Esta abandonada sección de TV Spoiler Alert —hay más ideas en camino, lo prometemos— no podía quedarse acumulando polvo después de la que se montó en las redes sociales tras los premios Emmy, ahora que cada vez son más conocidos y respetados. Y ya sé que me diréis que todos los años es lo mismo, que nunca llueve a gusto de todos y que no habrá ningún premio con el que estén de acuerdo todos los espectadores, pero creo que después de cuatro años consecutivos en los que Mad Men ha liderado la categoría dramática merece la pena hacer una pequeña mención al twist al que se han aferrado los académicos para cambiar el rumbo de los premios, al menos por este año.
No obstante, no sé vosotros, pero cada vez que comienza la fiebre del galardón, ya sea con éstos, con los Oscars o con los Grammy —Tony, ¿who?—, yo me pregunto qué demonios nos pasa para que nos enervemos tanto con unos premios con los que históricamente nadie parece comulgar, ni tiene pinta que vayamos a hacerlo nunca. Pero nos enfadamos, maldecimos y comenzamos campañas incendiarias en Twitter para pedir que alguien cancele Homeland porque este era el año de Breaking Bad o para que alguien acabe con la vida de Jon Cryer porque este señor que protagoniza una de las sitcoms más exitosas de la televisión no se merece un reconocimiento de tal categoría.
Entiendo que es difícil ser objetivo, sobre todo cuando uno está fuera de la industria televisiva estadounidense y no es académico de televisión, e incluso puede que no vea todas las series que compiten en estos premios. Porque lo fácil, de toda la vida, es y olvidarnos de que además del impacto que una serie tenga en la sociedad, también se está premiando la calidad desde una multitud de puntos de vista —más de 15.000 opiniones, de hecho—, detrás de los cuales también hay muchos intereses personales y profesionales que nunca verán la luz del sol. Porque lo más sencillo es aferrarte a lo tuyo y olvidarte de todo lo demás, que para eso los premios son para nosotros y no para los profesionales de la televisión.
WTF!
Ahora en serio. A mí también me ha dado pena que Bryan Cranston no se llevara su merecidísimo Emmy —o que la cuarta temporada de Breaking Bad no se lo haya llevado todo— por mucho que me guste Homeland y Damian Lewis; tampoco me ha hecho mucha gracia que Amy Poehler no se llevara la estatuilla a casa, después de demostrar en la propia ceremonia que ese premio era para ella con creces; también me parece que lo de Jon Cryer es un tanto exagerado y por supuesto no estoy de acuerdo con el amor que comparte la Academia con Modern Family o con cómo se han olvidado de Boardwalk Empire. Pero, oye, nunca llueve a gusto de todos.
No obstante, nunca debemos olvidarnos de cuál es la finalidad de estos premios y de quiénes son los que votan, del mismo modo que estaría bien tener en mente cómo tenemos la misma copla todos los años y nunca escarmentamos. Sin duda, si lo pensamos un poco nos daríamos cuenta de que esta discusión y la de la polémica #GuerraDeSeries no son tan diferentes. En ambos conflictos, un grupo de personas —en los Emmys, los acádémicos; en las votaciones a las mejores series del mundo, simples internautas— votan según sus propios términos y según su propia experiencia, y si bien en los Emmy la votación es más limitada —cada nominado manda un episodio, con todo lo que ello supone— no deja de ser a pesar de todo una votación subjetiva en la que entran en juego gustos y juicios de valor. Y, lo que es mejor, no deja de ser una votación de la industria televisiva a la industria televisiva, una palmadita en la espalda y un refuerzo de autoestima. Ya lo dijo Jimmy Kimmel durante el monólogo de apertura de la ceremonia: a Hollywood no hay nada que le guste más que honrarse a sí mismo.
Y es mejor que sea así, que no todos estemos de acuerdo con este tipo de decisiones. Lo aburrido que sería el mundo si todos los años ganara Mad Men, si Bryan Cranston ganara siempre los premios o si Amy Poehler no sustituyera las estatuillas con lo numeritos en directo. Que haya discusión, que haya lágrimas y también alegría. Así tiene que ser la televisión.
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Hayden Panettiere en el minuto 3:20. :)
ResponderEliminarMuy acertado el paralelismo con #Guerradeseries. De nuevo, el problema creo que es el mismo. No saber mirar objetivamente las cosas y que la gran mayoría de la comunidad seriéfila se haya unido en recientes años y, por lo tanto, desconozca los "clásicos".
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