La expectación en torno a los nuevos proyectos audiovisuales de Amazon Studios se incrementó exponencialmente tras el éxito de Transparent en la ceremonia de los Globos de Oro (un globo de oro a mejor serie de comedia y otro a Jeffrey Tambor como mejor actor de comedia). Tras el éxito de esta producción, junto con las de Netflix en los Emmy, el tablero de la ficción estadounidense ha comenzado a cambiar, con los gigantes de Internet zambullidos de lleno en la producción de formatos televisivos. En esta nueva entrega de primeros episodios de Amazon, hay una disparidad de calidad entre las producciones que se han presentado para conocer si tienen o no el beneplácito del público.
Cocked nos presenta a una familia cuya dedicación se basa en una empresa de fabricación y venta de armas que no pasa por su mejor momento. Pese a una premisa interesante y siempre tan de actualidad al otro lado del charco, durante la hora que dura el piloto observamos una consecución de clichés y chistes malos tantas veces vista en otras series. Padre de familia que sabe que le queda poco, hermano badass que se pone hasta las cejas de coca y putas y hermano inteligente, buenazo y con familia al que le toca el marrón de salvar el negocio familiar. Ni Dreama Walker, la maquiavélica Becca en The Good Wife parece ser capaz de sacar a flote este absurdo.
El problema de Mad Dogs, sin embargo, es que ni vendiéndose como un Resacón en Las Vegas hecho serie es capaz de despertar interés alguno. Sus primeros treinta minutos son un coñazo, adolece de una falta de ritmo durante todo el piloto y, ni en el momento más álgido del episodio, consigue que conectemos con los personajes o la historia. Además, el product placement continuo hace que el episodio parezca un anuncio largo de cierta marca tecnológica.
Down Dog se vende en la web de Amazon como una comedia, pero lo cierto es que no encontrarás ningún chiste o situación que te ponga media sonrisa en el rostro. Se trata de un profesor de yoga que rompe con su novia y socia empresarial y tiene que empezar a buscarse la vida por su cuenta. Evidentemente, es un patán. La falta de creatividad en la confección del guion se intenta suplir con sexo gratuito cada dos minutos. Pero no cuela. Por si esto fuera poco, la voz en off nos cuenta exactamente lo mismo que estamos viendo en pantalla. Bodrio.
Con Salem Rogers, model of the year 1998 la sensación es la de una decepción por lo que podría haber sido y por lo que se ha acabado plasmando en pantalla. Esta serie sobre una modelo que sale de rehabilitación tras diez años interna en el mismo podría convertirse en una especie de Entourage del mundo de la moda, con sus puñaladas, sus modelos llevadas a límites que no nos imaginamos y todo el sacrificio que exige ese mundo. Pero la ficción decide caer en chistes vistos tantas otras veces, y decide que la única —y fácil— forma de atraer al espectador es enseñando carne de Leslie Bibb, la actriz que da vida a la protagonista. Los cinco minutos de sideboob que nos muestran son innecesarios y bastante gratuitos. Tiene muchísimo potencial, pero lo desaprovecha cayendo en lo absurdo.
No todo iba a ser malo. The New Yorker presents, pese a ser una serie-documental, llega a las pantallas de nuestros ordenadores con dos historias desconocidas para quien firma este texto, pero muy interesantes. Estas dos primeras historias, una sobre la obra de Marina Abramovic y la segunda sobre Tyrone, la persona que sufrió una campaña de acoso y derribo por sus informes en contra del uso de la atrazina como pesticida. Sin la pretenciosidad de la VICE de HBO, con una producción bastante cuidada y con el amplio paraguas que otorga la marca The New Yorker, estamos ante un producto interesante y con mucho potencial. Otro punto a favor es el uso de la caricaturista Emily Flake, empleada de la revista, para introducir con sus dibujos las historias y el uso de sketches para ‘envolver’ las historias serias.
The Man in the High Castle nos devuelve al pasado, concretamente a América del Norte en el año 1962, pero lo hace con un cambio que da un vuelco a la historia de la humanidad tal y como hoy día la conocemos: las potencias del Eje han ganado la guerra, y nazis y japoneses se reparten el terriotrio del otrora Estados Unidos de América. Solo con esta escueta premisa, esta serie escrita por Frank Spotnitz (Expediente X) tiene ya mucho terreno ganado. Interesante que no solo se vayan a centrar en la "reconquista" —un camino que se antoja tortuoso en ese final inesperado— por parte de los americanos, sino que también vaya a tratar las tensiones entre Japón y Alemania por el poder en el norte de América. El piloto es muy bueno, con un cliffhanger bastante potente y, aunque falta el veredicto del público, podemos apostar a que Amazon Studios le acaba dando luz verde.
Sin apartarnos de la ficción histórica también tenemos Point of Honor. En este caso, retrocedemos aún más en el tiempo, hasta el siglo XIX, para situarnos en plena guerra de secesión americana. Esta especie de Hatfields & McCoys meets Downtown Abbey falla solo en los dos momentos en los que no debería flaquear: en el comienzo y en el final. El primero de ellos por lo tremendamente mal dirigido que está la —muy poco creíble— coreografía de la batalla; y el término del capítulo por lo previsible que ha sido el último cuarto de hora de capítulo. Por lo demás, nos acercamos a un drama histórico bastante logrado y efectivo que, si bien no es una gran serie desde el primer plano, entretiene y tiene capacidad de evolución y transfondo histórico para convertirse en una buena serie.
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