Black Mirror ha vuelto igual de intensa y de reflexiva como fue su primera temporada. Sin dejarnos indiferentes, tocándonos la conciencia. No seré yo quién os diga si ha vuelto mejor o peor que la primera temporada porque esta miniserie me tiene fascinada. Charlie Brooker sigue con la clara intención de hacernos reflexionar sobre las nuevas tecnologías a través de una sociedad distópica. Be Right Back trata sobre la muerte, sobre la ausencia. La soledad.
El capítulo empieza en una gasolinera, en una noche lluviosa. Martha (Hayley Atwell) llega al coche, donde está Ash (Domhnall Gleeson), enganchado a su móvil. Regresan a casa, cantando y bromeando. Al llegar, Ash mira una foto de cuando era pequeño y le comenta a Martha que en esa foto no era feliz. Su hermano acababa de morir y su madre había guardado todas las fotos, así como haría más tarde al morir el padre. Ash está dolido con ella, porque los hiciera desaparecer de esa manera.
Al día siguiente, Ash se marcha a devolver el coche —entiendo que tenían el coche de alquiler porque el suyo estaba en el taller— y no regresa. Ash ha muerto en un accidente de coche y Martha está desconsolada. En el funeral, una amiga —que también ha sufrido una gran pérdida— le recomienda una web (que todavía está en fase beta) que le permite estar en contacto con él. Es un software que recoge toda tu actividad en redes sociales y recrea tu manera de hablar, de expresarte, tus intereses... De esta manera, puedes seguir estando en contacto con ese ser querido que ya no está. Terrorífico.
Martha, al principio, no quiere saber nada de eso, hasta que finalmente acepta la invitación y empieza a escribirse con ese falso Ash. Para colmo, se acaba de enterar de que está embarazada y la única persona con la que lo comparte es él. Ese falso Ash. Y se aísla totalmente (deja de lado a su hermana, a sus amigos), solo se escribe y habla con Ash, hasta que, el software que es Ash, le propone que vaya más allá. Existe una opción corpórea. Sí, una copia a imagen y semejanza de Ash, y lo pide. Cuando finalmente lo tiene en casa, se da cuenta de lo obvio: que ese no es Ash. Por muy parecido que sea, por mucho que hable como él. No es Ash, no reacciona como él. No está lo más importante: su esencia, su personalidad.
El episodio es perturbador por diferentes motivos. Primero, quien haya pasado por una experiencia de duelo sabe que lo que lloramos no es la muerte en si misma, si no la ausencia de esa persona. Nos lloramos a nosotros mismos y el proceso de duelo es largo y doloroso. Pero necesario para sobreponerse. Es obvio que si continuas hablando con ese ser, no lo puedes superar y te quedas bloqueado, estancado. Eso es lo que le pasa a Martha.
Segundo, ¿qué es lo que mostramos de nosotros mismos en las redes sociales? ¿Que yo enseñamos? ¿Creamos un yo que guste a los demás? Por muy exhibicionista que seas, es imposible sacar un retrato real de quien eres.
Tercero, la ironía en la que nos hallamos. Vivimos en una época de hiperconectividad y, en muchas ocasiones, nos olvidamos de hablar con el que tenemos al lado, porque estamos tuiteando algo divertido, revisando nuestro estado en Facebook... ¿La hiperconectividad nos está llevando a la incomunicación, al igual que la infoxicación nos hace ser más dispersos?
Las nuevas tecnologías son muy atractivas, eso está claro y no seré yo quien diga lo contraria. Pero creo que existen ciertos límites, ciertos espacios que la tecnología no puede ni debe llenar. Preparando esta review he descubierto que exista una red social, DeadSocial, que te permite "enviar mensajes a tus seres queridos después de la muerte". Creo que sobran los comentarios.
Último apunte, según informa Hollywood Reporter, Robert Downey Jr ha comprado los derechos de The Entire History of you (último episodio de la primera temporada) para hacer la película. ¿Creéis que hace falta?
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