Con sólo un episodio Silicon
Valley ya ha conquistado mi corazón más friki. Y no sé por qué esta palabra
todavía despierta resquemor en ciertos círculos, porque todos tenemos algunos
intereses o hobbies que cultivamos quizás demasiado, pero que nos ayudan a
sobrellevar el tedio y la melancolía de la vida adulta.
Cierto que yo no me paso el día
pegada al portátil como si me alimentara de bits, no venero a Steve Jobs como
si fuera la nueva deidad del siglo XXI, ni devoro noodles con palillos todas
las noches, pero me identifico con la lucha de sus protagonistas. Además, las bromas
autoreferenciales, los clichés y las sátiras de este Olimpo tecnológico que
hace la serie de HBO son absolutamente geniales.
No es nada nuevo que los raritos
del cole, los diferentes, se hayan convertido en los nuevos héroes. Lo llevamos
viendo desde hace años pero es quizás en un lugar como Silicon Valley donde los
nerds o geeks son los auténticos reyes del mambo. Y se lo merecen, vaya.
En Silicon Valley, la serie, Richard es un programador buenazo e introvertido que trabaja para
una gran compañía (muy parecida a Google) y que en su tiempo libre
ha desarrollado una aplicación musical llamada Pied Piper (Flautista de
Hamelín). Vive con otros programadores y sueña con construir su
propio imperio tecnológico, dar el salto con una idea revolucionaria y engrosar
la lista de jóvenes millonarios. Como todos los jóvenes que viven en esta zona
de California.
Él y sus tres amigos informáticos residen y trabajan en ‘The Hacker
Hostel’, una ‘incubadora’ tecnológica propiedad de Erlich, un fanfarrón programador (genial su camiseta I know HTML:
How to meet ladies) que les permite estar allí a cambio de un diez por ciento
de sus potenciales negocios.
Richard trabaja en Hooli, un
sitio donde los retiros espirituales y los descansos son obligatorios, la
decoración es colorida y moderna, la gente se mueve en bici y coches eléctricos,
hay montones de comida gratis para los empleados y todo el mundo parece
encantado de trabajar allí. Eso sí, para él y sus amigos es una especie de secta
liderada por un excéntrico jefe que tiene un gurú espiritual como consejero y
se vanagloria de perseguir ‘construir un
mundo mejor’.
Pese a haber llegado hasta allí,
Richard todavía tiene que soportar a algunos matones como la pareja de colegas
del trabajo que se mofa de él. Eso sí, cuando ambos echan un vistazo a su proyecto
se dan cuenta de su increíble potencial y la calidad del trabajo del
programador, que ha conseguido una capacidad de compresión de archivos nunca
vista. Las posibilidades de negocio de su idea pronto llegan a oídos de su
jefe, quien le cita para hacerle una oferta por Pied Piper. Pese a las buenas
noticias, la cosa se complica cuando otro gran empresario de Silicon Valley,
Peter Gregory, que curiosamente guarda grandes parecidos con Steve Jobs y
promete ser uno de los personajes más graciosos de la serie, se interesa por la
aplicación. Eso sí, este último no quiere comprarle la idea, sólo una pequeña
participación en el proyecto y ayudar a Richard a levantarlo.
Ante el dilema de si aceptar el
dinero o mantener su empresa, la ansiedad vence al joven programador, que huye
despavorido hacia el centro médico más cercano. Allí un doctor de lo más
surrealista le dice que tiene un ataque de pánico pero, en lugar de
tranquilizarle, le cuenta la historia de otro paciente que se encontró en la
misma encrucijada y tras tomar la decisión errónea se terminó disparando en la
cabeza. Eso sí, no murió, pero se quedó ciego y sin mujer, según le cuenta el
médico. El pobre Richard, más confuso todavía, decide irse a casa. Fuera, la asistente de Gregory
vuelve a reiterarle el interés de este en ayudarle con Pied Piper. Al final logra convencerle y, ya en casa, Richard lanza un motivador discurso a sus amigos
animándoles a formar parte de la aventura.
Todo pinta a que lo nuevo de HBO nos regalará escenas de lo más cómicas e ingeniosas, a lo mejor no a gusto de todos los espectadores, pero sí de los más aficionados a la tecnología. Y es que la serie está llena de bromas autorreferenciales sobre el universo tecnológico, los informáticos y el ambiente de Silicon Valley, donde uno de los personajes se cuestiona por qué en todos los grupos de programadores siempre hay algún indio, uno con coleta, algun gordito, un flacucho... Siempre el mismo patrón. Toda una incógnita.
Las TED Talks, otro clásico del sector, también están presentes en el piloto. El ponente no es otro que Peter Gregory (¿un paralelismo más con Steve Jobs?) quien anima a todos los jóvenes del público a abandonar la Universidad, según él, demasiado sobrevalorada, y perseguir sus sueños. Eso sí, un espontáneo, algo más mayor que los demás, le espeta que es un fascista por decir eso...
Otro gran momento cómico es cuando un grupo de chavales que vive en The Hacker Hotel presenta a Erlich su última gran idea, una sopa de bits. Una sopa que en lugar de tener letras tiene ceros y unos, en homenaje al lenguaje binario. Eso sí, a él no le hace mucha gracia...
Mención especial merece también la cabecera de la serie, todo un homenaje al videojuego Habbo, donde se pueden ver los principales edificios y empresas que conforman este valle tecnológico.
Bla, bla, bla, bla, ... sólo me faltaba añadir otra serie más!!! ARgh!!! Con reviews así cualquiera se resiste...
ResponderEliminarLa nueva serie Silicon Valley
ResponderEliminarme está fascinando sobre todo porque a nivel de audiencia está funcionando bastante bien y está teniendo
bastante repercusión dentro del sector tecnológico. Excelente propuesta.