Filosofía seriéfila (XIX): Nadie te obliga a ver series salvo tú mismo

Hoy rescato —una vez más, para qué negarlo— esta sección tan personal de TV Spoiler Alert empezando con una pregunta que, quiero creer, es bastante directa: ¿qué narices os pasa?

Llega septiembre y mi timeline de Twitter se enciende con los comentarios de multitud de seriéfilos preocupados por saber cómo cuadrar sus calendarios para poder ver todas las series nuevas —alrededor de una treintena—, recuperar las series antiguas, seguir viendo las series que como buenos seriéfilos deben ver —un día escribiré sobre el sentimiento de culpabilidad por no haber visto The Wire—, seguir trabajando si tienen esa suerte y, además, mantener vidas sociales, familiares y sentimentales vivas, porque es nuestra responsabilidad como humanos. La pregunta más obvia que surge aquí es: ¿de cuánto tiempo dispones?

No sé vosotros, pero a mi inmediatamente me entra un sentimiento de agonía cuando leo estas cosas. ¿Estamos hablando de televisión o lo hemos confundido con hacer la declaración de la renta? ¿cuándo las series de televisión se han convertido en una responsabilidad y por qué? Entiendo que si vives de ello, de ver series y escribir sobre ellas —si alguien tiene un empleo por ahí que me avise, gracias—, te tengas que enfrentar al dilema de ver una casposa comedia de la FOX sobre la relación de unos treintañeros con sus padres, pero de no ser así no hay necesidad alguna para que la veas. Ni esa, ni tantas otras. Si sabes que no te va a gustar, ¿para qué te esfuerzas?

Si tenéis un poco de memoria, tal vez recordéis que sobre este tema, "más o menos", ya he escrito aquí. Por aquel entonces, hace dos años, me preguntaba la razón por la que veíamos tantas series y me preguntaba si eso realmente afectaba a nuestro disfrute de esta afición. Hoy en día no solo tengo una respuesta afirmativa, sino que además estoy convencido que, aunque la televisión esté diseñada para matar el tiempo, jamás debería ser utilizada para perderlo. Realmente, mi punto de vista no ha cambiado demasiado, pero es curioso ver lo educado que era en esos momentos en comparación con la mala sangre que siento ahora cada vez que leo ciertos comentarios. Siento si soy demasiado directo ahora, pero del mismo modo creo que a más de uno le vendría bien reflexionar sobre el tema. Con eso me basta, y a eso voy.

Creo que entiendo bastante bien las motivaciones respecto a la televisión de la mayor parte de los seriéfilos que conozco de uno u otro modo; al fin y al cabo, nos une una causa común. Respeto profundamente la necesidad de mantenerse al día, de estar a la moda y de seguir la corriente que se ha instaurado en la vida de tantos en los últimos años pero, repito: no es necesario. 

Siempre lo he dicho, y lo mantengo: la televisión no está hecha para todos los espectadores. Es de cajón —primera parte—. Si pensamos en la estructura de la televisión estadounidense, es muy sencillo ver cómo la oferta televisiva, es decir, el innumerable número de cadenas —que aumenta cada vez más y más, lo que me da ganas de hablaros de la futura burbuja televisiva... será para otra ocasión—, responde a una inmensa demanda formada por audiencias heterogéneas, variadas y diferentes. Audiencias segmentadas. Y eso está bien. No todas las series están hechas para todos los públicos, y no pasa nada si tú, como consumidor pirata, no eres capaz de tragarte la nueva "serie de culto" porque lo digan unos cuantos, del mismo modo que puedes disfrutar con lo que otros han considerado "basura" —anotad: The Neighbors—, o viceversa. La televisión, repito, está hecha para disfrutar.

Nadie te obliga a ver series. Nadie te está apuntando a la cabeza con un arma para que te tragues todos los estrenos —siempre habrá alguien que los verá por ti... fíate de su criterio y decide a partir de ahí—. Nadie te tiene que convencer para que veas "fenómenos televisivos" como el de The Bridge. Nadie te está chantajeando para que sigas viendo la última temporada de Dexter aunque sea una mierda como la copa de un pino. Nadie te obliga a adorar a Breaking Bad —aunque deberías—. Nadie te obliga a ver ese interminable listado de series de culto que nunca podrás acabar por mucho que lo intentes, créeme. Nadie te tortura para que veas treinta episodios semanales de series inmediatamente al día siguiente de su emisión. Nadie te tiene que decir nada sobre darle "unos episodios de margen" a una serie —¿estamos locos?—.

El único que se está obligando eres tú mismo. Piénsalo. Y piensa en tus razones.

No os quiero engañar, yo soy uno más. O al menos lo era. Sigo viendo todo lo que puedo y constantemente, pero creo que después de muchos años como seriéfilo ahora hasta queda raro decir que lo eres. He aplicado nuevas pautas y me encuentro más cómodo con una afición diseñada para mi disfrute y no para mi sacrificio. Un lunes, sin ir más lejos, debería ser insufrible solamente por ser lunes, no por otras cosas. Imagino que me explico.

Digo yo.

Nota: Aunque suene hipócrita después de este texto, en TV Spoiler Alert vamos a cubrir todos los estrenos de la temporada. Somos 15 personas, tenedlo en cuenta.