Este lunes pudimos disfrutar de la season finale de la segunda temporada de Dallas. El año pasado continuó la historia que hace más de 20 años pareció terminar, y tuvo el éxito suficiente para renovarla por una segunda temporada. Lo malo es que antes de que empezase la emisión de esta temporada, la serie sufrió una tragedia, y es que Larry Hagman falleció a los 81 años y dejamos de disfrutar del mayor de los Ewing. Todos sabemos que es el malo de la familia, pero se le coge tanto cariño que su despedida fue realmente triste. Tuvieron que adaptar el guion para explicar su ausencia a mitad de temporada. El resultado fue un giro brillante que guía a un final de temporada muy interesante aunque con un cliffhanger no muy atrayente.
La trama de esta segunda temporada podría dividirse en dos: el antes y el después de la muerte de J.R. Ewing. Hasta ese momento, la trama se centra en Ann y la lucha por recuperar a su hija. Hace años, Ann se fue a la feria con su hija y alguien la secuestró. Ahora, 20 años después se descubre que fue Harris –su ex marido– quien secuestró a la niña. En ese entonces, el trato que su ex y la madre de este que tenían hacia Ann era degradante y le llevó a ser adicta a los antidepresivos. Harris decidió tomar cartas en el asunto y llevarse a la niña con su madre a Inglaterra. La primera etapa de la temporada se centra en sus juicios. Ann consigue recuperar a su hija, aunque haber pasado tanto tiempo con su padre y su abuela ha terminado por convertirse en alguien que querríamos mantener alejada. Nos deja conocer un poco más a Ann, que la temporada anterior pasó bastante desapercibida. Su hija –interpretada por Emma Bell (The Walking Dead)– como ya hemos dicho, parece tener problemas con los ansiolíticos y es algo bipolar y manipuladora.
Tras la muerte de J.R., la trama se centra en su último plan al que denomina su obra maestra. Desde sus inicios, la familia Ewing ha estado enfrentada a la familia Barnes, y la obra maestra de J.R. consiste en poner fin a esta disputa. ¿Qué sucede? Rebecca terminó llamándose Pamela Rebecca Barnes, hija del archienemigo y todo lo que quería era conseguir una parte del negocio de los Ewing para dárselo a su padre. Aun así, se acercó demasiado a los Ewing y acabó cogiéndoles algo de cariño, incluso estaba embarazada de los mellizos de Christopher. El negocio de Christopher del metano, es algo muy jugoso y Cliff Barnes saboteará la plataforma de extracción del metano, provocando el declive de los Ewing y el aborto de su hija.
Además, el hermano de Elena vendrá para reclamar lo que por derecho es suyo: la tierra que era de su padre y vendió a los Ewing. Una tierra que su padre pensaba estaba llena de petróleo, pero parece estar seca. Su desesperación por recuperarla y honrar a su padre le lleva a cometer varios errores: trabajar para Harris, fijarse en su hija, e incluso provocar la explosión de la plataforma. El odio de la familia Barnes es más o menos el mismo que el que Harris tiene por los Ewing, y ambos se han juntado para hundir a nuestros protagonistas en la miseria.
J.R. lo dejó todo preparado antes de su muerte para que su familia saliese victoriosa. Aunque tengan que demostrar que al final ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos. Pamela descubre que su padre hizo explotar la plataforma sabiendo que estaba ella, y que fue el culpable de la muerte de sus bebés nonatos. Eso hace que se decida a traicionar a su padre, consiguiendo un tercio de su compañía y casándose con John Ross. Christopher conseguirá otro tercio al descubrir –23 años después– que su madre biológica está muerta –hermana de Cliff Barnes–. Con esto y la última parte del plan de J.R., conseguirán recuperar su empresa que Cliff les robó.
Pero ¿cómo murió J.R.? En todo momento vemos que es disparado, y los Ewing terminan inculpando a Cliff Barnes de la muerte del hermano mayor de la familia. Pero termina no siendo así, de ahí lo de ni los malos son tan malos, ni los buenos son tan buenos. Sí es verdad que Cliff Barnes es peor que el demonio, pero los Ewing consiguen meterle en prisión por la muerte de alguien siendo inocente –de esto por lo menos–. J.R. tenía cáncer en fase terminal, y no se lo dijo a nadie. Para dar fin a la disputa, hace que su mejor amigo le dispare con el arma de Cliff. Todo esto se lo escribe a Bobby, para que termine su obra maestra con la ayuda de sus hijos y de Pamela. Lo más triste es que Sue Ellen termine volviendo a beber tras la muerte de su ex marido.
Todavía no es oficial que haya sido renovada para una tercera temporada, aunque Patrick Duffy –Bobby– lo confirmó en una entrevista. El final de la segunda temporada por lo menos da a entender que sí habrá con el famoso “To be continued…”. El cliffhanger no es nada llamativo: Cliff Barnes hace que Elena vaya a verle a la cárcel para contarle la verdad sobre las tierras de su padre. Parece ser que las tierras si tenían petróleo pero J.R. lo robó todo llevándose todo el dinero. La disputa entre los Ewing y los Barnes habrá acabado, pero empieza una disputa entre los Ewing y los Ramos. La segunda temporada ha estado más interesante que la segunda, pero seamos realistas: sin J.R. no va a ser lo mismo. Os dejamos con la intro especial que hicieron para despedirse de Larry Hagman.
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