Se ha hecho mayor y sin habernos dado cuenta. Ryan Murphy lleva siendo sin duda uno de los guionistas fetiche de la televisión norteamericana desde que diese el pelotazo con Glee, y tras varias temporadas de bandazos y decepciones —Scream de todo menos Queens—, podemos decir que Ryan ha encontrado una nueva voz para sus series.
Ya lo vimos en American Crime Story, aunque quisimos razonarlo con que él no llevaba con O.J. las riendas. Las protagonistas de Ryan ya no son zorras caricaturizadas o ambiciosas jóvenes con severos complejos de superioridad. Murphy ha cambiado de círculo creativo una vez más, orientando su producción a una inusitada mesura, pero jugando con un material que él lleva años explotando con maestría: divas desquiciadas al borde de un ataque nervios.
De nombres y cachés va el juego también de la serie. No sólo es Ryan quien está bajo el punto de mira de la crítica con este aplaudido piloto. Bette and Joan supone también el regreso de Jessica Lange a la televisión desde que abandonase American Horror Story asustándonos con la jubilación. Un regreso lucido pero que aprovecha perfectamente la tónica de la serie en vista de cómo su coprotagonista, una incombustible Susan Sarandon, arrasa sin pudor alguno.
Partimos de Joan Crawford en el papel de amable mujer, generosa e imagen de marca. Acosada por las deudas y con fobia al paso del tiempo, encuentra una historia que llevar a la gran pantalla a prueba de que ningún hombre o Marilyn pueda eclipsarla. Joan se presenta como una gran dama que vende corrección, encanto y buenas maneras, pero cuya afición al agua de la petaca termina sacando un lado menos agradecido y menos cercano a los valores morales que una estrella de los años 30 supuestamente debería encarnar. Pese a estar a principios de los 60.
Feud se postula como una serie de retratos cuyas tensiones nos enganchan desde el primer momento. Inteligente y bien medida, Murphy apuesta por los matices. Por los pequeños gestos cargados de veneno en vez de por el histrionismo, los one-liners y el exceso habitual en sus anteriores producciones, aprovechando las tablas de un reparto en el que se puede depositar la confianza de que van a responder con interpretaciones magnéticas. Jessica y Susan convencen, rinden y hacen que la hora de piloto te deje mendigándoles otra función de este elegante circo de puñales en el visón.
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