Por si todavía no os habéis enterado, estamos en la temporada alta televisiva. Eso quiere decir que durante estos días —en un plazo de tiempo que va, aproximadamente, desde mediados de septiembre hasta mediados de octubre— la mayoría de las cadenas de televisión estadounidenses comenzarán la nueva temporada televisiva con las series que sobrevivieron o que nacieron en los upfronts de mayo. Sin olvidarnos de series de cable y series británicas, que siempre van un poco a su bola. Un caos, vamos.
Además de las implicaciones que estos regresos tienen para sus públicos, que llevan meses esperando a que vuelvan sus personajes favoritos a sus pantallas, también es momento de que las series de estreno traten de encontrar un hueco en una audiencia cada vez menos receptiva —basta ver las cifras de audiencia— ante las nuevas series, quien sabe si por su dudosa originalidad o por la sobrecarga de productos televisivos que han nacido durante estos años con el objetivo de sacar partido de este mercado en auge. Pero si la oferta se ha adaptado a los cambios, la demanda también ha hecho lo propio, y la nueva generación de televidentes además de ser más exigente, posee una curiosidad atípica aunque reticente por todos los estrenos que llegarán a sus pantallas. La nueva audiencia está informada, es crítica y no quiere perderse nada de lo que la televisión pueda ofrecer —de ahí la avalancha de "filtraciones"— al mismo tiempo que demuestra su experticia televisiva dejando en cueros a través del zapping a todas las series que, cada vez de manera más objetiva, no están a la altura de las expectativas.
Aquí entran en juego los pilotos televisivos, esos capítulos iniciales de todas las series que traen de cabeza a todos los críticos de televisión. Casualmente, mientras planeaba escribir sobre este tema, la maestra Adri Izquierdo escribía sobre ellos en Vaya Tele, exponiendo las claves que hacen que un capítulo piloto sea el que motive a la audiencia a seguir a la serie o a que ésta caiga en el olvido. De hecho, recalca en sus primeras lineas el punto de partida de esta nueva entrega de Filosofía seriéfila, que cito textualmente: "una serie requiere varios episodios para encontrarse y establecerse, para adaptarse a su casting y para comprobar qué funciona y qué no".
No obstante, y puede que muchos me quieran encarcelar por ello, no podría estar más en desacuerdo con esto, o al menos en parte. Entiendo, y lo digo con la mano en el pecho y con total seriedad, que una serie no demuestra lo que es ni lo que va a ser en tan solo cuarenta minutos de episodio, pero para un servidor, que sigue —al igual que tantos de vosotros— demasiadas series de televisión, un piloto será suficiente para formar una opinión prácticamente inamovible sobre el estreno; de hecho, aunque haga un esfuerzo para ver un par de episodios más por aquello de cumplir esta norma de rigor para cualquier seriéfilo, mi opinión ya habrá sido creada y poco harán unos episodios más para forzarla en sentido diferente. Esto es así. Y mira que lo siento.
Mi filosofía de vida —seriéfila— no es justa para esas series que nos hacen tan felices, lo sé. Es una lástima, pues como sabemos hay series que a pesar de haber tenido unos primeros episodios horribles se han acabado convirtiendo en grandes éxitos de crítica y/o audiencia —Parks, Justified, Community... The Wire—; o justo lo contrario, series con grandes pilotos han acabado por ser grandes mediocridades —Smash, Abramsland y derivados—. Como se nos ha repetido hasta la saciedad, lo suyo es dejar unos episodios de margen para que la serie establezca su propio universo y las reglas por las que los personajes y sus tramas se regirán durante el resto de la misma, pero... ¿no sería eso injusto para el espectador? En mi opinión, la relación entre televisión y espectador no es de amistad, sino de interés; la televisión no está diseñada para que el espectador tenga paciencia, sino para que se entretenga, entre otras funciones. Y si bien no es justo valorar una temporada en función de un episodio, la estructura de las series, divididas en episodios, fuerzan a que los espectadores tomen decisiones a corto plazo y seleccionen su parrilla —su entretenimiento— según esta estructura semanal. ¿Para qué esperar una semana para ver cómo sigue una serie si no me ha gustado su primer episodio?
La importancia de un buen piloto es precisamente una sección que me encanta de Zapping Magazine, que este mes ha sacado su número 12, en el que incluyen una entrevista a nuestra redactora Inmakia; en ella hacen memoria de algunos de los mejores pilotos de la televisión y las razones de por qué lo son. Un buen piloto es un aspecto clave del éxito de una serie, y es que es con este episodio inicial donde las series tienen que enfrentarse por primera vez a la audiencia, y a partir de él gran parte de los espectadores decidirán cuál será su relación con la serie. Para que un estreno tenga éxito y guste debe tener un piloto decente, sin importar lo que vaya a pasar a continuación. El espectador común no está dispuesto a aburrirse viendo televisión. De hecho, me atrevería a decir que ahora va más lejos: no está dispuesto a permitir aburrirse con una serie antes de verla. ¿Revolution? ¿de J.J.? Que no cuenten conmigo.
Afortunadamente, algunos de vosotros tenéis más paciencia y cuando al final, tras muchos episodios, encontráis una serie decente, siempre nos hacéis llegar las noticias y acabamos por encontrar alguna serie que merezca la pena. Ánimo, valientes.
Imágenes de algunos buenos pilotos, in my opinion: Lost, Friday Night Lights, Twin Peaks, The X-Files, Six Feet Under, The West Wing, The Walking Dead, Alias.
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Bueno, yo en líneas generales también soy más de tu opinión que de la de Adriii, pero en ambos casos creo que tenéis puntos a favor. Es evidente que lo ideal es ver 3-4 episodios de la serie para tener ya una idea bastante certera de lo que estás viendo, pero también se entiende que en estos tiempos y con la corriente de series que año tras año se nos viene encima, uno cada vez se encomienda más al "veo el Piloto y si me motiva sigo y si no carpetazo", porque no tenemos más tiempo.
ResponderEliminarTambién creo que hay que pedir un grado de exigencia a las series en ese sentido, creo que tienen que trabajarse grandes PIlotos teniendo en cuenta los tiempos en los que estamos y que se enfrentan a ese público tan sensible, delicado y cambiante que en un sólo episodio puede sentenciar una serie. Y creo que es algo con lo que las cadenas deben lidiar.
Has puesto ejemplos de grandes Pilotos con los que coincido (hasta donde he visto, como siempre). Y yo añadiría como última reflexión que las series que más peligro corren en esto son las sitcoms, porque hay muchas, la inmensa mayoría, que tardan en moldearse y en acostumbrarse a nuestros ojos. Pensemos qué habría sido de nosotros si llegamos a deshechar Parks o The Office en su primera temporada, o mejor dicho qué habría sido de esas series si todo el mundo hubiese hecho lo mismo. Las sitcom son delicadas, y en esos casos soy más defensor de darles unos cuantos episodios para conocer la mejor la dinámica y la naturaleza de la serie.
Gracias por pasarte Isart, como siempre.
ResponderEliminarQue conste que cuando tenía la intención de escribir esto Adri todavía no había escrito lo suyo, pero me vino que ni pintado para poner una opinión diferente a la mía.
Como dices, ahora mismo hay en juego una oferta deseosa de triunfar y una demanda muy exigente, y lo mejor es que ninguno de los dos está satisfaciendo sus necesidades. No hay grandes éxitos televisivos, no hay grandes satisfacciones (seguimos hablando de network), simplemente parece que la relación entre tv y espectador se está alargando hasta la medida de lo posible cuando la situación actual pide un cambio.
No veo tanta diferencia entre sitcoms y dramas pero, afortunadamente para ellas, las comedias son más fáciles de ver y de darles una oportunidad.
Un saludo!
Completamente de acuerdo en los pilotos que has nombrado como ejemplo de "Buen Piloto".
ResponderEliminarYo también me guío mucho por las sensaciones que me deja el piloto a la hora de abandonar una serie antes de su 1x02. Pero como en todo, siempre hay excepciones. Esta temporada el piloto de Ben & Kate no me motivaba a seguir pero tras ver su segundo episodio la compro y descubro una serie completamente nueva.
Añado a tu lista de pilotos memorables el de la desconocida "The Black Donnellys", una delicia de Paul Haggis que solo duro una temporada pero tiene un primer episodio brillante y con uno de los final mas emocionantes que haya visto.