Suits no es lo que era. La ficción de abogados de USA Network está pagando el desgaste de sus ya siete temporadas y el haber perdido su principal baza la temporada pasada. El fraude que suponía tener ejerciendo la abogacía a Mike Ross ha sido un chicle de esos a los que les cuesta perder el sabor. De esos que cada vez que masticas pareces encontrar un resquicio de su sabor original hasta que por mucho que lo intentes no logras hacer ni una triste pompa.
Esta séptima temporada se presentaba como una bocanada de aire fresco. Una oportunidad para demostrar que la ficción tenía mucho más que ofrecer más allá del conflicto constante de la presencia de Mike y de la pérdida de Jessica como managing partner, que no como personaje. No parecía complicado a priori buscar un conflicto lo suficientemente importante como para mantener al espectador interesado, pero en lugar de eso se han pasado más de media tanda dando rodeos a situaciones que ya habíamos tocado.
Harvey ha tenido que demostrar durante estos 10 episodios que es un digno sucesor de Jessica, e incluso los intentos de Louis por no estar muy conforme con la decisión se disiparon de inmediato. Mientras tanto, ha tenido tiempo para centrarse en una relación que ha perdido química desde la pasada temporada. El rol terapeuta-paciente les beneficiaba mucho más que el rol novio-novia. Es una relación tan calibrada que parece sacada de los ejemplos de algún libro de un gurú del amor.
Para completar la trama han querido volver a centrarse en los sentimientos de Donna hacia Harvey, y esto ha estado bien. Todos los que seguimos viendo Suits es en parte porque estamos deseando que Darvey sea un hecho. Se las han arreglado para jugar con nuestros sentimientos durante más de 100 episodios y no haberles visto nunca juntos. El problema es que han recuperado a un ex que no ha aportado nada y una trama que ya habíamos visto en la segunda temporada. Temporada en la que Donna se había convertido en la señora de la serie con una trama muy bien llevada. En esta ocasión, para no caer en la redundancia, se la han ventilado en dos episodios (los que realmente han importado). Por lo menos nos han dejado con un beso y la pelota en el tejado de Harvey.
Mike y Rachel han decidido centrarse en sus carreras y frenar un poco con los preparativos de la boda. Aunque quizá se hayan pasado un poco en el calibre porque ahora parecen compañeros de piso de esos a los que no les coinciden las horas (¡y eso que trabajan en la misma oficina!). Ha sido curioso ver como sin el fraude de por medio se las han apañado para volver a tratar el tema de las mentiras y las verdades a medias. Y como en lugar de aprovechar a Rachel como personaje la han mantenido como voz de la conciencia de Mike. Como voz a la que nunca escucha, pero que siempre está presente.
En cuanto a sus carreras: Mike ha optado por devaluar el valor de su palabra. Que Harvey le permitiese que el 50% de sus casos fuesen cargos pro bono no implicaba que con ellos pudiese hacer perder beneficiosos a la empresa. Esto creo que es de cajón. Si alguien te contrata gratis para hacer frente a una empresa que te está pagando millones es lógico defender el beneficio económico. Pero Mike, que siempre ha actuado como si Ross estuviese clavado en la pared de la firma, ha puesto en jaque al bufete durante los episodios a los que llamaremos de relleno. Porque al final, ni caso, ni repercusiones. En parte, porque Dule Hill ha sido contratado como regular y se ha tenido que encargar un poco de ser el antagonista de Mike, aunque tuviese todo el derecho del mundo a reprocharle sus acciones. En cambio, Rachel ha ayudado durante los dos últimos episodios a su padre en un caso. Probando una vez más que su presencia en Pearson Specter Litt no es de mucha relevancia cuando el único caso serio en el que la vemos involucrada pertenece a la firma de su padre.
Louis es el personaje que más vueltas ha dado a todas sus tramas anteriores. Y lo peor es que ha dado esa vuelta al mismo tiempo. Cuando comentamos sobre el inicio de temporada, hablábamos de lo redundante que era que Louis estuviese en terapia. Lo sorprendente es que lleva en terapia años porque Jessica vio que algo malo pasaba con él. Pues bien, gracias a estas sesiones hemos visto como ha vuelto a tener celos porque quería ser el mejor amigo de Harvey, ha tenido problemas con los asociados creando un vínculo con uno de ellos y siendo denunciado por otra, ha vuelto a caer en las redes de Sheila que le pidió un último encuentro antes de casarse con otro hombre... Al pobre Louis no le ha faltado conflicto. El problema es que ya lo habíamos visto.
No sabemos qué depararán los seis episodios que quedan de esta temporada y que será emitidos a inicios de 2018. Lo que sí sabemos es que si el nivel y el guion sigue como lo ha estado en este verano, no creo que veamos a Suits viviendo mucho más. Quizá sea inteligente utilizar esos seis episodios que faltan para cerrar tramas y poner el broche final a la serie. Sin perder la esencia demasiado, que todavía están a tiempo.
No sabemos qué depararán los seis episodios que quedan de esta temporada y que será emitidos a inicios de 2018. Lo que sí sabemos es que si el nivel y el guion sigue como lo ha estado en este verano, no creo que veamos a Suits viviendo mucho más. Quizá sea inteligente utilizar esos seis episodios que faltan para cerrar tramas y poner el broche final a la serie. Sin perder la esencia demasiado, que todavía están a tiempo.
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