No soy periodista ni tengo proyectado serlo en un futuro; no conozco, por tanto, cómo funciona —alguna noción básica tengo, claro está— una redacción de noticias de cualquier tipo de medio de comunicación. Tampoco estoy al tanto de la trayectoria informativa estadounidense, no recuerdo la mayoría de los hechos sociales o políticos sucedidos en esta nación ni en cómo éstos impactaron en la población, algo que aquí tiene su aquel. Además, por muy seriéfilo que sea, no he tenido contacto con Aaron Sorkin más allá de ver algunas películas cuyos guiones están firmados por él —La Red Social, Algunos Hombres Buenos...— o de verle hacer un divertido papel en Entourage. Apurándolo aún más, he intentado mantenerme alejado del buzz [ruido] generado por The Newsroom durante las últimas semanas, todavía no sé si por pereza o porque me parece que la crítica americana sufre demasiado. En definitiva, de The Newsroom solamente conocía su argumento hasta la pasada noche, cuando pudimos asistir al preestreno que organizó Canal+ en Madrid de esta serie de estreno, que podremos ver en nuestro país a partir del próximo 11 de septiembre.
A pesar de todo, el piloto de The Newsroom me ha fascinado. Del mismo modo que, con toda seguridad, me hubiera deslumbrado —aunque seguramente de otra forma— si no fuera tan ignorante bajo estos términos.
Porque pretendo que esta declaración de intenciones sirva de algo, que demuestre que la distancia que se establezca entre el espectador y su gusto por una serie se base en matices más determinantes que los que propiamente la definen. Del mismo modo, creo que la airada proclamación al comienzo del episodio de Will McAvoy (Jeff Daniels), exitoso presentador de un programa de noticias de televisión por cable —cuyas palabras pueden llegar a herir a un espectador americano, pero pueden resultar realmente inofensivas para algunos de nosotros—, ha jugado conscientemente con la fibra sensible de aquéllos que han valorado de forma tan poco positiva la serie —dije que quise alejarme del ruido, no que fuera posible—, transgrediendo los límites entre el efectismo y la pluralidad de un protagonista que se ganará a pulso los odios de muchos espectadores. Y aun así, creo que valorar The Newsroom desde un punto de vista político es el mayor error que se puede cometer, y en el fondo es el ejercicio que el propio producto requiere hacia su público.
Es fácil perderse en The Newsroom, a pesar del limitado espacio físico en el que se mueve; los diálogos sublimes, siempre elocuentes, siempre trascendentales, a los que les acompañan unos movimientos de cámara sumamente incómodos, repletos de barridos que son su principal cruz, se han convertido en la clave formal de una serie que deja poco espacio a la asimilación pero que, sorprendentemente, consigue su objetivo. La música de Thomas Newman y el guión de Aaron Sorkin nos transportan con una facilidad desconcertante hacia una obra repleta de épica que viene a reivindicar el papel del cuarto poder, la resurrección de un periodismo alejado de otros intereses que no sean los que lo deberían definir.
Porque a estas alturas, con dos series dedicadas al ejercicio de esta profesión a sus espaldas —Sports Night y Studio 60—, no podía quedar más claro que The Newsroom es una historia de amor por la verdad o por la necesidad de que ésta sea descubierta. Por esa razón es tan obvia la declaración inicial de McAvoy, por esa razón es tan comprensible cuando Charlie Skinner (Sam Waterston, con un personaje que recuerda físicamente a Bert Cooper de Mad Men) le dice a McAvoy que un presentador debe tener una opinión. Por eso la metáfora de Don Quijote que proporciona MacKenzie McHale (Emily Mortimer) es tan adecuada. The Newsroom aboga por el amor hacia la renovación de un periodismo que trate de mostrar la realidad tal y como es —aunque, como hemos visto desde los inicios, creo que el apartado ético tendrá mucho que decir—, que luche contra esos molinos de viento que son todas las estructuras que han distorsionado una necesidad tan básica como la informativa. Y, aunque evidentemente es difícil entrar en la cabeza de McAvoy y en sus sueños de una América que nunca existió, es decir, es complicado establecer cierta distancia con este determinante, creo que el debate acerca de la posición política del protagonista —y, por ende, de la serie— no es la clave de The Newsroom, sino que lo es el hecho de que exista un debate de por sí.
Si además esta premisa se desarrolla a través de estos personajes tan carismáticos, hasta aquéllos que no vemos —cameo de Jesse Eisenberg—, que juegan con un humor incluso demasiado inteligente y con ciertas tensiones profesionales y sexuales totalmente llamativas, cómo nos vamos a negar a seguir paladeando esta serie. Y sé que las de Sorkin sufren de mucha pilotitis pero creo que no me equivoco al decir que The Newsroom nos reserva más de una sorpresa. ¿A quién no le han entrado ganas de trabajar ahí tras ver el primer programa de News Night?
¡Yo misma querría trabajar en esa redacción! Es una gran oda al periodismo de verdad, ese que es básico para cualquier sociedad, ese que nos hace críticos, que nos hace pensar.
ResponderEliminarMe la quedo totalmente. Disfruté como una enana...
Yo me lo pasé pipa. En serio. Y si no fuera estudiante de Periodismo, habría querido serlo al ver el piloto. Exceptuando la artificialidad de alguns conversaciones, el horrible juego de cámara y el regusto noventero de Sorkin, la serie me dejó un buenísimo sabor de boca. Eso sí, la relación entre McAvoy y McKenzie me sobra...
ResponderEliminarNo ha llegado a fascinarme (le faltó la emoción de los pilotos de TWW o Studio 60) pero me ha gustado mucho. Entiendo las críticas que se le han hecho pero Sorkin es Sorkin y el cabrito escribe que da gusto escucharlo. Con la dinámica de trabajo una vez que empiezan a hacer el programa me compraron definitivamente, me pareció fantástica.
ResponderEliminarMe resulta curioso lo que comentas de que las polémicas palabras de McAvoy sobre USA pueden resultarnos bastante inofensivas. Eso suele ocurrir en la obra de Sorkin. Recuerdo un capítulo de TWW en el que les parecía una aberración ilegalizar un partido político por sus ideas anticonstitucionales cuando aquí en España se ha hecho siempre. Con sus series se va bastante bien la forma de pensar y lo diferentes que son las tradiciones políticas (y supongo que periodísticas con The Newsroom) entre un sitio y otro.
A mi me ha parecido completamente grandioso y muy bien expresada la tensión del directo con ese ritmo frenético de planos. Y Sorkin me parece súper inteligente porque ha sabido meter puntilladas de muchos temas para captar a todo tipo de espectadores.
ResponderEliminarEspero con ansia el domingo.
Es que el piloto es épico. La compro totalmente.
ResponderEliminarEse es el sentimiento que inspira. Yo también quiero ser periodista ahora (o al menos trabajar en un sitio así). Lo de las conversaciones lo entiendo, son demasiado exageradas, demasiado inteligentes...
ResponderEliminarCuando escribí esto no había visto el piloto de TWW pero no pude esperar y acabé por hacerlo... y ya he visto cuatro episodios. Ambos pilotos me parecen muy épicos.
ResponderEliminarRespecto a lo de esas declaraciones, me pareció muy curiosa la reacción que se genera cuando McAvoy dice que EEUU no es el mejor país del mundo. Cualquier figura pública española que diga que España lo es recibiría críticas porque no tenemos esa conciencia. Creo que es uno de los varapalos que Sorkin da a la sociedad estadounidense y me pareció muy interesante comentarlo.
Eso es cierto, me ha parecido una serie con un concepto demasiado generalista para ser la HBO y no está para nada destinada a una audiencia fragmentada. Creo que cualquier público con inquietudes puede encontrar en The Newsroom una serie estupenda.
ResponderEliminarLamento discrepar con casi todo el muno aquí. Bajísimo nivel en los guiones. Aaron Sorkin le empieza a pasar lo que a Spielberg; se han quedado atascados en su tiempo y época de esplendor. Diálogos rápidos y efectistas típicos de la época TWW, pero irreales y hast absurdos. Habría sido una serie buena en los finales 80 primeros 90. Ahora está desfasada, y sus actores desaprovechados. Personajes muy planos, relaciones personales que parecen de adolescentes.
ResponderEliminarA nivel técnico es buena, pero el guión mata todo lo demás.
Sorkin negoció poder rodar todos les episodios antes de empezar la emisión. Hizo bien, sino ya estaría en peligro de cancelación.
Por otra parte, sin mayor valoración, como trabajor del medio puedo decir que salvo las escenas del estudio, el resto no se ve en ninguna redacción. Yo no he visto mejor reflejo en una serie del mundo periodístico como en la temporada de The Wire centrada en la prensa.