Altered Carbon es una adaptación de Netflix de la serie de novelas de ciencia ficción y cyberpunk escrita por Richard K. Morgan, que sigue las aventuras de Takeshi Kovacs (Joel Kinnaman), un ex-militar y mercenario que, tras pasar 250 años dormido, se despierta en un cuerpo que no es el suyo.
En este futuro distópico, cercano al año 2384, la humanidad ha encontrado la manera de traspasar su consciencia de un cuerpo a otro y vivir eternamente, aunque a un alto precio: el proceso de “re-sleeve”, o cambio de cuerpo, es demasiado caro para las personas corrientes y la mayoría acaban viviendo al servicio de aquellos que sí se lo pueden permitir.
Este es el caso de Takeshi “Tak” Kovacs, interpretado por Joel Kinnaman en el presente y por Byron Mann y Will Yun Lee en flashbacks de anteriores “sleeves” o cuerpos que ha ocupado a lo largo de los siglos (un intento también de mitigar las acusaciones de whitewashing que ha recibido la serie desde el momento de su anuncio). Tak es devuelto a la vida tras ser condenado a una eternidad dormido cuando el multimillonario Laurens Bancroft (James Purefoy) decide contratarle para que resuelva un misterioso asesinato: el suyo.
Altered Carbon casi podría definirse como la respuesta de Netflix a la incapacidad occidental de adaptar con éxito propiedades orientales, sobre todo anime, que presentan siempre un cierto riesgo por ser tremendamente imaginativas, con una excelente capacidad de worldbuilding y por tratar temáticas fantásticas y de ciencia ficción que, según parece, asustan al público de más allá del Océano Pacífico.
En efecto, Altered Carbon es lo más parecido a un anime llevado con éxito a la acción real que hemos tenido en mucho tiempo (¿o nunca?), o dicho de otra forma, un recordatorio de lo que Ghost in the Shell podría haber sido si alguien con un poquito más de talento se hubiera encargado de su adaptación.
La showrunner y cabeza pensante tras Altered Carbon es Laeta Kalogridis, guionista de películas como Alexander, Shutter Island y Terminator Genisys. Sin duda no hay que quitarle mérito a su salto a la pequeña pantalla, porque la verdad es que ha logrado una espectacular puesta en escena y una primera temporada nada fácil de olvidar que podría dar lugar a otra de las míticas series de culto a las que ya nos tiene habituados Netflix. Sin embargo, y con aún por ver los últimos 6 episodios de la temporada, he de decir que la trama central de Altered Carbon se queda corta y no llega al mismo nivel que el resto de sus elementos.
A pesar de que la primera impresión es abrumadoramente positiva, el episodio piloto nos hace una serie de promesas que nunca acaban de materializarse. Tras la magnífica introducción al mundo de Tak y tras dejarnos a todos embobados con unos visuales que nada tienen que envidiar a Blade Runner 2049, Altered Carbon se va deteriorando episodio tras episodio hasta convertirse en un procedural más. Los efectos especiales siguen ahí, las buenas interpretaciones siguen ahí (en especial por parte de Martha Higareda, que se ha convertido en la absoluta fan favorite en cuestión de horas), los detalles imaginativos que rompen el molde de nuestros referentes dentro del género de la ciencia ficción sin duda siguen ahí. Pero el guión no.
La trama a la que creíamos que había dado el pistoletazo de salida ese espectacular episodio piloto se diluye en los episodios 2 y 3 hasta parecerse a una versión futurista de CSI: NY con Waleed Zuaiter en vez de Gary Sinise; casi como si Kalogridis no hubiera sabido qué hacer con tanta originalidad de golpe y hubiera decidido virar hacia un argumento clásico donde sentar una base más segura. Sin embargo, la propia Laeta Kalogridis y, sobre todo, Netflix (que se jacta de ser la plataforma más revolucionaria de la industria audiovisual) deberían haber previsto que lo seguro ya no vende.
La trama a la que creíamos que había dado el pistoletazo de salida ese espectacular episodio piloto se diluye en los episodios 2 y 3 hasta parecerse a una versión futurista de CSI: NY con Waleed Zuaiter en vez de Gary Sinise; casi como si Kalogridis no hubiera sabido qué hacer con tanta originalidad de golpe y hubiera decidido virar hacia un argumento clásico donde sentar una base más segura. Sin embargo, la propia Laeta Kalogridis y, sobre todo, Netflix (que se jacta de ser la plataforma más revolucionaria de la industria audiovisual) deberían haber previsto que lo seguro ya no vende.
Esperamos que los episodios siguientes de Altered Carbon recuperen la singularidad y atrevimiento de ese primer episodio que nos enganchó desde el minuto uno y el final de temporada acabe dejando un buen sabor de boca a los espectadores, suficiente para reengancharse a una segunda temporada (que podría llegar sin protagonista).
De momento, os dejamos con el tráiler de la primera temporada para que juzguéis vosotros mismos si merece el beneficio de la duda:
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