El estreno de la nueva serie de Telecinco Perdóname, señor hace unas semanas provocó en las redes un gran revuelo debido en gran parte a una razón: se trata de otra serie con narcotraficantes como protagonistas y cuyas tramas están relacionadas con el mundo de las drogas.
El negocio de las drogas es el tema más explotado en la ficción televisiva de este principio de siglo. La televisión de finales felices y héroes dignos de admirar ha desaparecido para dar lugar a historias oscuras y personajes que son lo contrario a un modelo a seguir.
Esta moda de los antihéroes relacionados con el tráfico de drogas empezó con dos grandes series americanas que todos conocemos: The Sopranos y The Wire. Cuando en España aún veíamos una televisión llena de idealismo y personajes aspiracionales, al otro lado del charco ya se empezaba a ahondar en la vida de delincuentes y grandes capos de la mafia.
Cuando realmente este tipo de series llega a su máximo esplendor es, desde mi punto de vista, con dos ficciones ejemplares: Weeds (2005) y Breaking Bad (2008). Ambas están únicamente centradas en la vida de dos narcotraficantes nada habituales: Nancy Botwin, una ama de casa que comienza a vender marihuana para mantener su nivel de vida; y Walter White, un profesor de química que se pone a fabricar metanfetamina para dejar dinero a su familia antes de morir.
El éxito arrasador de estas dos series supuso una mayor apertura de esta temática en todo el mundo, sobre todo en los países de habla hispana. En 2012 llega a Caracol Televisión Pablo Escobar: el patrón del mal, la primera serie de ficción centrada en la vida del conocido narcotraficante. Fue la más vista de la historia de la televisión colombiana y llegó a alcanzar una fama internacional notable.
Después de la citada serie hubo un gran renacimiento de la figura de Pablo Escobar con películas como Pablo Escobar: Paradise Lost (2014) y The Infiltrator (2017) pero, sobre todo, gracias a la popular serie de Netflix, Narcos. Sobra decir lo peligroso de la popularización y el culto a una persona que tuvo durante más de una década a un país aterrorizado.
En España, esta moda llegó a la televisión con Sin tetas no hay paraíso (2008), la serie sobre una chica que se enamora de un mafioso, y La reina del sur (2011) basada en la famosa novela de Pérez-Reverte. Y si ahora echamos la vista un poco menos atrás, llegamos a la exitosa serie El príncipe (2014) sobre el amor de un policía y la hermana de un narcotraficante, y Mar de plástico (2015) que también recurre a tramas relacionadas con este tema.
Este año, con Perdóname, señor, volvemos a acudir a una serie centrada en el negocio de las drogas y la gente ya ha expresado su aborrecimiento desde el primer capítulo. De nuevo por lo mismo: estirar el tema hasta que aburra.
The Sopranos no nació para mostrar el mundo de la mafia ni The Wire para enseñar el del narcotráfico, ambas fueron creadas con la intención de dar protagonismo a individuos contradictorios e interesantes nunca vistos hasta entonces en televisión.
Es triste ver cómo un hecho tan extraordinario como el paso del héroe al antihéroe ha derivado a la larga en la excesiva abundancia de series centradas en el narcotráfico que se han quedado con la forma y no con el contenido de estas grandes historias creyendo que con eso tendrían el éxito asegurado.
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