Los niños muertos venden. No importan si son suecos, noruegos o americanos, las series de investigación están de moda. La televisión británica vive un momento de éxito en este tipo de ficciones y no extraña encontrar varias modificaciones en la formula del "caso Rosie Larsen". Itv se lanzaba al ruedo cubriéndose las espaldas con el fuerte reclamo de sus protagonistas. David Tennant (Doctor Who) y Olivia Colman (Accused) se proponen buscar al asesino del pequeño Danny Latimer. ¿Tendrán algo diferente que aportar al género?
Broadchurch no deja de ser un parásito. Desde su composición sonora hasta las falsas pistas, todo tiene cierto aroma a repetición. Quizás sea por la explotación del género pero en sus primeros episodios no vemos grandes diferencias más allá de una peculiar sensación de comunidad. En este sentido esta familiarización con todos lo miembros del pueblo es un gran punto a favor para la serie de Chris Chibnall (Camelot). Sus ocho entregas nos ubican en un pequeño pueblo costero que despierta consternado al descubrir el cadáver de un niño en la playa. El recién llegado detective Alec Hardy (Tennant) se unirá a su compañera Ellie Miller (Colman) para descubrir la identidad del asesino.
La serie pasa gran parte de su tiempo en la familia Latimer y el duelo interior que supone la perdida de la noche a la mañana de un ser querido. Beth y Mark comienzan un viaje de altibajos emocionales junto a una hija adolescente bastante centrada para lo que acostumbran sus iguales en este tipo de series. La pérdida de Danny es una ventolera que descubre los trapos sucios de todo el pueblo. Infidelidades, antiguas condenas y secretos incómodos entorpecerán el trabajo de los detectives. Este afán por oscurecer a los habitantes de Broadchurch resulta algo forzado y excesivo. Hablamos de hasta tres familias con antecedente de pederastia, un toque macabro muy poco sutil.
Llegado el punto de resolver el caso, la serie vuelve a jugar al engaño y suelta un órdago que de no ser por lo bien retratadas que están sus consecuencias hubiera sido bastante fallido. La identidad del asesino es un mazazo emocional burdo pero muy interesante. La serie llega a recrearse en su final reviviendo una de las tramas episódicas. Hay dolor, culpa y no vemos lugar para el perdón. Una resolución dolorosa para sus protagonistas. No podía ser de otra manera en definitiva.
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Broadchurch no es perfecta y peca de repetitiva (misma música, cámaras lentas hasta la extenuación...) pero mantiene cierta identidad que te piden seguir otra semana más. Pocas series manejan un cast tan amplio de manera tan correcta. Buenas elecciones en los actores con una Olivia Colman que como de costumbre demuestra ser una bestia de la interpretación capaz de dominar cualquier papel. Ahí tenemos sus dos nominaciones a los Bafta para demostrarlo. ¿Tenéis ganas de volver a ver a Miller y Hardy juntos? ¿ Encontráis factible la resolución? ¿Merecíamos ver perdón en la season finale?
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