Alicia en el país de la buena televisión

Si bien es cierto que a la tercera temporada de The Good Wife, que concluía esta semana, se le pueden poner unas cuantas objeciones —como su turbulento comienzo o alguna trama innecesaria como la de Celeste Serrano— el transcurso de la misma y en especial su orgásmica recta final han dejado bastante claro por qué el drama de la CBS es una de las mejores series de la televisión en la actualidad. Basta ver los últimos episodios para darse cuenta de la maestría que ostentan sus guionistas a la hora de concatenar no solo historias y personajes recientes, sino también aquellos elementos recurrentes —y no tan recurrentes— que hemos visto a lo largo de las tres temporadas que Alicia Florrick tiene de recorrido. Cuando The Good Wife vuelva a estar nominada a los Emmy de este año, pues no hay razón que apunte lo contrario, demostrará de nuevo cómo la buena televisión no solo se encierra en canales de pago, sino que incluso puede llegar de una cadena donde sus productos televisivos son, casi por normas, anticuados.

A partir de aquí, spoilers de toda la tercera temporada de The Good Wife

It's a surprise party!, decía Eli Gold cuando tenía lugar una de las escenas más memorables de la serie en este último episodio. El encuentro fortuito de todos los personajes principales en el mismo espacio físico hace saltar las chispas, y es que la tercera temporada ha ido subiendo de temperatura —en todos los sentidos, como ya sabem— conforme pasaban los episodios. No me quiero imaginar lo que pasaba por la cabeza de los asistentes de esta improvisada reunión —por supuesto, no cuento a la criatura de Patti Nyholm— pero para hacernos una idea estas son las claves de la recta final de The Good Wife.

Alicia, Will, Peter y los ascensores

La segunda temporada acabó en un ascensor, y no se han molestado en evitar una nueva escena plagada de simbolismo. El sonido de las famosas puertas mecánicas de Lockhart & Gardner que permiten transportar a nuestros abogados a una nueva aventura quizás vuelva a significar un cambio en la vida sentimental de nuestra Alicia Florrick. Quizás no. Cuando por fin comenzaba una relación con Will al término de la segunda temporada era de esperar que su noviazgo no durara demasiado, y así fue. Porque quizás Alicia no está hecha para estar con Will, quien todavía no ha aprendido de sus errores —aunque ya se va dando cuenta, o esa es mi impresión— y aún menos con Peter, que tanto daño le ha hecho, a pesar de que se esté replanteando ese dolor y que no haya últimamente ningún reproche por parte de ninguno de los dos. 

En realidad, creo que la vida amorosa de nuestra abogada deja bastante que desear y que no ha ocupado tanto tiempo en pantalla como cabría esperarse. Pero hasta ahí veo un punto a favor de una serie sobre una mujer que apenas tiene tiempo para líos. Sea quien sea con quien acabe, Will, Peter o un tercero —o tercera, que no sabemos cómo de flexible es nuestra Florrick— se trataría de un matiz más para esta historia, y no su epicentro. Lo que no implica, claro, que haya una tensión más que evidente cuando Alicia, Will, Peter, Cary, Kalinda y Eli coinciden en un mismo punto. Y porque Gold aún no se ha liado con ninguno de ellos.

¿Quién es Kalinda?

Al igual que Alicia, podríamos decir que conocemos a la inteligente y sexual investigadora de Lockhart & Gardner pero, de nuevo igual que la Florrick, solo podemos equivocarnos. Tras una temporada en la que Kalinda ha aparecido menos de la cuenta en pantalla, y casi exclusivamente cumpliendo con sus labores para la firma, nos damos cuenta de que esta ligera desaparición encerraba un motivo más estético que funcional: explicar el purgatorio personal de la investigadora. Nadie duda de que Kalinda sea una mujer fuerte y con recursos, pero cuando Alicia entró en su vida vimos como espectadores la posibilidad para la joven de ser ella misma, algo que jamás había hecho. No obstante, cuando se descubre que la señorita Sharma tuvo su affaire con Peter Florrick esa puerta se cerró, y Kalinda se dio cuenta entonces de lo que había perdido. 

Este periodo de distanciamento, excesivamente largo, ha sido una agonía para todos  —la desconfianza razonable de Alicia o el respeto y cariño que Kalinda ha demostrado por su amiga casi en secreto han ayudado a ello— pero cuando hace unas semanas veíamos cómo Kalinda era reintroducida en el universo florrickiano, aunque fuera por cuestiones legales, nos dio esperanzas. Ese giro de silla en un bar, donde las copas siempre hicieron compañía a las antiguas amigas, propició los inicios de una reconciliación a través de verdades del todo flexibles. Pero Alicia es desconfiada por naturaleza y por aprendizaje, y cuando ve que las cosas se ponen turbias con Kalinda —el personaje oculto, el marido— se retrae, y cuando está más que claro que la antigua vida de la investigadora será una de las claves de la cuarta temporada solo queda preguntarse una cosa: ¿acudirá Alicia al rescate de su amiga? 

El juzgado como campo de batalla

Con el paso del tiempo, la parte procedimental de The Good Wife no solo ha quedado relegada a un segundo plano, sino que se han ido forjando alrededor de ella ciertos elementos que con el tiempo se han convertido en recurrentes. Sea cual sea el tema del que trate el caso semanal de la serie, siempre entran en juego personajes que ya conocemos —innumerables jueces y abogados como actores invitados, todos estupendos— o escenas y bromas que nos sabemos de memoria —el in my opinion, las explicaciones de Louis Canning, los tiras y aflojas con Cary Agos—. Estos elementos propios, en resumen, han colaborado a que en The Good Wife el apartado procedimental se haya convertido a la perfección en el ejemplo de una base dramática de apoyo para la historia serializada, algo de lo que flaquean muchas series que utilizan estructuras similares. De hecho, me gusta ver la evolución de la serie a través de su paso por el juzgado; ver, por ejemplo, cómo Alicia sale normalmente ganadora y como Cary es derrotado, y cómo eso se transporta al regreso de un Cary más humilde que nunca a su primer hogar, Lockhart & Gardner.

Sobre los secundarios y los actores invitados está todo dicho. No hay serie con invitados más especiales que The Good Wife, y lo digo con total seguridad. En cambio, debemos prestar atención a las implicaciones  que estas caras conocidas han dejado caer especialmente en los últimos episodios. Tanto Mike Kresteva como el dream team formado por Louis Canning y Patti Nyholm han señalado algo que podría tener sus consecuencias en la próxima temporada: que Alicia miente para proteger a su marido, aunque estén separados, y la acusación encubierta de que tanto la posición de Peter como los chanchullos de Will han ayudado a Alicia a ganar los casos. En cierto sentido, el espectador crítico puede tratar a las tramas procedimentales como relleno, pero a partir de ellas hemos podido imaginar las implicaciones que han tenido tanto la nueva conducta de Alicia  —a quien hemos visto algún que otro ramalazo malicioso— como las acusaciones de Canning y Nyholm. ¿Veremos la posición de Alicia perjudicada en la cuarta temporada? Sí, por favor.

Amor de madre

Creo que podemos afirmar que uno de los principales miedos de Alicia Florrick es ser una mala madre, un pánico que ha demostrado en más de una ocasión cuando su estructura familiar se ha visto amenazada. Aunque su trabajo siempre está en primer plano, su familia va por delante de todo, incluso de sus relaciones, ya sean con Will como con Peter. Cuando surgió hace unos episodios la trama de su antigua mansión familiar, que la Florrick quería volver a comprar, se demostraba simbólicamente el deseo de Alicia no solo de ser una buena abogada, sino de ser una buena madre, o de al menos continuar siéndolo. Quizás por ello no me ha sorprendido tanto en esta recta final el papel de la horrible pero adorable Jackie Florrick tratando de dominar a los suyos aunque sea a través de la lástima, comprando la casa y dejándosela a su hijo para que la familia pueda estar reunida. La escena final de la temporada, con Alicia girando la cabeza deseosa de reencontrarse con los suyos —incluso con Peter, a pesar de todo— no podía ser más ambigua: alentadora pero indecisa, como la propia Alicia. Queda claro que una de las claves de la cuarta temporada también será la de una Alicia para la cual la familia estará por encima de todo. ¿Significará  que tendrá menos trabajo? ¿apoyará abiertamente a su marido o, peor, volverá con él?

Lockhart & Gardner

In my opinion, resultaría impensable en la mayor parte de las series procedimentales de manual —abogados, médicos, policías— establecer un pulso tan insistente con una trama sobre intereses corporativos tan profunda y extensa como la de Lockhart & Gardner, la firma de abogados de la serie. Si bien es cierto que desde la primera temporada hubo sus más y sus menos con el bufete, como el caso Stern, creo que hasta la segunda no vimos las verdaderas intenciones de sacar una historia de ahí. Puede que quizás sea uno de los aspectos en los que más flojee The Good Wife, principalmente por el juego del factor interés, pero en la recta final de esta tercera temporada hemos visto cómo hasta ahí pueden crear magia. El papel de los secundarios —Alicia siempre se mantiene, curiosamente, al margen— ha sido excepcional, liderados por la impresionante Diane Lockhart o la introducción de Eli Gold, ahora en horas bajas, en el plano corporativo. La lucha de poder entre los socios, como David Lee, Julius Cain y en última instancia Howard Lyman, ha sido una delicia y aunque, como es obvio, esta trama no ha tenido un gran papel en la season finale, no podemos olvidarnos de las alegrías que nos ha dado. Supongo que los tiros ya no irán por donde han ido de cara a la cuarta temporada —Will podrá volver a ejercer, supongo— pero queda claro que Lockhart & Gardner es un escenario de batalla sumamente entretenido.

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