Cuando en los medios de televisión hablamos sobre la diversidad en pantalla, solemos centrarnos en la diversidad racial, sexual o de género. Mencionamos el test de Bechdel, comentamos cuánto tiene que aprender el cine de la pequeña pantalla en lo que a personajes no blancos se refiere y nos hacemos eco de las reivindicaciones de gente como Jill Soloway y Jeffrey Tambor en los Emmy. Pero, en cambio, no solemos hablar de la escasa visibilidad que las personas con discapacidad tienen en televisión, porque, salvo el caso Switched at Birth con la sordera, es difícil encontrar una serie que aborde directamente las dificultades que debe afrontar una persona discapacitada. Es más, cuando estos personajes son secundarios, los interpretan actores sin ninguna discapacidad (como ocurre en Superstore).
Pero Speechless ha llegado a ABC para cambiar esto y, con suerte, ser motor de una nueva tendencia. La cadena de Disney puede no ser una garantía de calidad como es FX, pero hay que reconocerle un mérito: se esfuerza en dar visibilidad todo tipo de colectivos, gracias, sobre todo, a los repartos multirraciales de Shonda Rhimes (Grey's Anatomy, Scandal, How to Get Away with Murder) y a sus sitcoms familiares.
Y, si Black-ish y Fresh Off the Boat son una ventana al modo de vida de las familias negras y asiáticas en Estados Unidos, y The Real O'Neals nos cuenta cómo reacciona una familia conservadora a la salida del armario de uno de sus hijos, Speechless pretende contarnos, con mucho sentido del humor, cómo es el día a día en una casa en la que uno de los chicos requiere cuidados especiales. El hijo mayor de los DiMeo, JJ, tiene parálisis cerebral, así que no sólo necesita silla de ruedas, sino que su única forma de comunicarse es utilizar un puntero láser (que mueve con la cabeza) para señalar letras en un tablero.
La serie arranca cuando JJ consigue por fin un acompañante que lea todo lo que dice y sea "su voz", a la misma vez que su familia se muda a un nuevo barrio, donde hay un colegio que sobre el papel se adapta mejor a sus necesidades. El piloto también nos presenta a su madre, Maya, interpretada por una inspirada Minnie Driver y dispuesta a todo con tal de lograr que JJ tenga una buena vida; a su padre y a sus hermanos, que a veces piensan que no reciben la atención que merecen en favor de JJ.
Speechless es uno de los mejores pilotos de comedia de la temporada. No presenta la discapacidad de JJ como una gran tragedia pero tampoco le quita hierro ni seriedad a los obstáculos que debe sortear día a día. Los chistes funcionan, y son especialmente divertidos cuando subrayan el absurdo de la corrección política en ciertos momentos (la llegada de JJ a su nueva clase es brillante); pero la serie consigue, además, que le cojamos cariño a la familia protagonista desde el principio.
Con un mensaje muy necesario, Speechless es una gran adición a la impresionante recámara de comedias familiares de ABC que, pueden gustar más o menos, pero es innegable que están muy bien hechas. Ésta es la séptima y, de momento, no hay eslabón débil (aunque American Housewife tiene todas las papeletas para convertirse en la oveja negra). El canal sigue dándole la vuelta al género una y otra vez para contar cosas muy interesantes con él y no podemos sino aplaudirle. ¿Os ha gustado Speechless?
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