A principios del siglo XXI, HBO tenía la hegemonía total de televisión de calidad del mercado norteamericano. Hace poco hablábamos de Los Soprano como serie de autor pero en 2002 llegó The Wire y elevó aún más el término. La que algunos consideran como la mejor de toda la historia empezó siendo un policíaco sobre el narcotráfico y acabó como un retrato social, económico y político de la ciudad de Baltimore.
Baltimore es una ciudad azotada por las drogas y la marginalidad. Los capos y los camellos campan a sus anchas mientras la sociedad hace la vista gorda hasta que un grupo de policías encabezados por Jimmy McNulty (Dominic West), un agente empeñado en arreglar las cosas a su manera, consigue poner en marcha un operativo de escuchas para intentar detener al narcotraficante Avon Barksdale (Wood Harris). A partir de ahí comienza a abrirse el campo visual para poner el foco en los grandes problemas de la ciudad, que en cada temporada serán diferentes, aunque nunca se abandone el trasfondo de las drogas.
La segunda temporada se centra en su mayoría en destapar las tramas del puerto de la ciudad, puerta de entrada no solo de estupefacientes sino también de inmigración o tráfico de personas, así como lugar favorito para el robo de contenedores ejecutado por los propios trabajadores del puerto. La tercera nos devuelve a la resolución del caso de la primera, con Barksdale y su lugarteniente Russell "Stringer" Bell (Idris Elba) contra las cuerdas; al mismo tiempo analiza la carrera política de un concejal que aspira a Alcalde y a puestos más importantes, Thomas Carcetti (Aidan Gillen), un hombre aparentemente justo pero que es absorbido totalmente por el sistema. La cuarta nos da una importante lección sobre la infancia, la falta de oportunidades y las imperfecciones del sistema educativo. Por último, David Simon analiza su profesión, el periodismo, en la quinta y definitiva temporada.
'The Wire' y David Simon
El responsable absoluto de todo lo que vemos en pantalla es David Simon, un experiodista del Baltimore Sun convertido en guionista de una serie de televisión, basada a su vez en un libro que escribió sobre la violencia en las calles, una recopilación de historias que vivió de primera mano cuando era redactor de sucesos de dicho periódico. Tras haber escrito una miniserie para HBO, The Corner (2000), la cadena aceptó producir el piloto a pesar de que no les interesaba tener una serie policíaca en antena.
La clave del éxito de Simon en The Wire es la impronta de su hiperrealismo en la serie. Como periodista, conocía los problemas de Baltimore a la perfección. Tanto, que muchos personajes están basados en personas reales que conoció, y muchos de ellos incluso se interpretaron a sí mismos, como Snoop, que en realidad cumplió cinco años de cárcel por homicidio. Ese toque de verdad se siente en una serie que por momentos se convierte en un documental sobre una ciudad que a algunos nos puede recordar demasiado a la zona donde vivimos, de lo local a lo global.
Los guiones de The Wire se encuentran entre los mejores jamás escritos para una serie de ficción. La rigurosidad a la hora de descubrir el funcionamiento de todos los estamentos que Simon analiza es impresionante, y la valentía a la hora de plasmarlo en pantalla con todas sus consecuencias es digna de admiración. Aun así, sus libretos son sobrios, nada efectistas y sin giros espectaculares de guion. Sus diálogos son brillantes y una fuente constante de aprendizaje para el espectador; eso sí, no intentéis aprender inglés con ella porque las diferentes jergas pueden volver loco hasta a los nativos. Con respecto al aspecto de la serie en pantalla podemos decir que es igual de sobria, un poco gris y muy fría: no hay grandes alardes de color en la fotografía ni montajes espectaculares, pero consigue transmitir todo el pesimismo que su autor pretende.
Los guiones de The Wire se encuentran entre los mejores jamás escritos para una serie de ficción. La rigurosidad a la hora de descubrir el funcionamiento de todos los estamentos que Simon analiza es impresionante, y la valentía a la hora de plasmarlo en pantalla con todas sus consecuencias es digna de admiración. Aun así, sus libretos son sobrios, nada efectistas y sin giros espectaculares de guion. Sus diálogos son brillantes y una fuente constante de aprendizaje para el espectador; eso sí, no intentéis aprender inglés con ella porque las diferentes jergas pueden volver loco hasta a los nativos. Con respecto al aspecto de la serie en pantalla podemos decir que es igual de sobria, un poco gris y muy fría: no hay grandes alardes de color en la fotografía ni montajes espectaculares, pero consigue transmitir todo el pesimismo que su autor pretende.
Los personajes de 'The Wire'
La biblia de personajes de The Wire debe terner más páginas que el Evangelio. Por la serie de HBO pasan una ingente cantidad de personas que, por muy poca importancia que tengan en un principio, en otra temporada pueden llegar a ser imprescindibles. De hecho, el propio protagonista, McNulty pasa a un segundo plano en las temporadas tres y cuatro, cediendo protagonismo a los personajes de la escuela, la política, la calle o la propia redacción del periódico. Y así sucede con la inmensa mayoría. A diferencia de otras series como Los Soprano, donde el protagonista está por encima de la historia que se narra, en The Wire, la ciudad y su problemática se llevan todo el interés. A pesar de todo, la presencia de todos está medida, no sobra nadie y todos cumplen una función esencial.
El reparto de The Wire cuenta con una extensa variedad de actores reconocidos, bien anteriormente a la serie o bien consiguieron fama y papeles importantes después. Simon no quiso contratar ninguna estrella que atrajera todas las miradas. Y acertó de lleno. Muchos de los actores procedían de otra serie mítica de HBO, Oz (1997-2003), caso de Lance Reddick (Cedric Daniels), Seth Gillian (Ellis Carver), Reg E. Cathey (Norman Wilson), J.D Williams (Bodie), John Doman (Rawls), Clark Peters (Lester Freamon) o Domenik Lombardozzi (Herc).
Pero otros acabarían catapultados hacia la fama gracias a su trabajo en The Wire. El actor que más relevancia ha alcanzado es Idris Elba, de quien se rumoreó que podría ser el próximo James Bond tras una acumulación de éxitos al alcance de pocos. Su personaje, Stringer Bell, llegó a hacerle sombra a su jefe en pantalla, Avon Barksdale y centró toda la atención de la trama. Junto a Elba, debemos destacar a Michael Kenneth Williams, quien con una sola audición consiguió uno de los papeles más relevantes y queridos del siglo XXI. Omar Little era un asesino justiciero que anticipaba su presencia silbando y que, además era gay, una particularidad que no está muy bien vista entre los matones de barrio. En este repaso no podemos olvidar a André Royo, que interpreta a Bubbles, un yonqui que sobrevive en Baltimore como puede y que acumula en su persona todas las desgracias que se pueden tener: las peores consecuencias de la heroína en un personaje imprescindible y entrañable. Por último me gustaría destacar a Aidan Gillen, que es el primero concejal y después Alcalde Tommy Carcetti, un papel que bordó desde el principio, cuando era un joven idealista hasta el final, cuando ya está completamente alienado por el sistema y sus asesores. Ahora trabaja en la serie más importante del momento, Juego de Tronos, como Petyr Baelish (Meñique).
Algunos pueden decir que The Wire es aburrida, y por momentos pueden llevar razón. Está claro que no es la serie más entretenida de la historia. Su densidad e intensidad pueden generar reticencias en algunos espectadores pero la espera merece la pena porque descubrimos y aprendemos mucho sobre una ciudad nos queda muy lejos pero que a la vez es universalmente representativa. No hace falta rascar mucho para darnos cuenta de que tenemos los mismos problemas en todos los ámbitos, por lo que el ejercicio de autocrítica y de aproximación a los hechos de forma tan periodística de David Simon cobra aún más importancia por ser un fenómeno global.
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