Se ha hecho de rogar, pero Sherlock por fin ha vuelto, y no hay review en este mundo que nos baste para expresar lo emocionados que estamos, pese a que The Six Thatchers no vaya a aparecer en ninguna lista de los mejores episodios de la serie.
Comedia, acción y drama (en ese orden) se han dado cita en un episodio descentrado, con tramas prometedoras pero dispersas que se han negado a satisfacer nuestra necesidad más primaria: un poquito de Moriarty. Para ser el principal motivo de que el destierro de Sherlock dure cuatro minutos, el malo al que todos echamos de menos está sorprendentemente ausente en esta primera entrega, lo cual hace que cada cabo suelto o trama aparentemente inconexa nos lleve a preguntarnos si tendrá algo que ver con él.
Tras una primera media hora marcada por el humor, la característica agudeza mental de Sherlock y su veloz resolución de casos jugosos y entretenidos, Moriarty pronto demuestra no ser el único ausente en The Six Thatchers. Watson, quien antaño era los ojos a través de los cuales veíamos el mundo de Sherlock, ha estado (¿deliberadamente?) relegado a la posición no ya de segundón, sino de banquillo casi. En cierto modo, este primer episodio ha servido como mecanismo restaurador del status quo de la serie. Con un personaje tan astuto e inteligente como Mary, a John no le quedaba más remedio que ser el que se quedara en casa con la niña, y aunque doloroso, el único modo de arreglar esto era quitarnos de en medio a Mary.
El marcado protagonismo de la señora Watson y las pesquisas sobre su pasado como espía funcionan como un potente cóctel de acción e intrigas detectivescas que hacen las delicias de los fans de Jason Bourne o James Bond, sin nada que envidiarles, por cierto, a ninguno. El plan de venganza de A.J., antiguo compañero de A.G.R.A. de Mary, sube las apuestas mientras John y su absolutamente random tonteo extramarital con E. lo convierten en un personaje bastante menos grato de lo que se merece (una explicación a esto ya, por favor).
Pero el minuto de gloria de Mary acaba, y pronto Sherlock y la predestinación se erigen como los verdaderos protagonistas de este episodio; un leitmotiv maravillosamente reinventado a través del antiguo cuento mesopotámico de “La cita en Samarra”. Pese a ser un concepto totalmente incompatible con el frío y lógico razocinio de Sherlock, la extraña fijación que éste acusa con el tema no deja de planear como un buitre hambriento durante todo el episodio; tanto que ni cuando la muerte se cobra antiguas deudas con Mary nos quedamos tranquilos, ya que todo apunta a que a Sherlock también le espera una cita ineludible con su destino (llámese X o Moriarty) y no sólo lo sabe, sino que lo espera y acecha.
Las muestras de humanidad de Sherlock no acaban ahí, por cierto. La evolución del personaje se hace más que evidente en su estado de preocupación constante. El Sherlock con el que nos reencontramos hace de niñero, honra su voto hacia Mary todo lo que puede y más e incluso pide ayuda cuando la necesita. ¿Cómo de desesperado debe de estar Sherlock por recuperar la confianza de John para ir al psicólogo?
Pese a haberse tratado de un episodio muy entretenido y con un montaje audaz y delicioso como nunca antes lo hemos visto, lo cierto es que las diversas tramas que lo cruzan nunca terminan de crear la sensación de amenaza real y perdición inminente que otras temporadas y otros villanos sí nos han producido. Con sólo dos episodios restantes para desentrañar “la vuelta” de Moriarty, nos encontramos con más preguntas que respuestas y con el apetito algo agitado y confundido con tantas pistas e incertidumbres. Al final, una tiene la sensación de oír música en todas partes y en ningún sitio.
¿Lo bueno? La promesa de que, a partir de aquí, la temporada sólo vaya a volverse más oscura, y que algunas de esas pistas tengan una pinta muy prometedora. Para empezar, ha sido la primera vez que oímos nombrar a Sherrinford, el hermano de Sherlock y Mycroft, y por ahora sólo sabemos que tiene algo que ver con el número 13. Finalmente, no olvidemos que al final hemos tenido el mensaje postmortem que tanto anelábamos, si bien no de Moriarty. Con un críptico "Salva a John" y un "Vete al infierno" (quién sabe si no será una instrucción muy literal), Mary nos deja con la amarga sensación de que E. vaya a tener mucha más repercusión de la que parece.
En Sherlock las coincidencias no existen,
véase E. y el personaje al que Toby Jones va a interpretar en un mismo plano.
Y sí, Moriarty, Mary, o quién quiera que seas. Te hemos echado mucho, mucho de menos.
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