¿Qué sucede cuando conoces a tu esposa en una serie que ABC te canceló y en
la cual ella se comía por los pies al resto del plantel? Pues hacer una especie
de serie clónica en NBC con ella de nuevo brillando como se merece en un papel
similar casi llegando al nivel de spin-off. Pero hablando de una manera un poco más inteligible.
Eso le ha pasado a David Caspe, el creador de la tristemente difunta Happy Endings y ahora de Marry Me, el nuevo show de Penny,
interpretada por la gran Casey Wilson.
En Marry Me Penny se cambia de
nombre (Annie, pero tampoco es relevante) y se compromete con Ken Marino (Veronica Mars, Party Down) alias Jake. Cambian los
personajes, pero a fin de cuentas estamos ante Happy Endings 2.0 pero sin chistes con camisetas de cuello de pico.
¿Problema? Ninguno en absoluto.
Aunque en el piloto nos querían plantear algo un poco más estilo romcom fuertemente centrada en la pareja, con el paso de los episodios todo
se ha puesto en su lugar: una sitcom de amigotes, cada uno con sus
peculiaridades haciendo mamarrachadas por Chicago. La única diferencia a nivel
mecánica que nos podemos encontrar es que ahora tenemos a los padres de ella constantemente
presentes. Pero por lo demás, el espíritu de Happy Endings sigue ahí subyacente.
Para los que os preguntéis por qué he repetido “Happy Endings” tres veces
ya porque sois malos y no la habéis visto: Annie/Penny es una chica con
tendencia a la dramatización, exageradilla y que te roba el corazón con sus
excentricidades desde el minuto uno. Esta vez, en lugar de vivir constantemente
buscando un amor que le es esquivo, ya le han plantado a la pareja ideal: Jake,
que cae rendido ante los encantos de esta mujer y, las cosas como son, le da
todo lo que pide.
Como es costumbre, los secundarios son un reclamo bien trabajado: Gil, desastroso mejor amigo de Jake, sin pudores y recién divorciado; Deenah, la liberal (que no libertina) amiga muy rubia de
Annie; Kay, irónica vecina de ahora Jake y Annie con afición por las mujeres;
y, como ya hemos dicho antes, los papás de Annie: Kevin 1 y Kevin 2,
homosexuales de pro que han mimado en exceso a su niña y todavía fingen no
saber cuál es el padre biológico de la criatura.
Para los que os guste la comedia sin risas enlatadas y con guiones rápidos
y fácilmente disfrutables, aquí tenéis nueva adquisición. Para los que le
tengáis pavor a la comedia romántica que tan de moda está esta temporada: no
temáis, el pasteleo sólo lo usaron para vender el piloto. Para los fans de Happy Endings más reacios: las comparaciones siempre son odiosas, la original suele ser mejor, pero las cosas como son, podría ser muchísimo peor.
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