Antes de entrar en harina, eso sí, tenemos que mencionar unas cuantas que se quedan fuera por eso de que el número tiene que ser redondo: la minoritaria Getting On; Nurse Jackie, la última antiheroína de Showtime; Cougar Town y sus copazos de vino; Two and a Half Men, que vivirá eternamente en los corazones de sus fans y las sobremesas de Neox; y Hart of Dixie, todo un happy place para sus pocos (pero fieles) espectadores.
Pero si hay diez series a las que nos ha costado decir adiós este año, han sido estas:
10. Revenge
Emily Thorne (o Amanda Clarke, como prefiráis) pudo poner fin de una vez por todas a su venganza. Y menos mal, porque se le estaba secando la tinta del rotulador rojo. Las malas audiencias de Revenge fueron casi una bendición: ABC decidió cancelarla y la cuarta temporada, que comenzó caótica y dispersa, desembocó en una recta final de infarto en la que quemaron trama a marchas forzadas y nos pusieron tan de los nervios como el primer día. Fueron capaces de recordarnos, además, cuantísimo nos daban la vida Emily y Victoria hace cuatro años.
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9. CSI
Probablemente ya no la seguías; nosotros tampoco. Hasta tus padres habían dejado de verla ya. Pero hubo un tiempo en que lo único bueno de lunes era saber que por la noche nos esperaban Grissom, Willow, Warrick y Nick en Telecinco. Quince años son muchos y le pasan factura a cualquiera, pero no vayamos ahora a negar lo entretenidísima que era esta serie y la gran química que tenía su reparto. Tanto a nivel visual (esos planos imposibles) como de enfoque (os reto a nombrar un procedimental actual que no tenga a su(s) friki(s) de turno en el laboratorio), CSI cambió la manera en que se hacían policíacos. William Petersen y Marg Helgenberger volvieron para una tv movie final hecha para nostálgicos.
8. Parenthood
La última temporada de Parenthood no fue la mejor, pero pocas pegas se le pueden poner a su final, que logró deshidratarnos como solo las series creadas por Jason Katims saben hacerlo. Los dramas familiares de toda la vida van desapareciendo poco a poco de la televisión (Empire es otra cosa muy distinta), lo que hace que esta serie sea aún más especial. Cada vez que nos poníamos un episodio de Parenthood nos sentíamos como uno más del clan: a veces necesitábamos abrazar a Sarah, Adam, Julia y compañía, que pasaban por momentos muy duros, pero otras (más a menudo, si cabe) lo que nos apetecía era gritarles por idiotas. ¿Y no es eso lo que todos sentimos por los miembros de nuestra propia familia?
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7. Glee
Pocos valientes aguantamos hasta el final, pero, como casi todo lo que sale de la pluma de Ryan Murphy, Glee era única en televisión. La coherencia y el desarrollo de personajes nunca fueron una prioridad para esta serie, pero a cambio nos regalaba mucha mala baba, personajes deliciosamente absurdos y algunos números musicales muy inspirados. Para su tanda final de episodios, Murphy, Falchuk y Brennan se dejaron de experimentos fallidos y devolvieron a los protagonistas de las primeras temporadas a Lima (con razones a cada cuál más absurda) para armar una despedida por todo lo alto. Si te fijabas bien, en el último número musical se podía ver incluso a Dianna Agron.
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6. Justified
No era una serie high-concept ni la producía HBO, pero Justified demostró que es posible elevar cualquier premisa, por sencilla que sea, dibujando unos personajes interesantes. Esa inhóspita localidad llamada Harlan, poblada por villanos tan cómicos como temibles, se convirtió en uno de los microcosmos más fascinantes de la televisión. Quienes piensen que no quedan cosas interesantes que contar dentro del western están muy equivocados, porque una relación tan peculiar y con tantos matices como la de Boyd y Raylan no podría contarse dentro de ningún otro género. Por no mencionar que este drama de FX convirtió a la gran Margo Martindale en la estrella televisiva que es ahora mismo. ¡Gracias por tanto!
5. Community
Al final Yahoo nos dio el capricho y Community tuvo sus “six seasons”. Seguimos a la espera de la “movie”, pero Dan Harmon logró la parte más complicada de ese mantra que no paraban de repetir sus fans. La temporada tuvo sus más y sus menos (las aventuras del grupo de estudio de Greendale siempre han sido irregulares) y las ausencias cada vez eran más difíciles de maquillar, pero su creador supo poner toda la carne en el asador y regalarnos un final extremadamente meta y perfecto para decir adiós. Ah, y los que estén con el mono deben saber que Danny Pudi y Joel McHale se reunirán con Ken Jeong en un episodio de Dr. Ken. Oye, algo es algo.
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4. Downton Abbey
Para muchos, Downton Abbey pasó de drama de referencia a culebrón elegante en pocas temporadas. Es cierto que Julian Fellowes no siempre ha demostrado el mismo talento construyendo arcos argumentales que escribiendo afiladas líneas de diálogo, pero en esto último hay pocos que le ganen. Por eso, cuando el próximo 25 de diciembre su serie diga adiós, no serán su magnífica banda sonora y su exquisita dirección lo que echemos de menos. Tampoco sus giros locos de guión (que los ha tenido). Pero sí que extrañaremos la mordacidad de Lady Mary y la Condesa Viuda de Grantham, tanto como los dramas de Lady Edith y Thomas Barrow, que, desgracia tras desgracia, nos han tenido en vilo durante estos seis años.
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3. Hannibal
La NBC la canceló y estábamos convencidos de que algún servicio de streaming o canal de cable la rescataría. No ha sido así, y al final hemos acabado dándonos de bruces contra la realidad: las cancelaciones definitivas aún existen (no todas las series pueden ser The Killing). Pero, siendo positivos, tres temporadas son todo un récord para Bryan Fuller y, el final de Hannibal, aunque no estaba planeado como cierre definitivo, sí que fue una buena conclusión a nivel conceptual para la trama más importante de la serie: la relación entre Will Graham y Hannibal Lecter. La temporada tuvo sus más (el Dragón Rojo de Richard Armitage) y sus menos (la espiral de cámaras lentas en Italia), pero ese plano final de ambos se nos va a quedar grabado a fuego.
2. Parks and Recreation
Siete temporadas de Parks and Recreation son más de las que podíamos soñar y, de alargarse más, la serie de Michael Schultz habría acabado resintiéndose a nivel creativo, pues el viaje de sus personajes no daba para mucho más. Es lo que nos repetimos una y otra vez los incondicionales de Leslie Knope para superar su ausencia. En febrero se despedía la que, hoy por hoy, es la última gran comedia de NBC, con 13 episodios ambientados en un futuro no demasiado lejano que nos sacaron casi más lágrimas que carcajadas. Cuando tenemos que explicarle a alguien qué es un happy place, la forma más rápida de hacerlo es mencionar Pawnee, ese pequeño pueblo de Indiana donde ser idealista es razonable.
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1. Mad Men
Cuatro Emmys a la mejor serie, decenas de nominaciones y ocho años siendo el ojo derecho de la crítica (tanto estadounidense como española). Con semejantes credenciales, sería de necios negar que Mad Men es una de las series más importantes de lo que va de siglo. Eso sí, no es esa la única razón por la que encabeza nuestra lista: “Person to Person” fue un final a la altura. Matthew Weiner se permitió ser complaciente y escribió un episodio que, además de poner punto (y seguido) a las vidas de sus personajes, nos permitía despedirnos de ellos de la mejor forma posible. Y de paso dejó claro que, sí, Don Draper era el protagonista de esta historia, pero Peggy, Joan, Pete, Sally, Betty o Roger estaban escritos con el mismo cuidado.
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