Hoy vamos a hablar de la hazaña de una chica que tiene dos pelotas más
gordas que el Arca y Mount Weather juntos. Es más, podemos bautizarlas desde
aquí si queréis. Clarke Griffin ha
sobrepasado todas las expectativas que teníamos para una chiquita muy rubia
y muy bonita que hace un año venía con ganas de feminismo y de recordar que
menos divineo y más sacarse las castañas del fuego una sola, y nos ha dado una
antiheroína de categoría, con sus luces y sus sombras.
The 100 ha sido un soplo de aire fresco,
irónicamente, con su turbiedad moral
poniéndonos frente a ambos lados del conflicto en lugar de venir, ver y vencer
y a por el siguiente malo maloso.
Ver el otro bando del tablero en profundidad era el principal reclamo de la
segunda temporada. Con la excusa de un enemigo común y más fuerte que todos, la
Sky People con la que siempre nos hemos identificado tiene que coaligarse con
los Grounders, los asalvajados habitantes del planeta. La mezcla es volátil y
repleta de consecuencias. Los salvajes
son tan víctimas como “los nuestros”. Tienen familias, tienen su propia
forma de sobrevivir ya patentada… Y eso no todo el mundo lo ve ni dentro ni fuera de
la serie. Y ahí entró Finn.
Finn es la otra pieza
pivotal de la temporada junto con Clarke. Finn se lio a tiros con un grupo de Grounders
como si fuese una película de Schwarzenegger y los guionistas pusieron los
huevos encima de la mesa para decir: esto no es un culebrón de pacotilla, aquí hay consecuencias proporcionales a los
actos, aunque conlleve cargarse al coprotagonista. Blood must have blood. Que levante la mano el que vio la muerte de
Finn venir y no vayáis de listos ni de que no estabais esperando una
resurrección in extremis.
La campaña contra el Monte nos dejó otro momento de esos chumineros
carpeteros que nos recuerdan que seguimos en la CW. Y que nos encanta, no se vaya a venir el personal muy arriba. Clarke y Lexa, lideresas más compenetradas
de la cuenta, tanto dentro como fuera de lo bélico. Otro golpe en la mesa
de los guionistas: se acabó que el personaje homosexual siempre sea un segundón
anecdótico o resultón. La protagonista nos vale para todo.
Clarke se dejó intoxicar por las artes de comando de Lexa. Después de los
choques con su madre por la capitanía del grupo y dejando su título de
canciller en algo menos que simbólico, Clarke se puso en modo discípula de la
filosofía salvaje: el fin justifica los
medios, dejando morir a cuantos haga falta de los nuestros o de los ajenos.
Y así llegamos al final de esta semana. Toda una lección que resume la
temporada. No nos estamos moviendo en un mundo de buenos y malos, así que deja
de intentar verte como la embajadora de lo correcto. Y así es como conocimos la siguiente gran batalla de Clarke
Griffin: la culpa.
Pero no todo ha sido Clarke. El fraccionamiento de escenarios y personajes
tan odioso y tan terrible que ha impregnado la temporada nos ha dado un par de
subtramas curiosas de las que hablar. Empezamos con Thelonious
Jaha, investido como reencarnación de John Locke pero sin humo negro de por
medio, que ha escuchado campanas de una ciudad entre mitológica y fantasma
que al final resulta que era verdad y que se queda como gran cliffhanger para
la temporada siguiente. Con inteligencias artificiales y todo. Ya me dirás tú
como van a gasear hologramas.
Luego tenemos a Octavia, que de
princesita sobreprotegida se ha convertido en bestia desatada. Cambio
radical de imagen, de bando, de modales… Esa enajenación repentina por haberse
liado con un salvaje no termina de justificar la digievolución. Sí, saber
lanzar cuchillos viene muy bien, pero… Una cosa es una historia de
empoderamiento de la mujer y otra es hacerse un Chuck, implantar un chip en el cerebro de la damisela en apuros y
convertirla en Iron Man.
Nos dejan con ganas de más y maldiciendo las temporadas reducidas. La
tercera no puede llegar lo suficientemente rápido. Que alguien piense en John
Murphy, que un año a whiskitos en la nueva escotilla tiene que ser muy largo.
Que se lo digan a Desmond. O que vaya él y se lo diga en persona, total, está cerca.
De más está decir que como se ha instaurado esta serie como una joya seriéfila; en donde por tantas alabanzas a TWD pasa desapercibida y no valorada como debería ser. Cada capítulo como crecía y nos dejaba con la boca abierta con esos giros. Para muestra el extraño trato que aceptó Lexa. De esta manera, esperamos con ansias lo que descubrió Jaha
ResponderEliminarQué jodida sorpresa esta serie. Qué maravilla. Me encanta eso de bautizar los ovarios de Clarke porque los tiene gigantescos, como ruedas de camión. Yo también creo que es una serie muy lostiana, pero ojo, que aquí queman tramas a toda pastilla y no se andan con misterios para arriba y para abajo. Era muy necesario conocer también el lado grounder de la vida, qué gran incorporación ha sido Lexa. A ver si el boca a boca va funcionando y la gente la conoce más, porque se lo merece.
ResponderEliminarGran post! Los 100 merecen mucha mas audiencia y repercusión. SERIAZA.
ResponderEliminar