Qué mala hostia todo, ¿verdad? Así, como tónica general de esta tan señalada jornada. No vamos a participar del espíritu festivo de Nochebuena. No nos sale. Nos da reflujo antes de cenar siquiera. Tenemos diez gambas pútridas para ir abriendo boca. Veneno rico que van a hacer deliciosos los canapés, primeros, segundos y postres de tu cuñada. Diez motivos para abandonar los programas de 12 pasos para dejar de beber, fumar y asesinar gente. Una lista amable para ir calentando la noche de paz. O para llegar calentitos, más bien. Saquen las navajas, aquí el linchamiento es bienvenido.
10. Jean Holloway (Gypsy)
Nos gusta tener un punching ball anual. Gypsy ha sido sin duda la opción más evidente para aquellos que hemos aprendido que Marvel es una cuestión irredimible y los chistes sobre Iron Fisting están ya muy trillados. La amiga Naomi Vatios se mete en la piel de una psicóloga cuya tediosa vida la empuja a entrometerse de manera gratuita en la de sus pacientes porque, como le dijeron al pintor, tenemos que inventarnos drama. Esa arbitrariedad en la destrucción de la ética y la salud mental del personal no puede pasar impune por las listas de este año. Y ya de paso le reclamamos a Netflix una disculpa pública por ese culebrón de sobremesa mal programado.
9. Clay Jensen (13 Reasons Why)
Como nosotros de ética sí que vamos mejor y odiar a la víctima por grabar cintas en casete en vez de mandar cuatro notas de voz por WhatsApp era demasiado fácil, nos vamos a cebar con el amigo Clay. ¿Nos explica alguien qué clase de iluminado mal guionizado vende como plausible recibir una caja de salseo máximo en formato retro y no escuchársela de una sentada un día de pellas, sino que opta por dosificarla convenientemente para que el espectador se adentre en los retratos de cada personaje implicado en tan magna tragedia nacional como el suicidio de la otra petarda? No te podías haber partido el cuello cuando te caíste de la bici, no.
8. Michael Burnham (Star Trek: Discovery)
Por empoderada que esté, protagonistas así nos sobran. La herencia vulcaniana nos la pasamos por el teletransportador de fotones ultragaláctico y nos preguntamos lo siguiente: ¿no había una manera más digestiva de escribir a este personaje? Una heroína robótica que no emite emoción ni interés alguno por su trama. Vaya exitazo. Un deleite absoluto de lideresa que más que ganas de seguir viendo la serie, nos invita a ser devorados por un bicho de esos que tengan espada láser o lo que sea más rápido en la franquicia que con más agilidad acabe con este suplicio de comandante.
7. Archie Andrews (Riverdale)
El nuevo ídolo adolescente americano. Un rompecorazones de diseño. El terror de las nenas y de los nenes en el vestuario. ¿Quién no podría amar a un tierno querubín pelirrojo que te vende la moto de que los abdominales de portada de la Men’s Health te salen de un verano para otro por trabajar en una obra? ¿Quién se resiste a los encantos de ese trémulo barítono sacándose la guitarra sin venir a cuento porque es muy bohemio y tiene muchos problemas que sólo la música puede canalizar? ¿Quién no le puede mandar a la mierda porque la verosimilitud importa y Betty y Veronica no se merecen tenerle de male lead?
6. Desi Harperin (Girls)
Punto número uno: ese nombre. Punto número dos: esa intensidad del cantautor atormentado con la que lleva años dando por saco. Punto número 3: ¿qué clase de animal mal domesticado ataca salvajemente a Marnie porque le ha dado por la droga hípster e interrumpe la temporada de despedida de la Dunham? La drogadicción es un problema serio. Asaltar una casa rural cual atracador al Banco Central Europeo por cuatro pastillas guarras es cruzar una línea y hacernos arquear la ceja por encima del límite permitido por la OMS. Tú no eres una Girls y nunca lo serás.
5. Nathan Riggs (Grey’s Anatomy)
Shonda, en qué hora se te ocurrió. Despotricar sobre las decisiones creativas de esta señora es muy fácil, creedme, pero cuando llegamos a este intento de McDreamy descafeinado, hay tanta bilis para vomitar que resulta hasta complicado de organizarse. Nathan Riggs llegó a la vida de Meredith Grey como un regalo del cielo que le iba a lamer las heridas de la viudedad entre otras partes de su cuerpo, pero su trama resultó en un previsiblemente previsible cortejo, una pelea absurda con el ficus con el que Cristina Yang se casó y, de buenas a primeras, una bomba de humo. Aunque más que odio nos despierta risibilidad llegados a ese punto, era este año o nunca. Hasta siempre, un besi, da recuerdos a la Heigl.
4. David Lynch Dougie, por defecto (Twin Peaks)
Le teníamos muchas ganas a El Regreso, con mayúsculas bien expectantes, de ese mito noventero. Después de 18 episodios, le tenemos muchas ganas, pero a otra persona. Como por cuestión técnica David Lynch no cabe en la lista por no moverse en la misma acepción de "personaje" con la que tratamos habitualmente, vamos a verter nuestro odio en su invento más destacado de cara a su película de unas cuantas horas. Por muchas paguitas que le dé el Estado a Dougie, si volvemos a escuchar "Hellooooo" en los próximos 25 años, habrá víctimas que lamentar.
3. Ally Mayfair-Richards (American Horror Story: Cult)
No había por dónde coger a la animalica. Sarah Paulson ya no protesta. Ella llega un buen día al despacho de Ryan Murphy, se tumba y se deja hacer perrerías. Se abandona a su suerte, y así nos va. ¿La culpamos? Imposible. ¿Sufrimos con esos registros gritones, irritantes, victimistas y altamente defenestrables con los que nos ha deleitado este año? Ally ha sido un dolor de muelas tal que hasta ha hecho bueno al psicópata megalómano que tenía enfrente. Ése es el nivel. Eso sí, siempre tendrá un hueco en nuestro corazón huyendo aterrorizada por el Mercadona. Gracias por tanto, Ryan.
2. Billy Hargrove (Stranger Things)
La definición gráfica de villano monocromático que se introduce para hacer bueno y engrandecer al tontorrón entrañable de turno. Steve de repente se convierte en un ídolo de masas y no es precisamente por sus decisiones estilísticas. Eso es un tema tabú en la serie. Billy se inventó para ser malo con avaricia, dar grimilla de cuello para arriba y otros instintos primarios de ahí para abajo. No nos gustan los sentimientos encontrados. No nos gustan los sentimientos y punto. Así que a abusar de niñas cosificadas por presuntos iconos preadolescentes a otra parte, machote máquina crack monstro.
1. Perry Wright (Big Little Lies)
De endiosar a gente va el año. Otro machote, otro monstro, en el sentido más literal de la palabra. Sobre lo que representaba Perry en Big Little Lies no se debería bromear, pero siempre es buen momento para recordar el terror del que Nicole Kidman tan grandemente resurgió. Está muy bien poner en primer plano a este tipo de hijos de puta con todas las letras, para que se vea la clase de calaña que son. Y así nos haga a todos mejores personas, unidas y sororizadas todas, frente a semejante pieza. ¿El número uno de lista más fácil del año? No tengáis ninguna duda. Final feliz para todos.
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