La semana pasada terminó la tercera e irregular temporada de Scandal, una de las series más populares y frenéticas del momento. Cerrando las tramas más importantes que se habían desarrollado a lo largo de estos últimos meses, la serie también planteó diversos enigmas que resolveremos el año que viene, ya que su renovación se da por segura.
Tras el explosivo final de la semana anterior en el que todos pensábamos que tanto Sally, como Leo y Andrew habían muerto, y Cyrus se había convertido definitivamente en el monstruo que todos sabíamos que era, descubrimos que no ha sido así. (¿os sentisteis un pelín traicionados? Yo sí).
Al final, Cyrus avisó al presidente sobre el ataque bomba y nadie resultó herido, aunque Sally aprovechó el momento para dar apoyo a las víctimas durante el suceso, haciendo que su popularidad incrementara en gran manera y que hasta Olivia comunicara a Fitz, Cyrus y Mellie que habían perdido las elecciones.
Pero en Scandal los giros siempre están presentes. En un incidente tan desafortunado como oportuno, el hijo de Fitz, Jerry Jr (al final era hijo suyo de verdad) muere tras ser envenenado durante un discurso de su padre, lo que provoca que Fitz finalmente termine por ganar las elecciones.
Obviamente, todo esto no podía ser fruto de la casualidad (¡eso sí sería un buen giro!), así que Papá Pope (¡no se ha muerto!) en seguida acusa a Mamá Pope y pide permiso al presi reelecto para matarla, volviendo a su puesto de Command. Cuando Fitz da el visto bueno y se le comunica que Maya está muerta, descubrimos que en realidad ha sido encerrada a lo Jake y Huck y que Papá Pope ha sido el causante de la muerte de Jerry Jr. en una especie de acto de justicia poética. Mi hija me dijo que no me lo cargara y así ha sido. Pero me he cargado a su hijo: él me ha quitado a mi hija, yo le he quitado al suyo. (más o menos literal).
Por otro lado, justo cuando Olivia y Fitz se iban definitivamente a Vermont (todos sabíamos que no iba a pasar), Fitz gana las elecciones y Olivia le cuenta lo de la violación de Mellie diciéndole que no querría estar contigo si ahora no te quedaras con ella. Pero después de enterarse de que mató a Verna sí querías estar con él, ¿eh? El episodio termina con Fitz bebiendo, destrozado por la muerte de su hijo y deprimido al volver a su sala de la Casa Blanca, donde solo recuerda todo lo malo que le ha ocurrido allí.
En otro orden de cosas, Quinn y Huck por fin se dejan llevar hasta el final y son sorprendidos por los miembros de la OPA, que se escandalizan como podíamos esperar. Todo se estropea cuando Quinn decide enseñarle a Huck la casa donde ahora viven su antigua mujer y su hijo, y éste le dice que ya no le quiere ver más.
Olivia decide hacer caso a su padre y abandonar Washington y Jake le pide ir con ella para que ambos se curen de sus maldades y pecados cometidos. Ella acepta (alguna decisión equivocada tenía que tomar en el episodio) y Jake se aprovecha de la situación, no sin antes enviarle a David Rosen un paquete con todos los archivos del B613, para que haga lo correcto.
Ah, y no sabemos si Harrison ha muerto. Pero, ¿a quién le importa?
A destacar: Olivia confesando que ella es el escándalo y su conversación Cyrus en la que se dan cuenta de que son unos monstruos.
Espero que el año que viene tomen nota de la segunda temporada y combinen las tramas procedimentales con algún escándalo que no sea tan enrevesado y poco interesante como el B613 y la cargante familia de Olivia. Move on.
COMENTARIOS