Hay
series que nos tocan la fibra y acaban convirtiéndose en parte de nuestra
rutina: las seguimos año tras año y no queremos admitir que el tiempo pasa para
todos, siendo mejor una retirada a tiempo en vez de sufrir el desengaño
definitivo. Aunque un poco tarde (en mi opinión, cerrar en la quinta temporada
habría impedido el estiramiento de ciertas tramas) Julian Fellowes supo aceptar
que era el momento y en esta última temporada, Downton Abbey ha ido preparando
el terreno para la clausura definitiva de la gran casa.
Los
escenarios, la fotografía y el vestuario han rendido de nuevo al máximo nivel,
demostrando por qué los ingleses tienen una capacidad inigualable para las ficciones de época. En todos ellos se han ido reflejando los 13 años que han
pasado en la serie (recordemos que todo empezaba con el hundimiento del
Titanic en 1912) pasando de los últimos coletazos victorianos a los locos años
veinte, preparándose también para la austeridad que vendrá en los treinta.
De bodas improvisadas y regresos
Pero
las tramas han sido otra historia. A grandes trazos sí, todo ha ido sobre
ruedas, cerrando poco a poco los destinos de cada personaje o dejándonos pistas
de lo que sucederá en el especial de Navidad que pondrá fin a la serie. Sin embargo,
algunos detalles han chirriado: el que más, esa boda apresurada de Mary
culminando un romance con muy poca química. En vez de un affair parecía que
los estábamos viendo comparar notas para comprar un coche. Matthew Goode es de
esos actores ingleses que nunca fallan, pero sólo en el último episodio ha
conseguido que me crea que de verdad sentía algo.
No volveré
a incidir en mi poco cariño al personaje de Mary pero me alegro de que toda la
familia la pusiese en su lugar tras el maltrato definitivo a Edith. “Ahora
vuelves a ser feliz, y serás más agradable… durante un tiempo”, la frase que
define a la perfección a una niña mimada que no se merece la paciencia que
tienen con ella.
Y
sí, la pobre Edith ha vuelto a recibir todos los golpes con un estoicismo
encomiable –con lo que ha aguantado, y es la que da el paso adelante para
lograr una reconciliación—, aunque por lo menos su trabajo como editora ha sido
un éxito. Esperemos que al final su pretendiente recapacite para darle su
merecido final feliz. Uno de los grandes aciertos de esta temporada ha sido
traer de vuelta a Tom Branson. ¿Quién iba a decirle cuando empezó de chófer,
que acabaría siendo el salvador de la familia Crawley? Su regreso nos ha
mostrado la increíble evolución de un personaje clave que ha acabado
conquistando hasta a la mismísima Condesa Viuda.
El resto de la familia ha pasado casi desapercibida, con un Robert muy comedido
(y esa genial escena al más puro estilo Tarantino. ¡Las cenas en la gran casa
nunca son aburridas!) y una trama sobre el hospital local metida un poco con
calzador. Aún así nos brindó más escenas geniales de Maggie Smith, con sus ya
míticos one-liners y su capacidad innata para conquistar a la cámara con
un movimiento de cabeza.
El servicio encuentra su camino en los nuevos tiempos
En
la otra cara de la moneda, los sirvientes han disfrutado de una temporada más
tranquila, con pequeños dramas que al final no llegaron a nada (como el juicio
del cómplice de Baxter, los problemas maritales de Carson y Hughes, o el
escándalo de la casa de huéspedes de la señora Patmore). Anna y Bates, de ser
unos de los protagonistas en las primeras entregas, han quedado relegados a un
segundo plano —y casi se agradece, porque ya no había mucho más que hacer con
ellos— dejando espacio a historias como las de Molesley.
Él
ha hecho el camino contrario: de un recurso cómico totalmente plano, ha llegado
a convertirse en un personaje entrañable y uno de los pocos que puede abandonar
la vida como criado por sus propios méritos, inspirando a sus alumnos a
aprender y luchar contra los prejuicios de clase. A quien no le ha acompañado
la suerte ha sido al pobre Barrow, rechazado por casi todos los miembros de la
casa, arrastrando una soledad que lo llevó a un intento de suicidio. Espero que
Fellowes tenga piedad de él porque en el fondo es un trozo de pan y se merece
un poco de felicidad.
Poco a poco, las tramas de Downton Abbey se van cerrando (algunas de forma apresurada, otras con un desarrollo bien elaborado), preparándose para la despedida definitiva del próximo especial de Navidad, mezclando emoción y humor a partes iguales. ¿Qué os ha parecido esta temporada? ¿Creéis que vuestros personajes favoritos conseguirán el final que se merecen?
Poco a poco, las tramas de Downton Abbey se van cerrando (algunas de forma apresurada, otras con un desarrollo bien elaborado), preparándose para la despedida definitiva del próximo especial de Navidad, mezclando emoción y humor a partes iguales. ¿Qué os ha parecido esta temporada? ¿Creéis que vuestros personajes favoritos conseguirán el final que se merecen?
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