Esto, señores, es la ABC post Shonda. Con la todopoderosa reina de los jueves noche abandonando el barco de la televisión generalista para cabalgar hacia las lujosas y liberales llanuras del VOD, su cuna se queda con lo que aparentan ser unos últimos coletazos de su productora y, viendo las calidades del piloto de For the People, las sobras.
For the People sólo tiene a Shondaland como respaldo creativo y a la niña bonita del culebrón laboral como productora ejecutiva con un involucramiento en el proceso aparentemente más que moderado. Y eso también se nota. Un tal Paul William Davis (con experiencia en Scandal) firma como showrunner ya blindado por ABC como uno de los suplentes de su mentora. No hubiera sido el primer caso de alumno superando a su maestra como ya hiciera Pete Nowalk con How to Get Away with Murder, pero ya os adelantamos que ésta no es en absoluto una situación de sorpresa para bien. Es más, así ya hablando entre vecinas con confianza, esto es crónica de un hostión anunciado.
La presentación más sencilla viene de la mano de ese grandioso tuercemandíbulas anteriormente mentado que es el Murder. For the People lo que hace es proponernos una versión de El Show de Viola Davis sin Viola Davis, sin suspense y sin gracia. Personajes que no generan empatía, producción que parece mentira que llevemos tropecientos años de Peak TV y una línea narrativa que más que a HTGAWM nos recuerda a Doubt. Sí, la serie de Katherine Heigl del año pasado que reconfirmó su caída en desgracia en nada más y nada menos que los dos episodios que duró antes de ser cancelada. Y la que nunca, nunca nos cansaremos de recordar.
Sinopsis moderadamente neutral en un esfuerzo de que esta crítica no se resuma en revolcarse en la ponzoña de los desaciertos de guionistas y programadores ajenos —que también—: seis jóvenes abogados comienzan su andadura profesional en The Mother Court, un juzgado neoyorquino de renombre donde son divididos entre acusación y defensa, aunque sus vidas personales no respetan dicha partición. Traducción: mi caso es yo contra mi novio. Trepidante.
Lo que en The Good Fight gozamos como enanos viendo hacer a Lucca Quinn con su chico, porque ella es la que manda y a la que veneramos, en For the People resulta ser un arqueamiento de ceja que te hace dudar de cualquier tipo de sentido de la naturalidad y lo orgánico en esa sala de guionistas. Sabemos que venimos de Shondaland, donde los aviones caen porque sí dos días después de estallarte una bomba de racimo en el hospital, pero al menos en sus hermanas mayores tenías personajes a quienes abrazarte e idolatrar, ¿verdad, Olivia?
Aquí optan por coger a diez all stars de Anatomía, Scandal y el Murder, rebajarlos con agua del grifo de cualquier parte del mundo que no es Madrid y ponerles a liarse entre sí, tener tensión sexual futurible y previsible, mirarse mal y, en ocasiones, enseñarse cosas. Es más, tras mucha maceración en bilis, la conclusión de highlight de este piloto es que con lo que por lo menos te entretienes es jugando al “quién es quién” entre este atajo de calcos a carboncillo. Cristina Yang, te habíamos echado de menos. Es broma, te seguimos y seguiremos echando de menos, a ti nadie te llega al tobillo y, por supuesto, aquí no encontraremos sustituta.
El casting tiene ciertos datos curiosos que debemos comentar. Tras reemplazos y segundas vueltas, el papel protagonista se lo lleva la ilustre Britt Robertson (Girlboss), quien ha conseguido cancelar series a la primera incluso en Netflix. ¿A quién no le dura una serie en Netflix al menos dos temporadas? A ella y a Kathy Bates, pero porque lo que le hicieron con esa sitcom de porreros no tenía nombre ni perdón de Dios. Destacan además Jasmin Savoy Brown, también conocida como la legendaria Evie de The Leftovers, una Hope Davis que claramente no se ha recuperado de Wayward Pines y Anna Deavere Smith, cuyo papel traslada a la perfección la denuncia judicial por haber acabado aquí tras regalarnos siete años de Gloria Akalitus en Nurse Jackie.
Como breves apuntes finales, cabe destacar que la producción de la serie ya ha estado varias semanas en suspensión tras grabar el segundo episodio por la necesidad de reescribir guiones. Si después de ver ese piloto acabado realmente necesitaron otros 42 minutos para darse cuenta que a la serie le hacía falta mucho trabajo de fondo, quizás tengamos un problema de ojo.
Ese problema de ojo no lo ha tenido la audiencia estadounidense, quienes optaron ampliamente por ver Rise, el otro estreno de la noche. Sólo tres millones de espectadores y una pregunta en el aire: ¿durará lo suficiente como para comprobar esos cambios en el guion?
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