Todo fan de Parks and Recreation que se precie ama a su reparto de forma unánime. Celebramos que Chris Pratt se haya convertido en una superestrella gracias a Jurassic World y Guardians of the Galaxy, nos tragamos el especial navideño de Bill Murray en Netflix porque sale Amy Poehler, estamos deseando que llegue enero para ver la nueva serie de Rashida Jones y cada escena con Nick Offerman en Fargo nos da ganas de aplaudir. Hacernos elegir es muy cruel, pero si no nos quedase más remedio que señalar un punto flaco de la magnífica comedia de NBC, la mayoría de nosotros apuntaría hacia Aziz Ansari.
No es que tengamos nada en su contra, pero los histrionismos de su personaje, Tom, hacían que le tuviésemos algo menos de cariño que a los demás. Por eso, cuando nos enteramos de que Netflix iba a estrenar una serie creada y protagonizada por Ansari, pudimos contener la emoción sin problemas. Master of None fue el primer estreno del servicio de streaming en nuestro país, y llegaba precedido de elogios en todas las publicaciones televisivas norteamericans, donde se comparaba al actor con Louis C. K. y Lena Dunham.
¿De verdad nos hacía falta otra dramedia sobre lo duro que es decidir qué haces con tu vida? Aparte de Louie y Girls, tenemos la joya australiana Please Like Me, hemos visto cómo You're the Worst dejaba de ser una comedia de carcajadas para convertirse en casi un drama de 20 minutos, nos hemos rendido a los pies de Transparent y, para colmo, Hulu ha dado un golpe en la mesa estrenando Casual. Que todas sean muy buenas contando cosas muy distintas no significa que el género no corra peligro de saturarnos, y era muy fácil ignorar un estreno que tampoco parecía imprescindible.
Pero resulta que sí, Master of None nos hacía falta. No es una historia sobre un treintañero desorientado más que echar al montón, aunque pueda parecerlo, sino la sustituta natural de aquella maravilla fugaz de HBO llamada Enlightened. Dev, el personaje de Ansari, es un actor que se gana la vida haciendo anuncios publicitarios y quiere dar el salto al cine; no porque viva mal, sino porque su situación actual no le llena. Y, mientras se embarca en el rodaje de un blockbuster chungo llamado The Sickening, Master of None nos muestra su vida cotidiana: su relación con sus amigos, su familia y Rachel (Noël Wells).
Los primeros episodios de Master of None son bastante torpes: Dev es un tipo reflexivo que se cuestiona constantemente el funcionamiento del mundo y trata de hacer lo correcto. Con esta premisa, los episodios dejan toda una serie de reflexiones relacionadas con la paternidad, las relaciones paterno-filiales, la inmigración, la representación de la población india en la televisión norteamericana o el feminismo. Y, desde luego, no se puede decir que la serie sea sutil a la hora de exponerlos, pues los personajes tienden a dejar muy clasras sus opiniones mediante largos discursos.
Pero, en torno a la mitad de su primera temporada, Master of None hace clic. Buena culpa de ello la tiene el interés romántico de Dev, Rachel: es en la relación entre ambos donde Ansari y Alan Yang (el otro creador de la serie) consiguen las escenas más naturales y orgánicas, y donde el actor de Parks se encuentra más cómodo a nivel interpretativo. De ser una serie necesaria y muy interesante, Master of None pasa a ser también entrañable y romántica; lo que hace que la recta final brille especialmente.
Episodios como Nashville, Mornings y Old People seguro que se ganan más de una mención en las listas de lo mejor del año. No solo tienen un buen guión y unas interpretaciones solventes (si obviamos a los padres de Ansari, que carecen de talento pero al menos son graciosos de ver), sino que cuentan con una dirección muy inspirada que aprovecha el formato anamórfico en el que se rueda, y que solo hemos visto en casos puntuales como Utopia.
Dev no solo se esfuerza es encarrilar su propia vida, que también hace caso a los sentimientos y opiniones de los demás para mejorar como persona, algo que la diferencia de otras dramedias similares, en las que el cinismo es un componente fundamental y la mayoría de personajes son profundamente egoístas (como lo somos la mayoría de nosotros, es cierto). Desde que Enlightened dejó de emitirse no quedan muchas series "de prestigio" que nos cuenten que ser buena gente merece la pena (Jane the Virgin sería una honrosa excepción). Master of None, sin ser ridícula ni irreal, es un oasis en medio de un desierto de antihéroes y gente desgraciada.
¡Quién iba a imaginar que Aziz Ansari tenía tanto que contar!
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