En un excepcional pase organizado por Canal+ el pasado jueves, los blogueros madrileños tuvimos el privilegio de ver en pantalla grande los dos primeros episodios de House of Cards, la adaptación americana de la homónima miniserie de la BBC. Protagonizada por Kevin Spacey (American Beauty), Robin Wright (Enlightened) y Kate Mara (American Horror Story) y bajo el liderazgo de David Fincher (The Social Network), House of Cards es un drama político que se adentra en los trapos más sucios de los altos cargos de Washington D.C.
Con los 13 capítulos que componen su primera temporada ya liberados por Netflix (se podrá ver en Canal+ a partir del 21 de Febrero), tras mi reticencia inicial puedo afirmar que una vez vistos los dos primeros episodios, no tardaré en acabar la temporada. No he visto la serie original, por lo que no puedo compararlas —no sé si eso es bueno o malo—, pero quizá lo más raro de entrada es ver al protagonista hablando a cámara; cosa que igualmente ocurre en la serie inglesa. Sin embargo, conforme pasan las escenas en las que esto ocurre, ese sentimiento de "no sé que pensar de esto" desaparece y nos quedamos con un "me gusta lo que están haciendo" rotundo. Añade ese punto humorístico del que el resto de la serie carece, completándola.
La trama gira entorno al personaje de Spacey, Francis Underwood, que tras ser rechazado como candidato a Secretario de Estado, furioso, comienza una venganza al más puro estilo Revenge contra todo el que se cruce en su camino. Le faltan el rotulador rojo y la playa de los Hamptons, pero no los planes maquiavélicos y sin escrúpulos para derrocar a la competencia —competencia para él, que no para su partido, ojo—, y de momento lleva un ritmo vertiginoso. Su mujer, Claire (Wrigth), es su mayor apoyo, muy correcta, pero parece ser mucho más de lo que aparenta. Quien sí sabe de sus planes, aunque sea un simple peón que se aprovecha de la situación, es Zoe Barnes (Mara), una joven periodista menospreciada en su trabajo en el Washington Herald que se encargará de filtrar a la prensa todos los escándalos políticos que recibe de su "fuente anónima", lo que hará despegar su carrera.
Tras los dos primeros episodios, densos pero muy potentes, se nos abren varias frentes para lo que nos espera. ¿Hasta dónde llegará Francis sin que nadie se huela nada? ¿Cuánto aguantará Zoe en esta situación que se le presenta? ¿Qué esconde Claire? Ya hay firmada una segunda temporada, de momento de la misma longitud que esta, por lo que podemos esperarnos conflictos de todo tipo. Cuenta además con una banda sonora que con un par de episodios para mí ya se ha vuelto muy, muy característica.
Una serie muy recomendable, aunque una libreta para apuntar los nombres y la situación de los diferentes políticos no está de más —por lo menos para una servidora, que en política anda un poco verde—. Podrán compararla por unas cosas o por otras con Boss o The West Wing, pero yo, personalmente, me quedo con mi comparación con Revenge, que eso de mancharse las manos como reza el póster, me llama mucho más. Además, las comparaciones tan serias son odiosas e impiden disfrutar, y House of Cards se merece una oportunidad sin dudarlo. Parece que la midseason pinta bien, al menos de momento. Compro.
Tiene buena pinta y me encanta la pareja protagonista, hay que verla!!
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