Como ya bien dijo mi compañero Torllo hace unas semanas, la segunda temporada se Shameless ha sabido confirmar todas las virtudes que su primera tanda de capítulos nos dejó ver allá por 2011: una perfecta combinación entre drama y comedia, actores en estado de gracia y unos personajes carismáticos que son la ráfaga de aire fresco y renovación que necesitaba una cadena como Showtime, anclada en los mismos productos y cuyas mejores series, United States of Tara y Dexter, han sido canceladas o no están en su mejor momento.
El corto y cálido verano de los Gallagher da paso a un frío invierno que llega con la despedida de la abuela de la familia, un personaje igual de despreciable que su hijo Frank pero que ha sido una gran incorporación, y la llegada de Monica (Chloe Webb), la matriarca de la familia, que vuelve a la vida de sus hijos para poner patas arriba toda esa tranquilidad y estructura que han sabido conseguir sin la ayuda de sus padres. Descubrimos (no sé si se llegó a mencionar en la primera temporada) que Monica es bipolar y decide dejar sus pastillas, lo que le lleva a entrar en un espiral de autodestrucción que comienza con el robo del dinero de los Gallagher para pasar el invierno y termina en un intento de suicidio la noche de Acción de Gracias. Intento que presencian sus hijos, en una de las escenas más duras de la serie, que te deja prácticamente sin respiración.
Es interesante ver como ni Fiona, Ian, Debbie o Carl son capaces de perder la esperanza en que su madre será capaz esta vez de comportarse como tal y no decepcionarles. Esto es quizás lo que más frustrante me resulta de la serie: esa confianza casi ciega que depositan sobre Monica, especialmente Fiona e Ian, que son los que más acostumbrados a que su madre les decepcione. Desengaño que termina llegando, cuando ésta se escapa del hospital en el que está recuperándose gracias a la ayuda de Frank y se fuga casi sin despedirse de su familia.
En esta temporada, el núcleo de los Gallagher formado por Fiona, Lip e Ian, que tiraba para adelante con la familia, ha estado mucho más disperso, lo que ha sido, en mi opinión, lo peor de la temporada. Que Lip tuviera momentos de niñato estúpido con su salida del instituto y el tema del embarazo de Karen y la desaparición casi completa de Ian no han ayudado mucho a la temporada, aunque Fiona, como siempre, sabe salvar a la serie de cualquier situación y Emmy Rossum ha vuelto a demostrar que puede llevar el peso de la serie sin ningún problema (esperemos que esta vez se reconozca su trabajo con algún premio). Me atrevo a decir que la relación entre los tres es lo mejor que tiene la serie así que he echado de menos estos momentos con los tres hermanos y espero que los retomen en el siguiente temporada.
El otro centro clave de la serie es Frank (William H. Macy). Siempre me resulta curioso como puede llegar a ser un ser tan despreciable y tan moralmente reprochable y, sin embargo, ser de los personajes más interesantes; como espectadora, hay momentos en los que incluso empatizo con él (no abundan pero los hay). Frank es, al fin y al cabo, el motor que mueve a los demás de personajes, el centro sísmico al que odiamos por causar tantos destrozos pero sin el cual todo sería demasiado tranquilo y aburrido.
Con respecto a los demás, Karen se ha confirmado como el personaje más odioso y aborrecible de toda la serie. Personalmente, cada vez que aparecía su cara quería tirarle café hirviendo encima y espero que, tal y como insinúan en el último capítulo, no sepamos de ella por un tiempo. Pero lo peor ha sido esa capacidad que tiene para sacar lo peor de Lip, que ha terminado dejando el instituto y abandonando su hogar, donde más se le necesita, por la ingenua idea de criar a un hijo que ni su madre desea ni resulta ser suyo. Este hecho termina destrozando al personaje (Jeremy Allen White, también está soberbio) pero, espero, sepa volver por el buen camino.
Sheila es otro personaje al que no se suele destacar pero me parece esplándido. Joan Cusack está divertidísima interpretándolo y sus escenas con Jody (que, aunque no lo parecía al principio, ha terminado siendo una gran adquisición para la serie) son el perfecto comic relief en contraposición a las tramas más dramáticas.
Por último, y por ser menos importante, Steve/Jimmy vuelve decidido a recuperar el corazón de Fiona. Sinceramente, este personaje me resulta muy aburrido y el poco carisma de Justin Chatwin y la confusión que me produce que nos lo vendan como alguien atractivo no ayudan. Por mí podría desaparecer y ni me enteraría; sin embargo, el mundo de las series es muy duro y a veces tenemos que hacer sacrificios por nuestros personajes favoritos, así que si a Fiona le hace feliz su presencia, bienvenido sea.
Una temporada que quizás ha estado un poco por debajo de la primera por su falta de cohesión, pero que también ha sabido darnos lo mejor de los Gallagher a los que espero que podamos disfrutar muchas temporadas más.
Suscribo todas las palabras, letra por letra. Y añado que el episodio del parto de Karen y el intento de suicidio de Monica fue la perfección. Me ha encantado la temporada.
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