Ya han pasado siete años desde que la familia Botwin entró en nuestras vidas con unos personajes y unas historias bañadas en humor ácido que te arrancaban carcajadas. Y a pesar del notable bajón de la serie, esta octava y última temporada tampoco ha sido lo que todos esperábamos, pero han intentado hacer justicia a unos personajes que ya estaban un poco desgastados pero que todavía tenían algo que contar. En los dos últimos episodios, hemos podido ver el futuro, por así decirlo. La familia Botwin, a pesar de las incontables veces que habrán cambiado de apellido, en unos diez años, después de que la vuelta a Agrestic cambiara de verdad sus vidas.
La vuelta a los orígenes siempre está bien, pero quizás hubiera sido más interesante si hubieran centrado un poco más la trama en ello, en vez de andar nadando entre historias que no llegaban a nada a lo largo de los diez capítulos anteriores. De este modo, el capítulo once acaba con un Andy harto de el estancamiento vital en el que ha perpetuado su existencia, siempre cerca de las faldas de Nancy, para dejarla finalmente, sola. Así como la vuelta de Megan, aquella chica sorda que todos siempre quisimos para Silas y que por fin parece tener un bonito final. Y a pesar de todos estos cambios, quizás el más interesante es el hecho de que Nancy tenga al fin un negocio legal, junto a Conrad y Guillermo, cosa que parecía casi imposible, y que como podemos ver, a prosperado muy bien en el futuro.
Diez años después las cosas son muy diferentes. La antigua Nancy queda lejos, totalmente volcada ahora en una franquicia de cafés y marihuana y en su hijo Stevie, un portento del balón que ha crecido demasiado rápido. Asimismo, Silas ha formado ahora su propia familia con Megan y viven en California. Al que peor le ha ido es a Shane, con todo lo que prometía, que ahora vaga entre un estado alcohólico y desastroso con su placa de oficial, sin ningún futuro prometedor. Andy ha vuelto a Ren Mar y ha abierto un restaurante —¡ya era hora!— y tiene una hija de tres años a la que adora. Quizás el más estrafalario de todos sea Doug, a quien el negocio de la religión —interesante crítica hacia las religiones— le ha salido redondo.
El capítulo doble se centra en la reunión de todos los protagonistas —falta la estupenda Celia— debido al Bar Mitzvah de Stevie. Y lo más interesante de todo es comparar a todos personajes son lo que fueron en temporadas pasadas. ¡Guillermo está hecho todo un padrazo con nada menos que diez hijos! Y es que siete años han dado mucho que hablar. También podemos notar el nerviosismo de Nancy al descubrir que por una vez, no tiene de quién encargarse, con sus hijos lejos y crecidos y Stevie, que pronto se irá al extranjero a estudiar. Quizás haga hincapié en la necesidad de estar unido con la familia, como Doug, que después muchísimos años decide hacer las paces con su hijo.
Después de tantos capítulos y tantos momentos hilarantes decir adiós a todos estos personajes puede ser difícil, pero estaba claro que el final era necesario desde que la serie había empezado a repetirse temporadas atrás. Quizás este no es el final que todos esperábamos, pero la verdad es que no es un mal final. Siempre nos quedarán los monólogos de Andy, para mí, de lo mejor de esta serie.
te voy a extrañar nancy...
ResponderEliminaryo tb voy a extrañar a Nancy, aunq desde hace tiempo creo q deberia haber terminado, amo la serie pero creo q con la partida de Celia la serie decayo muchisimo....
ResponderEliminarLas últimas temporadas de Weeds, desde méxico fueron decayendo como todos sabemos, no obstante me quedo con la serie y se la recomendaré a todo el mundo, de guión ha sido de lo mejorcito que he visto en mucho tiempo, y los prsonajes son sensacionales en su mayoría, las cosas que pasan en esta serie son dignas de ser vistas. al menos las 4 primeras temporadas :D
ResponderEliminarA mi el final tampoco me ha parecido mal, sobretodo tal y como encaminaba la temporada, ha sido normal, pero suficiente.