Se despide Love con una segunda temporada que, en mi opinión, ha desmerecido con creces a su predecesora. Es una serie que gusta y entretiene, pero no termina de enganchar. Nos cuenta una historia actual, presentándonos a unos personajes realistas y cercanos, que bien podríamos haber sido nosotros mismos en algún momento de nuestra vida. Sin embargo, no puedo evitar ver a Love como una Girls desmejorada, aún sabiendo que las comparaciones son odiosas.
Love mezcla a dos personas que poco, o nada, tienen que ver. Por una serie de circunstancias completamente aleatorias han terminado coincidiendo en el mismo espacio y han establecido una relación en la que la química brilla por su ausencia. Lo de que los polos opuestos se atraen es algo que resulta más fácil de decir que de ver, en este caso. Gus y Mickey no pegan y no tienen nada en común salvo su egocentrismo y otros sucedáneos. Siendo este el que los une y el que los separará.
Hola, me llamo Mickey y soy adicta al sexo y al amor. O: me llamo Mickey y soy alcohólica. ¿Porque entre ambas frases parece existir un abismo de diferencias? En las dos situaciones está manifestando la existencia de un problema pero, mientras que Gus trata de controlar todos los aspectos que rodean al alcoholismo de Mickey, su otra adicción queda completamente olvidada. Esa no molesta, porque al final es la única que lo beneficia. Si Mickey es adicta al amor y se enamora de él, este pasa a ser su droga. Lo que se traduce en control, ya que al ser una adicta no puede vivir sin él. Pero no lo quiere, lo necesita. Es a ese juego al que parece haberse apuntado Gus: el motivo por el que está conmigo me da igual, mientras lo esté. Para él, Mickey es un estereotipo con patas: la chica rebelde, guapa, problemática, desenfadada, pasota, inteligente, diferente, despreocupadaa sobre el qué dirán, etc. Y es de la idea de Mickey, y no de Mickey en sí, de lo que Gus se ha enamorado. De eso y de la escena de la mujer descarriada que ha de ser rescatada, convirtiéndose en el héroe de la película que él mismo ha fabricado.
La palabra clave aquí es control, no entendido como ordenes explicitas sino como expectativas. La pareja se ha convertido en una extremidad adicional adherida al cuerpo, y como tal ha de ser y actuar como tú crees que debe hacerlo en el momento justo. Aquí aparece el error de Mickey. Ella busca a un buen chico, el extremo opuesto a los hombres que han formado tradicionalmente parte de su vida. Sin embargo, en esa búsqueda aparecen actitudes y aficiones que también son muy diferentes a lo que está acostumbrada. Y aunque la idea global de Gus sí que convence a Mickey, muchos aspectos de él la irritan y avergüenzan. Por ejemplo: que Gus se preocupe por ella es una cualidad hasta que lo hace cuando ella estima que no lo necesita, entonces pasa a ser un controlador que la agobia. Pero en el minuto en el que él recula y por por el devenir de la vida no está ahí en el momento justo: parece indiferente hacia su relación. Y entonces Mickey vuelve a llamar su atención. Parecen jugar a un constante tira y afloja entre el agobio y la indiferencia. En realidad, buscan un cómodo término medio, lo que es normal cuando conoces a alguien nuevo y no seria un problema si esto no generase discusiones. Por que si hay algo que no puede permitirse una pareja hoy en día es pelear.
Tener un novio es muy parecido a presumir de móvil: dónde lo encontré, los sitios a los que voy con él, las ventajas que me aporta, la cantidad aplicaciones variadas que tiene (trabajo, dinero, coche, casa en la playa, alto, guapo, ojos claros) y, como sucede con las nuevas tecnologías, estos también tienen obsolescencia programada. Tan pronto como llegaron, se van y son sustituidos con la misma velocidad y sin mirar atrás (a no ser que una pareja del pasado nos sirva para dramatizar y socavar una nueva). Repitiendo el ciclo una y otra vez. Nada se quiere hoy para toda la vida y el mínimo problema puede derivar en ruptura. Si mi móvil me da dolores de cabeza lo cambio por otro mejor y más nuevo, no lo arreglo ni lucho por él: no tenemos una relación tan profunda. Al final parece que la elección de una pareja es parecida a optar a un puesto de trabajo, en el que si no das la talla te despiden. Se crea una unión débil y extremadamente frágil entre dos personas que no se conocen realmente, solo saben lo que el otro tiene o finge ser. Y en esta búsqueda de la perfección, no hay cabida para los defectos.
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