Hemos necesitado unos días de más para ordenar nuestros pensamientos sobre esta season finale de How to Give Awards to Viola. De hecho, esta review llega tras un segundo visionado de los tres últimos episodios, todo lo necesario para intentar escribir algo decente sin excederse con el odio. Por otro lado, ya pasados los Oscar, podemos comentar que un Oscar, un Tony y un Emmy son pocos premios para Viola Davis, que ha confeccionado una despedida perfecta para Alfred Enoch en los últimos minutos de la temporada.
Hace dos semanas descubríamos que Connor intentó salvar la vida de Wes. Supimos que eso significaba precisamente que no era culpable de su muerte, porque esta serie funciona así, el asesino puede ser la persona más obvia, pero no te lo muestran con semanas de antelación. Ojo, la más obvia solamente a veces, otras veces se salen por la tangente.
Siete días después, ya casi recuperados, veíamos al señor Walsh poner en peligro su vida acercándose demasiado al bordillo de la acera. Ahora podemos entender mejor su toxicidad de los últimos episodios, al fin y al cabo la gente tóxica lo es por pura frustración, y este chico tenía un secreto que le estaba matando por dentro. El primer episodio de esta despedida doble nos contaba cómo Connor confiesa que intentó reanimar a Wes y, si no estaba muerto ya, terminó por rematarlo. Annalise reunió a los Keating
Annalise no consideraba necesario incluir a Connor también en el paquete de culpables de la fiscalía, aunque Connor encuentra en los cajones de Denver un teléfono móvil de prepago que le mete en problemas, problemas de los que puede escapar entregando los datos que Oliver copió del móvil de Annie. Por fin sabemos qué era eso tan importante que no podía encontrar la policía, y es un mensaje de voz que les ha servido a todos para evitar la cárcel.
Al mismo tiempo que Oliver decide pedir matrimonio a un Connor superado por los acontecimientos, Laurel, indignada con la fama que va a criar el muerto, decide pedir ayuda a Michaela y Asher, que también acaban de formalizar su relación, para vengarse de Charles Mahoney. No podría estar más equivocada. Justo cuando Laurel iba a cargarse a Charles y, por extensión, su propio futuro, aparece el tal Dominic.
Ah, vale, que el matón no fue enviado por Denver, sino por el padre de Laurel. ¿Tienen algo que ver Jorge Castillo y el fiscal o es que Dominic es asesino freelance? ¿Y ha tenido casualmente la idea de salir de marcha esa noche? ¿Estaba protegiendo a Charles o siguiendo a Laurel? ¿Cuán íntimos son? Puede que incluso intente en un futuro cercano mantener relaciones con la viuda, por decirlo de manera fina. Y es de suponer que Laurel acabará enterándose de lo ocurrido cuando ya haya consumado.
Un final totalmente random, eso es lo que me ha parecido. Si se desvelase que la culpable era la madre de Michaela, que parecía que venía para quedarse y desapareció de repente, tendría el mismo efecto. El padre de Laurel tiene, obviamente, más motivos y más implicación, pero es un final totalmente sacado de la manga. Todos los personajes de la serie se odian, y han matado o han sido testigos o cómplices de algún asesinato; sin embargo, cuando explota la casa de la profesora más implicada en escándalos de la historia, con su alumno y asesino de su marido asesinado dentro, el culpable resulta ser el padre de su novia por simples celos, maravillosos estereotipos mexicanos que Laurel se empeñaba en rechazar. Hasta la culpabilidad de los Mahoney tendría más sentido, y eso que estamos deseando que desaparezcan. Ese final nos habría gustado menos, este al menos sorprende. Desde luego, ahora que Wes ha muerto, y pese a que no nos han contado cómo fue exactamente la historia de Charles y Rose, esperamos no verlos más. La escena de Annalise y Sylvia Mahoney fue espectacular, no lo niego, y nos sirve de sobra como despedida.
En algún momento, hace dos semanas, supuse que la culpable era Annalise. También tendría su lógica. En realidad, ese resultado sería igual de válido que cualquier otro, pero siento que Viola Davis se pasea por esta serie dando lecciones de interpretación mientras el resto se implica o no en asesinatos totalmente azarosos. Azarosos, sí, porque cuando los guionistas decidieron matar a Wes, no incluyeron a Jorge Castillo en la idea; simplemente debía morir alguien importante para ganar audiencia -es su serie, no podemos culparles- y ya después se les ocurrió este desenlace tangencial. Aquel grito desgarrador de Annalise al ver el cadáver fue muy real, habían matado a su protegido, pero ¿no habría estado genial que fuera ella, por ejemplo, la causante del incendio sólo para cubrir, destrozada por el dolor, las pistas del asesinato previo? Tampoco es sensato pedir que el asesino sea siempre alguien del círculo más cercano, no tiene sentido que Connor y Asher se vuelvan asesinos de repente, pero cualquier otra cosa es decepcionante. Entonces, ¿por qué hacer una serie sobre sospechosos? ¿Por qué jugar a eso? Porque funciona de todas formas, es verdad.
Hemos apostado por culpables, hemos jugado a adivinar quién mató a Wes -los últimos seis episodios han tratado únicamente de eso- y ha sido en vano. Eso molesta considerablemente. Ésta siempre ha sido una serie sobre plot twists, y nunca nos han dado la oportunidad de acertar dejándonos pistas por el camino, pero esto quizás sea demasiado. O quizás no. Tal vez las pistas estaban ahí y alguien supo verlas. Tal vez lo importante es disfrutar de los personajes, de su evolución y de los mocos de Viola. ¿Ha sido toda la temporada una estafa? Laurel nos encanta, y saber que ella seguirá siendo la protagonista absoluta también. ¿Seguiremos siendo fans de How to Give Awards to Viola? Seguiremos. ¿Hasta cuándo? Hasta que Viola quiera. Ahora tiene un Oscar...
COMENTARIOS