Mañana por la noche, CBS emite en Estados Unidos el último episodio de The Good Wife. Siete años después de su estreno, hasta los más fans de Alicia Florrick reconocen que era hora de decir adiós, pero igualmente vamos a echar de menos esta serie, que revivió un género bastante muerto en la televisión actual (el drama legal) y consiguió desmontar prejuicios para convertirse en una de las ficciones más alabadas de la última década.
1. El humor constante
Durante años, The Good Wife fue una de las mejores series en antena porque supo entender que, como la vida real, los buenos dramas deben tener sus toques de comedia. De ahí que nos regalase momentos incómodos que parecían sacados de The Office, cinismo político propio de Veep e instantes de humor físico que (casi) siempre nos pillaban desprevenidos. Tramas como la de las escuchas de la NSA no habrían funcionado tan bien si se tomasen en serio a sí mismas, pero por suerte los agentes eran unos groupies de Alicia y cada dos por tres se ponían un vídeo de cabras cantando.
2. Los casos sacados de la prensa
Nadie nos ha explicado mejor qué es un bitcoin, o cómo funcionan los algoritmos de búsqueda de portales como Google. Si la premisa de la serie ya estaba inspirada en un escándalo real (Alicia es, en muchos sentidos, Hilary Clinton), muchos de los casos de los que se encargaban en Lockhart & Gardner también tenían como base titulares reales, algo que los King no se molestaban en camuflar.
3. Su capacidad para reinventarse
The Good Wife ha sido una serie en constante mutación: cambios de bufete, muertes, abogados que acababan en el estrado, carreras políticas, vaivenes personales… En realidad, sus tramas no han sido tan distintas de las que podemos ver en series como Scandal, House of Cards o Nashville, pero sus creadores tienen mucho más pulso y han conseguido que todo lo ocurrido nos parezca verosímil y coherente (al menos hasta estos últimos dos años). Y, cada vez que la trama daba un giro de 180 grados, nos dejaba con la boca abierta.
4. Las estrellas invitadas
Pese a ambientarse en Chicago, The Good Wife se rodaba en Nueva York (a la Margulies no la mueves de casa). Esto, al final, ha tenido más ventajas que inconvenientes, ya que le ha permitido subir a medio Broadway al estrado (actores como Laura Benanti, Steven Pasquale o Christian Borle). Siempre se ha dicho que nadie le decía que no a los King y lo cierto es que poca gente del mundo de las series se ha quedado sin pisar el bufete.
No olvidaremos las manipulaciones de Michael J. Fox, ni las excentricidades de Carrie Preston, ni a Martha Plimpton carricoche en mano, entre otros. ¿Dos favoritas personales? Ana Gasteyer (“Is that in your opinion?”) y Mamie MiniStreep Gummer (“I’m just a girl from Michigan”); pero la lista es interminable: John Noble, Matthew Morrison, Jeffrey Dean Morgan, Lisa Edelstein, Nathan Lane, Anna Camp, Dennis O’Hare, Melissa George, Dylan Baker, Morena Baccarin, Maura Tierney, Amanda Peet y, aunque nadie se acuerde, T. R. Knight.
5. Las pelucas
Cada vez que Julianna Margulies aparecía en una mesa redonda o una entrega de premios, nos sorprendíamos al comprobar que su pelo real no tenía nada que ver con el que lucía en The Good Wife. Las pelucas que lleva en la serie, aparte de ser muy caras y variadas, siempre estaban bien puestas.
6. Los eyerolls de Alicia
Cada vez que Nancy Croizier se hacía la inocente ante el jurado o Louis Canning intentaba dar pena con su enfermedad, Alicia Florrick ponía los ojos en blanco con tal intensidad que parecía que fuesen a salírsele de las órbitas. La protagonista de The Good Wife se convirtió en la sucesora oficial de Liz Lemon en lo que a eyerolls se refiere.
7. Sus grises morales
A ningún abogado de Lockhart & Gardner se le han caído los anillos por defender a alguien que sospechaban que no era inocente, y Alicia no ha sido la excepción por mucho que su imagen pública fuese la de una santa. Todos los personajes de la serie estaban movidos, de un modo u otro, por la ambición y, en este sentido, The Good Wife resultaba mucho más realista que otras series de abogados.
8. El ritmo
Algunas tramas de The Good Wife se cocían a fuego lento, como las de Mad Men y otros dramas de cable, pero, al mismo tiempo, los King sabían ofrecerle al espectador cuarenta minutos de puro entretenimiento. Los casos nunca han sido relleno, y cualquier personaje, por secundario que pareciera, podía sorprendernos con su propio arco dramático o cómico (la trama de Howard Lymann y Jackie Florrick ha sido de los mejores chistes recurrentes de la última temporada).
9. Las campañas políticas
Ya fuese Peter o Alicia quien se enfrentase a las urnas, The Good Wife nos ha permitido entender mucho mejor cómo funciona la política norteamericana a media escala. Lo importante no era nunca el resultado: era mucho más interesante ver cómo preparaban los debates, cómo les afectaba la opinión pública en su vida diaria y cuantísimo podía desquiciarse Eli Gold.
10. Su protagonista
Alicia Florrick se ha ganado a pulso un puesto entre los mejores personajes femeninos (o, más bien, los mejores personajes a secas) de la historia de la televisión. Julianna Margulies ha tenido el lujo de interpretar durante siete años a un personaje lleno de contradicciones, conflictos, recursos y matices, que ha crecido lentamente pero que jamás ha dado pasos atrás. The Good Wife no ha sido una serie de abogados cualquiera por muchos motivos, pero su protagonista es la razón principal.
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