ¡todas las referencias culturales fueron adaptadas para que los españoles las pudiéramos entender! ¿Por qué ahora no se hace así?
En Sabrina doy fe.. me la "reví" entera hace unos meses... y Salem tenía a José Luis Perales hasta en la sopa xD
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