Esta semana concluía Empire en Estados Unidos. El fenómeno del 2015 se ha despedido por todo lo alto con dos episodios repletos de giros de guión inesperados, invitados de lujo y mucha chulería. Tendremos que esperar bastante para una segunda temporada, pero mientras tanto repasamos las claves de su primera entrega.
→ Sin spoilers ←
Los números
Aunque en España ha pasado totalmente desapercibida —sus razones habrá—, en Estados Unidos Empire ha sido un verdadero bombazo y seguir la evolución de sus datos de audiencia ha sido casi tan interesante como seguir los pasos de Cookie.
En sus 11 semanas de recorrido, el número total de espectadores de la serie ha aumentado todas las semanas, y en ratings solo ha descendido en una única ocasión —el cuarto episodio— y tan solo 0,1 puntos. Sin precedentes.
Las letras
Empire es el culebrón de la década, y lo ha demostrado con sus excesos y sus locuras desde el primer episodio. Desde entonces, han pasado tantas cosas que resulta complicado encontrarle un sentido. Como buen culebrón, Empire ha apoyado su desarrollo en los escarceos amorosos y en las estrategias de sus protagonistas para ganar la batalla. La mala leche de los hijos Lyon ha ido in crescendo, y la maldad del patriarca ha llegado incluso a salirse de plano.
Hasta Terrence Howard —quizás porque se ha dado cuenta de que la televisión sí es su sitio— ha conseguido encontrar su sitio en esta serie en la que al principio no estaba muy cómodo. Su Lucious ha evolucionado de manera sobresaliente y, aunque siempre ha sido poco más que una caricatura, en el último episodio se ha erigido como un antihéroe de pro que promete dar mucho más juego en el futuro.
Sus hijos, no tanto: entre el pichabrava de Hakeem, Jamal y el que es hijo porque tenían que ser tres, el futuro de Empire queda en manos de tres niñatos que arreglan sus conflictos acostándose con quien haga falta o enfrentándose los unos a los otros con duelos de rap. Y no. Esperemos que Cookie —seguid leyendo— tome las riendas en la segunda temporada.
La música
Con el autotune al límite, Empire ha basado parte de su apuesta en la música que llevamos escuchando estas 11 semanas. Producida por Timbaland, la banda sonora ha estado basada en canciones realmente pegadizas, que han tenido su propio protagonismo incluso fuera de la serie, donde el álbum recopilatorio ha destronado incluso a la reina del pop, Madonna, en Estados Unidos.
Siguiendo con la melodía, la serie ha basado el desarrollo de su culebrón en los rifirrafes de la familia Lyon por la herencia de la discográfica Empire. Los ambiciosos raperos se han pasado la primera temporada queriendo sacar su empresa a Bolsa y peleándose para heredar el trono del moribundo Lucious, y su forma de luchar es con videoclips, conciertos y canciones. Son los más chungos del barrio pero a la hora de pelear no son de los que se ensucian las manos.
Ella
Ya os hablamos de ella, y lo haremos mil veces. Cookie Lyon es la verdadera clave de Empire. Es el personaje que le ha dado vida a la serie y su auténtica protagonista. Sus excesos han sido los que nos han mantenido enganchados a Empire durante estas semanas, a pesar de que el personaje haya evolucionado de una forma tan peculiar... porque Cookie no es la misma que salió de la cárcel en el primer episodio. Ha perdido garra y mala leche, y en ocasiones hasta es menos hortera de lo que creíamos. Aun así, sigue siendo la jefa. Y punto.
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