Copper no cumple las expectativas

 

Hoy en día, las televisiones saben el rendimiento que pueden conseguir con una exitosa producción original de cualquier tipo de programa televisivo, especialmente las series de televisión (no en vano es un mercado en alza). Por eso, no es de extrañar que una cadena tan secundaria como BBC America, dedicada principalmente a emitir los productos de su homónima británica, se haya lanzado a la aventura de la producción original. Ya antes había colaborado con la BBC británica para coproducir algunas series de relativo éxito como The State Within, Jekyll o Sharpe (ésta con ITV), pero no ha sido hasta este verano cuando la cadena de cable se ha decidido a producir sus propias series. Su primer intento se llama Copper y, aunque para ser su ópera prima no les ha salido del todo mal —a pesar de los nombres que se encuentran tras la producción—, sin duda ha quedado muy por debajo de nuestras expectativas.

Creada por Tom Fontana (Oz, Borgia) y Will Rokos (Southland), y también producida por el aclamado director Barry Levinson (Rain Man), este drama de época se centra en el Nueva York de 1864, justo después de la Guerra Civil Americana. Su protagonista, Kevin Corcoran (Tom Weston-Jones, le veremos también en World Without End), es un detective irlandés que patrulla el barrio de Five Points junto al detective Francis Maguire (Kevin Ryan, Raw) y su compañero Andrew O'Brien (Dylan Taylor, Defying Gravity). Pertenecen a un cuerpo de policía corrupto y conspirador, pero a pesar de ello tratarán de mantener la paz en la ciudad y de resolver el caso de una niña asesinada en misteriosas circunstancias, mientras Corcoran seguirá investigando la desaparición de su esposa y la muerte de su hija. Le ayudarán también Matthew Freeman (Ato Essandoh, Damages), un físico que hará las veces de médico forense, y su amante Eva Heissan (Franka Potente, saga Bourne), madam de un prostíbulo.

A pesar de que logra retratar con precisión y elegancia no solo una época sino también toda una sociedad, desde la putrefacción de las clases bajas hasta el afectismo de las altas, Copper presenta desde sus inicios un grave defecto de ritmo y un claro vacío en la definición de sus personajes, que atenta directamente contra una premisa que bien tratada podría haber resultado más efectiva. Sus personajes deambulan por la escena pidiendo a gritos un contexto en el que definirse y, en cambio, Copper les pone en acción sin demasiado atino. Obviamente, les iremos conociendo con el paso de los episodios pero a nivel de piloto, la exposición de los protagonistas de Copper no funciona en absoluto. Sin olvidar, por supuesto, la escasa química que hay entre todos ellos.

No obstante, ese caso inicial de la niña asesinada y violada (por este orden) llama la atención y el hecho de que vaya a continuar más allá del piloto, involucrando de cierta forma a todos los personajes, podría resultar la verdadera clave de la serie, a pesar de que ciertos conflictos menores como el del doctor Freeman y los problemas raciales, así como el misterio de la familia de Corcoran, no sean precisamente llamativos. Además, a pesar de ese grave fallo en el ritmo, excesivamente lento, el tono oscuro y sucio está muy conseguido y facilita la ambientación para el espectador. A nivel documental, por otro lado, puede resultar interesante respecto al retrato de la sociedad inmigrante de aquella época así como las primeras aplicaciones prácticas de la medicina en la investigación policial. Y, sin duda, y a pesar de lo obvio que pueda parecer, el conflicto entre los policías corruptos involucrando a las clases altas puede llegar a ser lo más interesante de Copper, en el que participan también caras conocidas como la de Anastasa Griffith (Once Upon A Time) o Kyle Schmid (A History of Violence).

Veremos cómo se desarrolla la serie en los próximos episodios y si, por fin, logra cautivarnos como nos había prometido.