Ella no se rinde. Ella es fiera. Ella lucha por su sueño de convertirse en la gran diva de la gran pantalla que siempre ambicionó ser. Bueno, que fue durante esa comida familiar en su casa aquel domingo de 2008. Como no somos malas personas y tampoco conocemos los entresijos de la industria como para determinar por qué la etapa dorada de 27 Vestidos no le duró ni 27 minutos, vamos a centrarnos en hablar del nuevo proyecto de Katherine Heigl, la musa fugitiva de nuestra querida Shonda Rhimes. La sombra es alargada, que para algo la firman ex-productores de Anatomía.
Doubt, estrenada el miércoles en CBS, una cadena caracterizada por compartir target de edad con las almohadillas adhesivas Algasiv, pone a Heigl en el rol de Sadie, una intrépida abogada que pretende ser Annalise Keating pero más bien se queda en Rachel Green. Y sin la gracia. Sadie, cómo no, es la abogada estrella de un bufete neoyorkino de manual, pero pone en peligro un litigio dada su cercanía sentimental al defendido. Dicho defendido es casualmente un apuesto cirujano pediátrico de arrebatadores ojos, carné de piloto y avión privado con el que salva niños alrededor de todo el mundo los fines de semana. Sólo le faltaba interpretarlo a Patrick Dempsey.
La serie se presta a cierta coralidad que nos aleja de la idea preconcebida de que todos iban a estar al servicio y lucimiento de nuestra rubia favorita. A su lado destaca una Laverne Cox en el papel de segundona tanto dentro como fuera de la historia, otra letrada que está a la sombra de Sadie y que tiene que luchar contra el ninguneo de su jefe. Para todo lo demás, el plantel de personajes clásico del procedimental judicial, sin absoluto sobresalto: compañero/guardián faldero de la protagonista, asistentes y becarios muy aficionados, jefes al borde la jubilación y el siempre socorrido fish out of water del chaval que busca trabajo en la firma, pero cuya perspectiva no se usa en absoluto para orientarnos.
Y es aquí donde empieza el quid de la cuestión en Doubt. Una entrada frenética, diálogos apabullantes —en el peor y menos práctico de los sentidos— y una cantidad de información que realmente te hace reconsiderar tus expectativas en cuanto a simplicidad. Vamos a ponerles a hablar mucho para suplir la planicie de estos personajes. La otra opción es interpretarlo como la serie de planchar que es y dejarte deleitar por la increíble dicción de sus actores. La relación aportación-pérdida tampoco es excesivamente digna de lamentar.
En este piloto, además de una curiosa tendencia a repetir el título de la serie de forma muy destacada y vehemente, hemos visto la facilidad que tienen para jugar con el tono. La carga dramática queda totalmente desvanecida por el uso y abuso del recurso cómico. Lo que en crítica nos gusta etiquetar tradicionalmente como "ligerito y fresquito". Eso sí, tienes que recurrir a la banda sonora de telefilme de 2005 para que te aclaren cuándo reír y cuándo juzgar de manera seria. Entrecomillad “reír”.
El segundo advenimiento lleno de adrenalina de la Heigl con una clase de spinning a cuestas deja paso rápidamente a una introducción del caso en menos de 40 segundos. Por algún motivo tenían prisa para aturullarnos con tecnicismos de juzgado y consideraban que la presentación de su protagonista sólo requería verla en plan Mad Max ecologista por la Gran Manzana en una breve secuencia. Personajes con matices y otras claras prioridades artísticas perfectamente demostradas.
De todos modos, protocolo a un lado, si bien Katherine se lleva la trama A que va a buscar la inocencia de su amado a lo largo de la temporada, las más que previsibles tramas B de corte autoconclusivo están ahí, asomando por debajo de la cama, para que no se nos olvide que Doubt es una dramilla judicial más que no tiene ningún tipo de afán por aportar algo nuevo al género. Su mejor carta de venta es que los guionistas quisieron hacer su propia Anatomía de Heigl con abogados. A los 13 años y con la original vivita y coleando. Curioso.
¿Con qué nos quedamos? ¿Con la incorrección moral del asunto de las relaciones abogado-cliente tratadas de la manera más light posible? ¿Cuál es la intriga? Dime qué me aportas. Katie Hei interpreta a una ambiciosa abogada que se toma demasiado en serio a sí misma en una serie que no hay quien se tome en serio. Dame un único motivo para seguir la semana que viene. O para esos 5 millones de espectadores que le dieron la oportunidad al primer episodio, una cifra que augura de todo menos cosas buenas teniendo en cuenta los estándares de la cadena.
Querida Katherine, te agradecemos el intento de buscarte tu propio McDreamy, aunque sabemos que en tus glory days eras más de pacientes moribundos, pero quizás haya que volver a la Shanta Casa y dejar de pegarse batacazos por ahí, ¿no crees? Porque te queremos y nos preocupamos por ti.
Con amor, siempre.
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