La vie en rose

Nueve años son muchos años, especialmente en televisión. Una serie que logra mantenerse con vida durante un periodo de tiempo tan extenso y que, además, lo hace manteniendo una verdadera legión de seguidores incondicionales tiene, por un lado, la enorme responsabilidad —que no obligación— de satisfacer a los que han jurado fidelidad; y, por otro, posee una mitología lo suficientemente extensa como para hacerlo de la forma más simple posible. La novena y última temporada de How I Met Your Mother es el perfecto ejemplo de ello: sus veinticuatro episodios, que abarcan en la vida de la serie tan solo un fin de semana, son un continuo reencuentro de tramas, de recurring gags y de personajes de la serie mientras ésta concluye su viaje. Eso será el 31 de enero marzo.

Poniendo la Boda a un lado y teniendo en cuenta que la Gran Incógnita, con mayúsculas, ya ha sido desvelada, solo quedaba conseguir que la Madre se pudiera integrar en el curioso universo de How I Met Your Mother de la forma más agradable posible. Y no era tarea fácil. Una cosa era la idea de que la Madre encajara en la serie, que ya de por sí era complicado teniendo en cuenta todas las pistas que nos han ido lanzando durante estos años; otra, más difícil todavía, era que la Madre —ya personificada— no solo se integrara sino que lograra calar en el espectador lo suficiente como para que su aparición en un puñado de episodios fuera equiparable a haberle seguido la pista durante casi una década. Es decir, conseguir no solo que Ted y la Madre se enamoren... sino que la Madre, por sí sola, nos enamorase también a nosotros.

How Your Mother Met Me lo ha conseguido.

En el marco del episodio número 200, que se dice pronto, nuestra Madre nos cuenta su propia historia y consigue, siendo cursis, llegar a nuestros corazones. Solo le hacen falta veinte minutos para hacerlo y por eso es inevitable rendirse a sus pies. Aunque es cierto que gran parte de este triunfo se lo debemos a los creadores Bays y Thomas, no podemos pasar por alto la facilidad de Cristin Milioti para empatizar con nosotros y demostrar por qué ella es la Madre que tanto estábamos esperando. 

Como episodio, How Your Mother Met Me funciona solo. De hecho, y aunque el supuesto spin-off de la serie no estaría centrado en ella, este episodio bien hubiera valido para centrar la historia de una serie que sí podría ser interesante —y no lo que tienen pensado como alternativa. Nos presenta al personaje: su personalidad, su actitud, sus dramas y sus alegrías; y lo que es más importante: lo hace al mismo tiempo que va enlazando su historia con la de Ted, al que tantas veces ha estado a punto de conocer. Este episodio sirve para encajar las piezas, para satisfacer tanto a aquéllos que todavía seguían a la serie para conocer las respuestas como a aquéllos a los que eso no es tan relevante. La mayor parte de los "guiños" hacia el pasado de la Madre son explorados de una forma u otra mientras ésta va creciendo a pasos agigantados, demostrando que su conexión con Ted va más allá de un simple paraguas amarillo. 

Es cierto que quizás las prisas le hayan pasado factura al intentar resolver tantos misterios en tan poco tiempo, y que quizás también haya algún "vacío" en su historia —espero no ser el único que se pregunta por qué la Madre no quiso saber más del ex de Cindy cuando ésta le dice que está interesado en ella; o por qué la Madre solo tuvo dos novios antes que Ted mientras éste... bueno, me explico—, pero en lo importante cumple con creces. La recta final, desde que le pide a su difunto novio "permiso" para casarse hasta el emotivo La vie en rose en el ukelele, son para enmarcar. Y punto.

Ahora solo queda que la Madre y Ted se conozcan, por fin. Al menos estamos seguros de que no se tomarán tanto tiempo en hacerlo como en presentárnosla.